Javier Sierra regresa a la Gran Pirámide para encerrar a Napoleón entre viñetas
El escritor convierte 'La pirámide inmortal' en novela gráfica con la complicidad del guionista Salva Rubio y el dibujante Cesc Dalmases
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Iniciar sesiónComo Napoleón en agosto de 1799, también Javier Sierra pasó una noche, la más aterradora de su vida, encerrado en la Gran Pirámide de Giza. Y como el comandante francés, también el escritor salió de ahí profundamente turbado. «En 1997 yo aún ... era periodista y se me ocurrió que imitando a Napoleón tendría un hilo narrativo para un buen reportaje, pero lo pasé tan mal que no escribí nada hasta 2001», recuerda Sierra.
Así, mientras que Bonaparte emergió de los brazos de Osiris balbuceando que aunque contara lo que le había pasado nadie le creería, Sierra entró como reportero y salió de los dominios de Keops convertido en autor de 'El secreto egipcio de Napoleón', novela que publicó en 2002 y reescribió en 2014 bajo el título de 'La pirámide inmortal'. «La escribí en 2001 para tratar de exorcizar ese recuerdo; luego, en 2014, volví a enfrentarme a esos fantasmas y me sirvió para dar un paso más en la estructura de los recuerdos. Yo sé que ahí pasé mucho miedo y el escribirlo me ayudó a interpretar el porqué de ese miedo. Y, al final, mi conclusión es que viví una muerte ficcionada, una réplica de la muerte, y eso es lo que me dio pánico», relata el turolense.
Como no hay dos sin tres, el autor de ' La cena secreta' regresa ahora sobre sus pasos para reencontrarse con la meseta de Ginza, la campaña napoleónica en Egipto y, sobre todo, con ese miedo pegajoso y asfixiante, en la adaptación al cómic de 'La pirámide inmortal' (Norma) que firman el guionista Salva Rubio y el dibujante Cesc Dalmases bajo la atenta supervisión de Sierra.
Una novela gráfica concebida como una superproducción que ha requerido de siete años de trabajo y que recrea, a todo color e incluso con sorprendente desplegable, los encontronazos de Napoleón con los misterios del antiguo Egipto. «Con cada una de las vueltas que le he dado a esta historia he comprendido un poco mejor lo que creo que ocurrió a Napoleón cuando estuvo en la Gran Pirámide», apunta Sierra. «Ahora, con el cómic, alcanzamos un nuevo nivel: está íntegramente retratada la esencia del viaje iniciático como preparación para la muerte», añade.
Un lienzo en blanco
No en vano, los egipcios veían la Gran Pirámide como una suerte de réplica del Más Allá, de lo que pensaban que se iba a encontrar el faraón cuando muriese. Normal que, a la hora de traducirlo todo en imágenes, a guionista y dibujante se les hiciese la boca agua. «Cuando te regalan un personaje gigante como es Napoleón, un espacio como Egipto, con sus misterios esotéricos y de iniciación… Al final te sientes como David Lean cuando le proponen hacer 'Lawrence de Arabia'. Te acaban de dar un lienzo en blanco«, explica Salva Rubio, guionista de títulos como 'El fotógrafo de Mauthausen' y 'Monet'.
«Salvando las distancias, para un dibujante es casi como hacer de historiador», añade Cesc Dalmases, responsable de la adaptación de 'Victus'. «La documentación es un reto: en esa época, por ejemplo, de la esfinge apenas se veía la cabeza, las pirámides estaban muy perjudicadas y semicubiertas… Y este tipo de detalles no aparecen», reflexiona el dibujante.
En ese tránsito de la novela a la viñeta, 'La pirámide inmortal' se mantiene fiel a su propia geografía y presenta a un Napoleón algo más joven y barbudo que el que inmortalizan la mayoría de retratos. «Si le quitas el contenido histórico, no deja de ser como un Indiana Jones, así que tienes que pasarlo por el filtro de la aventura», apunta Dalmases, quien reconoce haberse inspirado en el retrato ecuestre de 'Napoleón cruzando los Alpes'. «Es el momento en que Bonaparte se transforma en Napoleón», recalca Sierra, para quien esta primera novela gráfica bien podría ser el comienzo de una larga amistad. «Muchas de mis novelas admitirían una adaptación: 'El ángel perdido', por ejemplo, daría mucho juego, pero requeriría varios álbumes; y 'La cena secreta', ambientada en el Milán de 1497, también sería una absoluta delicia», asegura.
A la espera de ver si alguno de ellos acaba saltando a la viñeta, Sierra sí que tiene claro que el cómic «es uno de los salvavidas del libro de papel» y una de las anclas de la lectura. Él mismo, reconoce, fue dibujante ocasional antes de caer en las redes de Astérix, Tintín, Spirou y, sobre todo, los álbumes de Blake y Mortimer dedicados a la Gran Pirámide. «Mi primer libro, que escribí con 14 años, era un libro de viñetas que se titulaba 'Historia de esa cosa llamada ovni', parodiando un poco la 'Historia de aquí' de Forges», desvela Serra. También en el instituto, añade, dibujaba tebeos junto a su compañero de pupitre Ángel Valiente, hermano de quien con los que años se acabaría convirtiendo en director de Norma Editorial, Óscar Valiente. «Mi vínculo emocional con el cómic es muy fuerte», asegura.
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