Andrés Ibáñez: «Nunca escribiría una novela para responder a la indignación»
El escritor se inspira en la serie de televisión «Perdidos» para construir un inmenso libro sobre el fin de las creencias
INÉS MARTÍN ROdRIGO
Andrés Ibáñez (Madrid, 1961) estaba viendo el final de la tercera temporada de «Perdidos» cuando una imagen le fascinó: John Locke , uno de los protagonistas, sentado mirando la isla en la que sucede la trama de la serie. En ese momento, Ibáñez ... pensó que quería reescribir, a su manera, la historia de esa serie que tanto le gustaba. Y se puso manos a la obra: un avión se estrella en mitad del Pacífico y los supervivientes se ven atrapados en una isla, incomunicados y a merced de todo tipo de peligros y misterios. El resultado es «Brilla, mar del Edén» (Galaxia Gutenberg), una descomunal novela (por el fondo y por la forma) que describe la crisis de un mundo (el nuestro) y propone un nuevo camino.
- ¿De dónde surgió la idea de escribir una aventura tan extraordinaria como esta novela?
- La verdad es que esto me ha pasado con otras novelas: de repente hay una historia que me gusta mucho y la quiero escribir. Cuando escribía «La música del mundo» (Seix Barral) un modelo para mí era «Pálido fuego» (Anagrama), porque estaba loco por esa novela. En esta novela, el material ha venido de una serie de televisión y ahí se han ido metiendo muchas cosas de mi vida, lugares donde he estado... Hay una parte de biografía imaginada y muchas historias. Yo quería que esto fuera una novela mundo.
- Para un novelista, tiene que ser curioso emplear una serie de televisión como material narrativo, ¿no?
«La inspiración puede venir de lo que llamamos arte popular»- Las series de televisión son grandes narraciones y a mí me interesaba la narración. La narración me intriga y me hace sufrir, es la cosa más misteriosa del mundo y nadie sabe qué es, ni por qué, ni cómo se hace. Me interesa la narración musical, la ópera, el cómic, el teatro… y en las series de televisión hay una cosa maravillosa, que es que no hay fin, la expresión infinita. La inspiración puede venir muchas veces de lo que llamamos arte popular.
- En el libro hay mucha tradición cervantina.
- Esta novela es totalmente cervantina. Yo estaba obsesionado con la segunda parte de «El Quijote» , donde toda la realidad es una construcción, la idea de la conspiración, que es una idea fundamental en nuestra época, aunque a veces tiene representantes muy dignos como Borges o Pynchon y otros de baja estofa como Dan Brown … Eso es también un poco lo que estamos viendo en la realidad, a nuestro alrededor. En la isla donde sucede la novela hay muchas representaciones, que son las creencias en las que todo el mundo se mete.
- El libro le contiene a usted en muchos sentidos, empezando por el protagonista.
- No lo sé. Hombre, algo mío tiene: le gusta mucho la música de Bruckner , es un compositor, es un músico, yo tengo un fuerte relación con la música… Yo creo que no, la verdad no lo sé.
- ¿Qué papel desempeña la música en sus novelas?
«Para mí no tiene sentido la discusión entre lo real y lo fantástico»- La música es un lenguaje igual que la imaginación, que se desarrolla como una construcción del tiempo, hay una sucesión de emociones y tiene que ver con estados. No dice nada con palabras, pero nos pone en estados interiores y hace despertar emociones y sensaciones. Por eso es el arte más puro, es a lo que debería aspirar el arte. Para mí no tiene sentido la discusión entre lo real y lo fantástico, igual que no tiene sentido hablar de música realista o imaginaria.
- ¿Por qué no tiene sentido distinguir lo real de lo fantástico?
- Porque la literatura no es la realidad, es el lenguaje del arte y sus reglas no son ser real o fantástico. El arte siempre es fantástico porque es un lenguaje diferente. En una obra literaria todo lo que pasa sucede en la imaginación y todo adquiere una capacidad simbólica que va mucho más allá de que los acontecimientos sean posibles, al alma no le importa. La verdad está en la verdad de la emoción y del estado que crea. Sería el mismo criterio que pensar si es útil en un sentido inmediato una obra literaria.
- Más allá de si es o no útil, ¿es práctica una obra literaria?
«El pan te ayuda a vivir, pero la literatura también»- Bueno, sí, porque un libro puede servir para no desesperarte en la vida o para entender que tus desgracias tienen tu sentido, y te puede salvar la vida. El pan te ayuda a vivir, pero la literatura también.
- Toda la novela desprende una sutil conexión con lo maravilloso. A veces los autores se olvidan de las posibilidades que ofrece la fantasía, ¿no cree?
- Yo es que no sé exactamente qué es la realidad. Para mí son mucho más importantes y profundas otro tipo de cosas, como el mundo interno, que tiene que ver con la lectura, con las emociones, con el modo en el que vives las cosas. La vida interior es la que importa. Somos seres hechos de emociones, de memoria, de deseos, y todo eso también es realidad. Hay una tendencia muy agresiva a identificar la realidad con las noticias del periódico, pero eso es solo una parte.
- Puede que ahí debamos hacer autocrítica los medios.
- No, yo creo que los medios describen lo que tienen que describir, hablan de lo que está pasando. Pero, por ejemplo, hay muchas cosas que están pasando ahora mismo que me llenan de indignación. Nunca me pondría a escribir una novela para responder a esa indignación, porque son cosas que van por diferente camino.
