Cory Doctorow: «Internet ya se ha convertido en el sistema nervioso de nuestra sociedad»
ESCRITOR Y ACTIVISTA TECNOLÓGICO
El escritor canadiense, uno de los grandes visionarios de la ciencia ficción contemporánea, explora los límites de la distopía en los cuatro relatos de 'Radicalizado'
Barcelona
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Iniciar sesiónExplica Cory Doctorow (Toronto, 1971) que escribir le sirve, entre muchas otras cosas, para purgar miedos y aliviar angustias propias del momento que le ha tocado vivir, así que nadie se extraña demasiado cuando asegura que tiene hasta ocho libros entre manos. A grandes ... males, ya se sabe, tecleo compulsivo y paletadas de ciencia ficción, literatura distópica y ensayos críticos con el regreso de la cultura del monopolio. «Es que me funciona. Tengo amigos que se ponen tristes; yo, en cambio, escribo. La ciencia ficción es como mi válvula de escape», relativiza Doctorow desde el otro lado de la pantalla. 'Black Mirror' y vistazo de reojo al futuro para charlar con uno de los grandes visionarios de la ciencia ficción contemporánea.
Un creador inquieto e hiperactivo que reparte su tiempo entre las novelas, el activismo tecnológico, la órbita académica (es doctor honoris causa en Informática por la Open University e investigador afiliado al MIT Media Lab) y la defensa del software de código abierto. Múltiples frentes para (casi) un único objetivo: las derivadas ideológicas del progreso tecnológico. «Lo que me interesa no es lo que hace una tecnología, sino a quién se lo hace y para quién'', aclara. Ese es precisamente uno de los ejes temáticos de 'Radicalizado' (Capitán Swing), colección de cuatro novelas cortas (o relatos largos, tanto monta) con los que el autor de 'Pequeño hermano' aplica el molde distópico para mostrar los efectos de la tecnología en la sociedad contemporánea. «La individualidad hace que la vida sea miserable», desliza.
En 'Pan no autorizado', por ejemplo, la tecnología funciona como implacable estratificador social y, al mismo tiempo, como germen una suerte de revuelta comunitaria: a cambio de poder acceder a determinadas viviendas de protección oficial, los inquilinos han de aceptar utilizar electrodomésticos que únicamente funcionan con productos de una marca determinada. Sólo productos 'autorizados' y claro, también más caros. «No tiene nada de distópico hablar de cambios climáticos graves, de pandemias o de cómo se deshacen los casquetes polares. Lo que tenemos que hacer es ayudar a entender el futuro», apunta Doctorow cuando se le pregunta si el género que define el siglo XXI es la distopía. «Simplemente utilizamos las herramientas del presente para comprender lo que ocurre. Mary Shelley, por ejemplo, no quiso anticipar nada con 'Frankenstein', sino que volcó ahí sus miedos y preocupaciones», añade.
Anticipadores y visionarios
En 'Radicalizado', el relato que da título al libro, Doctorow se sumerge en la 'deep web' para enmarcar una violenta revuelta protagonizada por familiares de enfermos de cáncer a los que sus compañías de seguros se niegan a tratar. «No creo que seamos canarios en la mina. Más bien…¿sabes una tabla de ouija? Pues nosotros colocamos letras y símbolos y luego es el lector el que le da sentido moviéndose por la tabla», apunta el escritor.
Se le recuerda al canadiense que hace unos años, a su paso por el CCCB, ya aseguró en una entrevista que en dos décadas casi todos los problemas estarían relacionados con Internet. Sin duda, reconoce, se quedó corto. «En los últimos años se ha acelerado todo una barbaridad. Internet ya se ha convertido en el sistema nervioso de nuestra sociedad. En Estados Unidos, por ejemplo, jugó un papel muy importante durante la pandemia, pero también es un caldo de cultivo para lo peor. Por eso es necesario un sistema de código abierto que permita evitar la censura y el abuso», explica un autor que, puestos a elegir el vehículo que mejor le funciona, aboga por un híbrido entre novela y ensayo. O algo parecido.
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«La no ficción puede ser más explícita y abstracta. La ficción, en cambio, permite ser muy concreto y a la vez muy impreciso sobre algo. En realidad, en mi caso creo que funciona como una soldadura: dos partes que por separado no sirven para mucho pero que dan forma a algo separado cuando se unen», concluye.
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