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ABC Cultural

El último e inesperado descubrimiento del egiptólogo que descifró la piedra de Rosetta

Un jeroglifo en un lugar inusual llevó a Champollion a descubrir la existencia de una desconocida faraona

Ahmed Issa, ministro de Turismo y Antigüedades de Egipto: «Este año, sí, abrirá el Gran Museo Egipcio»

Detalle de la piedra de Rosetta ABC
Mónica Arrizabalaga

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Habían pasado casi siete años de aquel 14 de septiembre de 1822 en que Jean-François Champollion irrumpió en el despacho de su hermano en la Academia de Inscripciones y Bellas Letras de París con los brazos llenos de manuscritos y gritó «¡ya lo ... tengo!» antes de caer desmayado. En 1829, el genio francés que había descifrado la enigmática escritura jeroglífica de la piedra de Rosetta se encontraba de viaje en Egipto, comprobando con orgullo que estaba en lo cierto. Había recorrido el Nilo desde Alejandría hasta la Segunda Catarata y por el camino había podido leer las inscripciones de los templos, tumbas y monumentos. «No hay nada que cambiar en nuestra 'Carta sobre el alfabeto jeroglífico' (...). Nuestro alfabeto es válido», escribió a Dacier, el director de la Academia de Inscripciones. Ignoraba entonces que aún iba a hacer un último e inesperado hallazgo.

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