- Entonces no cree en el compromiso del intelectual.
- Yo no sé lo que es un intelectual. El intelectual trabaja con el intelecto. Yo no me veo como un intelectual. Una cosa es un intelectual y otra cosa es un artista. Un artista trabaja con otra cosa, encontrando semejanzas y estableciendo vínculos.
- ¿Y el compromiso del artista?
- ¿Compromiso con qué?
- Con su realidad.
«No puede haber un compromiso con la política en sentido inmediato y práctico»- El compromiso tiene que ser con uno mismo y con el lenguaje, con tu tiempo, con todo lo que te rodea. Pero no puede haber un compromiso con la política en sentido inmediato y práctico. Entonces dedícate a la política.
- Le pongo un ejemplo: un grupo de escritores firmó un manifiesto contra Putin por sus leyes contra los homosexuales. Eso es un compromiso.
- Eso es un compromiso muy fácil, yo también lo firmaría. Pero lo firma la persona, no el autor. Eso es una actuación pública de un autor conocido… Hay compromiso, pero no es importante. Lo importante que hace un escritor es su obra.
- En eso estamos de acuerdo.
- Cuando se dice compromiso hay un error muy grave de comprensión de lo que es el arte. En España hay mucho miedo, porque España es un país donde hay muchísimo miedo a la emoción, todo tiene que estar muy controlado por el intelecto y por lo que es serio. España es un país muy seco, muy serio. Hay una gran separación entre lo que es divertirse -que se considera algo bajo- y lo que es serio, y la cultura tiene que ser seria. Esta serie de separaciones yo nunca las he comprendido. El compromiso de un escritor es, primero con el lenguaje, con la tradición literaria, consigo mismo y con su época. Un escritor tiene que reaccionar a su época y conocerla en todos sus aspectos. Tiene que tener un compromiso con el ser humano y con el alma humana. Es un compromiso mucho más grande que un mero compromiso político. Si realmente te importan tanto todas esas cuestiones políticas, dedícate a la política. El arte es un lenguaje que tiene que ver mucho con la cultura occidental, que nos permite entrar en regiones de la realidad en las que de otras maneras no podemos entrar. Por eso yo pienso que la novela está casi en los albores, es un arte joven. La novela tiene que encontrar la libertad. En esta novela hay más realidad y más política que en ninguna otra.
- ¿Escribió este libro para encontrar esa libertad?
- Siempre busco eso, en esta novela también. Uno siempre siente que no tiene la suficiente libertad.
- ¿Es su mejor novela?
- No lo sé, quizás sí... Sí. Nunca me he metido en sitios tan difíciles y tan ajenos.
- Desde luego, no va a dejar indiferente al lector. ¿No cree que es un ejercicio algo arriesgado colocar un libro como este en las librerías?
- Escribir es algo muy arriesgado desde que empiezas. El riesgo de que te lean o no te lean no es el riego más grande.
- ¿Y cuál es el riesgo más grande?
«Me indigna la idea de que el mundo tiene dueño, me saca de quicio»- El riesgo más grande es volverte loco, morirte, suicidarte, desesperarte, dedicar tu vida a algo que no vale nada. Eso es un riesgo bastante grande y tú nunca puedes estar seguro. Este libro surgió en un momento en que tenía una especie de crisis total y absoluta de creencias y me planteé: si todo es mentira, ¿qué es lo que queda? Yo tenía la idea de que todas las creencias son cadenas, pero hay que ir más allá de eso. Me indigna la idea que hay ahora de que el mundo tiene dueño, me saca de quicio. Los que reclaman un papel práctico para la literatura, aunque supuestamente pueden ser de izquierdas, es una idea profundamente esclavizadora. Las cosas humanas no tiene que tener una función. De ahí el final de la novela, que para mucha gente va a ser un escándalo.
- Pero no vamos a contar el final.
- No, claro.
- También ajusta cuentas con cierta literatura norteamericana.
«Reclamar un papel práctico para la literatura es una idea esclavizadora»- No era mi intención en absoluto. Yo adoro a Pynchon y a Salinger . Hay más bien ajuste de cuentas con un tal Roberto B., que es un personaje que a mí me inquieta mucho y que está bastante claro quién es. Bolaño me gusta mucho y me ha hecho mucho daño. Hay influencias que te ayudan y otras que te destrozan. A mí Bolaño me ha destrozado muchísimo , ha sido durísimo, no sé exactamente por qué. Bolaño representa un tipo de literatura que cree en el misterio del mal y no cree en el ser humano en absoluto. Yo admiro profundamente su literatura, pero yo no puedo creer que eso sea así. El mal no tiene ningún misterio ni ninguna dignidad. Creo que los grandes seres malignos del mundo no son misteriosos, sino animales. Pero es que ese es el camino, tenemos que seguir adelante, nuestra civilización no puede quedarse anquilosada. Vivimos en una época en la que no hay mensajes, no hay filosofía, tenemos todos los materiales en la mano, sabemos todo.
- Y si tenemos todos los materiales, ¿por qué no los usamos?
- Porque ha habido un asalto al poder por parte del dinero. Había unos límites en el capitalismo y esos límites se han quitado. Eso es lo que estamos viviendo.
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