Crítica de:
'MANIAC': el evangelio científico según Benjamín Labatut
En su nueva novela, el escritor rescata la fascinante figura de John von Neumann, uno de los grandes científicos del siglo pasado, para explorar los límites del conocimiento humano y del relato
La nostalgia produce monstruos
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónAl principio no fue el verbo, sino el disparo. Primero a su hijo con síndrome de Down, y luego a sí mismo. El hombre, Paul Ehrenfest, actuó con la determinación de Abraham en lo alto del monte, pero Dios no estaba allí para impedirlo. Es ... lo que ocurre cuando el mundo deja de tener sentido y un físico que ha entregado su vida a la ciencia deja de entender las nuevas leyes de la naturaleza. Ocurren cosas terribles en los límites de la inteligencia.
'MANIAC', de Benjamín Labatut, empieza con ese sacrificio pero no para regodearse en el dolor o la locura, sino para abrir las puertas de su literatura al verdadero protagonista del libro: el húngaro John von Neumann, una cabeza tan privilegiada que algunos lo consideraban el siguiente eslabón en la evolución humana, casi un Dios en la Tierra. Von Neumann, que tenía como lengua materna las matemáticas, sacudió los cimientos de la física, alumbró la teoría de juegos, sentó las bases de la computación y la inteligencia artificial, creó el primer ordenador moderno, experimentó con la biología y todo lo que se puso por delante; hasta teorizó sobre inventos que no existían, pero que él intuía, como las 'sondas de von Neumann', naves que se construyen, reparan y mejoran a sí mismas, capaces de colonizar los planetas más lejanos de nuestro sistema solar, porque sus preocupaciones estaban a esas distancias del resto de los mortales. En fin, hizo, dijo y pensó tantas genialidades que su participación crucial en la bomba atómica parece solo una nota a pie de página en su biografía. Cualquiera que lea este libro no entenderá por qué Oppenheimer y Einstein se llevaron toda la fama científica del siglo XX.
Oppenheimer, el genio que sintió manchas de sangre en su destino
Javier VilluendasEl padre de la bomba atómica tuvo que lidiar interiormente contra las consecuencias de su invento para cerrar la Segunda Guerra Mundial: cien mil muertos en Hiroshima. No era tan seguro que Japón no se fuera a rendir
A una figura de este tamaño no se le puede robar la voz, por eso Labatut ha decidido rodearlo de voces. Los narradores de sus prodigios son sus amigos y familiares, sus admiradores y compañeros, también sus amores, de modo que el retrato se aleja o se acerca según quién mira. Es un ejercicio de multiperspectivismo que no hace sino acrecentar el eco bíblico de esta historia. Labatut escribe como desde muy lejos, sus frases no suenan, resuenan. «La fe perdida es peor que su ausencia total, porque deja un vacío gigantesco, similar al que dejó el Espíritu cuando huyó de los horrores de este mundo», asevera Gábor Szegö cuando Von Neumann acepta que no puede reducir la realidad a un puñado de axiomas. Y antes: «Yo respondí que era mejor perder una idea que perder la cabeza, y János [Von Neumann] me miró con una expresión que dejaba en claro que él lo veía completamente al revés». Puede que entre esas dos afirmaciones se concrete el drama del personaje, que entonces aún era un veinteañero. Descartada la posibilidad del conocimiento perfecto, completo, Von Neumann se entregó a la ingeniería hasta convertirse en una empresa unipersonal de desarrollo armamentístico. Pero quién sabe qué buscaba. Qué delirios perseguía.
En 'MANIAC' siempre hay una puerta abierta al misterio, que es el nombre que nos queda para lo que no podemos entender o descifrar, para aquello que apenas podemos señalar con el dedo, entre la bruma, y ante lo que solo cabe la admiración o el escepticismo: la raíz de la existencia, la mecánica más profunda del universo, pero también la mente de Von Neumann, que se rige por otras normas, que habla otros idiomas, tan lejanos que podrían ser quimeras de una especie superior o desvaríos de un loco. Por eso esto más que una novela es un evangelio. Un evangelio científico que, por cierto, aventura un apocalipsis: hace mucho que se escuchan las trompetas...
Labatut cierra su tríptico con el advenimiento de la inteligencia artificial. Elige el enfrentamiento entre AlphaGo, una IA desarrollada por DeepMind, y Lee Sedol, maestro mundial del Go: la humanidad contra sus hijos. Es la parte del libro que menos embrujo tiene, en la que el pulso narrativo decae. Tal vez porque después de todo el hombre es más fascinante que la máquina. Todavía.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete