Asa Larsson: «Saber dejarlo es un arte»
La autora sueca, reina de la novela negra escandinava, despide la serie de la fiscal y abogada Rebecka Martinsson con 'Los pecados de nuestros padres'
Barcelona
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Iniciar sesiónEn 2013, justo después de publicar 'Sacrificio a Mólek' y salpicar con un poco más de sangre los estantes de las librerías, Asa Larsson (Kiruna, 1966) se borró del mapa. Se esfumó. Era la reina de la novela negra escandinava y los títulos ... de la serie protagonizada por la ambiciosa y carismática fiscal Rebecka Martinsson se vendían por millares, pero Larsson tenía algo mucho más importante que hacer. Mucho más importante. «Mi hijo, que en aquel momento tenía 11 años, dejó de leer, así que me dije: 'alguien tendrá que ponerse a escribir libros para niños'. Y me puse a ello con una serie infantil», relata la autora sueca a propósito de su frenazo como escritora negrocriminal y su viraje rumbo a la literatura infantil con la serie 'Pax'.
«Al final fueron diez libros. También escribí para televisión, así que tampoco es que haya estado de brazos cruzados», bromea ahora que, tras una década en barbecho, Rebecka Martinsson salta de nuevo al ring para despedirse con 'Los pecados de nuestros padres' (Seix Barral), sexta y última (sí, última) novela de la serie que arrancó con 'Aurora boreal'. «Saber dejarlo es un arte. Y es muy importante. Si tienes el privilegio de podértelo permitir, luego ya vendrá la inseguridad», relativiza Larsson.
El adiós, asegura, no ha sido coser y cantar, pero así estaba escrito y, dice, así debía ser. «No es fácil dejar de hacer algo que tiene éxito. Ella me ha ayudado y nos ha dado de comer a mí y a mis hijos durante veinte años, pero cuando escribí el primer libro me dije: «si nadie quiere publicarlo, haré tres libros sobre Rebecka y pararé. Y si encuentro editorial, iré a por seis». ¿Por qué seis? No tengo ni idea. Pero como me había comprometido conmigo mismo, ahí están los seis», explica.
Antes de dar carpetazo definitivamente a Martinsson y empezar casi literalmente de cero, («he terminado la serie, mis hijos se han independizado y he vendido la casa», ilustra), Larsson ha urdido un último caso, el de 'Los pecados de nuestros padres', en el que convergen el fraude y la especulación inmobiliaria, el boxeo, y el hundimiento de Kurina, localidad natal de autora y personaje bajo la que se encuentra la mayor mina subterránea de hierro de Europa. Un subsuelo que ha ido engullendo poco a poco a la ciudad y ha forzado un colosal traslado de todos los vecinos. «En Suecia mis novelas son más políticas de lo que pueda parecer aquí. Es un país muy centralizado en el que todo el poder y el dinero está en Estocolmo, todo se centra en la capital, y hay una gran diferencia entre el tipo de atención médica o de educación al que puedes acceder si vives en el norte o en zonas más rurales. Hay una brecha que cada vez es mayor», explica en un intento por encuadrar la serie más allá de lo puramente criminal.
-Tiene algo de poético que se despida de Martinsson justo cuando la tierra engulle Kiruna.
-Sí, a ver quién nos da más pena (risas). Justo hace un par de semanas inauguraron la nueva ciudad; la vieja Kiruna es como una ciudad fantasma. La ciudad es un personaje en sí, así que también puede ser también una víctima de algún crimen.
-«Mi oficio», escribe al final del libro, «consiste en ensamblar mentiras para acabar contando una historia». ¿Es también la manera de acabar contando una verdad?
-A veces la literatura de género te ofrece una libertad que permite hablar más y mejor de la sociedad. El propio género te da alas. Y, además, llega al lector. Llega de verdad, sin hacer nada exótico.
-¿Y de dónde diría que le viene ese interés por el crimen?
-Yo suelo culpar a la Biblia. Vengo de una familia muy religiosa y de joven la leí mucho. El Antiguo Testamento está repleto de violencia y de historias crueles combinadas con una explicación de la psicología y las relaciones humanas.
–Hay quien sostiene que la Biblia es la primera novela negra.
–Claro. Mira a Caín y Abel. O cualquier historia o pasaje que elijas. Además, ¡se convirtió en un clásico!
Algo más en serio, Larsson defiende la tesis de que si alguien quiere conocer la sociedad de un momento, ha de fijarse en sus crímenes. «El autor de novela negra toma la temperatura a la sociedad de cada momento», asegura. Inevitable preguntarle también por la temperatura política de la Suecia actual, donde la ultraderecha se ha convertido en la segunda fuerza más votada. Un tema que, por otro lado, siempre ha estado muy presente en las páginas de autores nórdicos como como Stieg Larsson, Jo Nesbo o Maj Sjöwall y Per Wahlöö. «Cuando lo que te irrita está fuera de tu alcance, pongamos por ejemplo las desigualdades económicas, eso se convierte en terreno abonado para este tipo de ideas. Esta gente funciona como si fueran magos: señalan a los inmigrantes y nadie habla de sanidad universal o derechos porque son temas mucho más complejos de resolver. Es horrible lo que está pasando», explica.
De la realidad a la ficción, a Larsson le cuesta evaluar qué fue del boom de novela negra sueca que hizo fortuna hace un par de décadas («al fin y al cabo, yo formaba parte de la burbuja», asegura), pero sí que sospecha que sí que pudo haber algo de sobredosis y hartazgo. «Si los lectores comen siempre lo mismo es normal que puedan acabarse hartando», sostiene.
Quizá por eso ella siempre ha buscado temas que espoleasen su curiosidad y puedan despertar también el interés de los los lectores. En 'Los pecados de nuestros padres', por ejemplo, se atreve con el boxeo para tirar del hilo de un escabroso hallazgo, el del cuerpo del padre de un famoso boxeador que aparece en el congelador de una granja. «No tenía ni idea de boxeo, pero cuando de repente un exboxeador se te mete en la cabeza y se queda ahí poco puedes hacer. Además, a nivel psicológico es un deporte muy interesante. Es como el deporte de los pobres: hay mucho en juego y la gloria la alcanzan muy pocos. El boxeo sirve para hablar de corrupción, poder, pobreza… Por ejemplo, yo soy clase media-alta, y sé que mis hijos no van a ponerse en peligro boxeando. Una historia buena donde aparezca el boxeo es una historia de clases«, relata.
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-Y con esta historia, ¿se despide definitivamente de Martinsson o deja alguna puerta abierta para el futuro?
-No habrá más Rebecka, no. Creo que la he dejado en un buen lugar, así que, aunque llame a la puerta, no abriré. Ya lo dije antes: cuando decido una cosa la hago.
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