La terrorífica historia del nazi y el rey de la cocaína que crearon el primer narcoestado de la historia
Justin Webster presentó en el festival Serializados su docuserie 'The nazi cartel', donde descubre las figuras de Klaus Barbie, el sádico carnicero de Lyon, y Roberto Suárez, el gran capo de la droga y referente de Pablo Escobar
La mitad de los narcotraficantes no escarmienta y vuelve a la cárcel por el mismo delito
Carlos Sala
Barcelona
En 1980 Roberto Suárez, el llamado 'rey de la cocaína', financió un golpe de estado en Bolivia que inició la criminal dictadura militar de Luis García Mesa. Durante 14 meses el narcotraficante dispuso del aparato de todo un país para favorecer sus intereses. Incluso ... su primo Luis Arce Gómez se colocó como ministro del Interior. Lo que pocos sabían es que al lado de Suárez había un misterioso alemán, de nombre Klause Barbie, que resultó ser el llamado carnicero de Lyon, uno de los nazis más buscados y sanguinarios.
Justin Webster, el conocido documentalista, responsable de filmes como 'Muerte en León' o 'Nisman', recibió hace tres años la llamada de una productora alemana que le habló de la extraña relación entre Suárez y Barbie. Él conocía la historia de los dos, pero no tenía ni idea de que habían coincidido en el mismo tiempo y espacio y de su estrecha relación. La historia que descubrió es la base de 'The nazi cartel', una docuserie de tres episodios que sigue la relación de estos personajes y que concluyó con el que sería el primer narcoestado de la historia. «En su momento, Gómez controlaba el 90 por ciento del tráfico de la cocaína del mundo. Entonces él ya decía que la droga era demasiado buen negocio para que cayera nunca y que aunque acabaran con él, otros seguirían su labor y no habría nadie que lo parase, algo que ha resultado cierto», señala Webster en declaraciones a ABC.
Roberto Suárez es el prototipo en el que se ha basado la imaginación popular para crear la figura de narcotraficante. Llegó a decir que subió el precio de la cocaína, la más pura del mercado, para cuidar así de los campesinos bolivianos. Se comportaba como un rey ostentoso y deleznable. Alejandro Sosa, el capo que le pasa la droga a Toni Montana en 'El precio del poder', está basado en su figura. El propio Escobar, que actuaba desde el cártel de Colombia en los 70 y 80, moldeó su negocio a partir de la estructura montada por Suárez.
Por su parte, la figura de Barbie es todavía más oscura. Tal y como Mengele se escondió en Brasil o Roschmann en Paraguay, Barbie escogió Bolivia y se hizo fuerte en el país en poco tiempo. Este alto oficial de las SS y jefe de la Gestapo llegó a torturar personalmente a prisioneros franceses mientras estaba en Lyon durante la II Guerra Mundial. «Nunca se arrepintió de sus actos y siempre fue un nazi convencido. Todavía parece increíble que alguien así consiguiese permanecer escondido 40 años», asegura Webster. Ofreció a Suárez asesoramiento en seguridad, contactos con ex mercenarios y entrenamiento paramilitar. Barbie incluso fue responsable de facilitar logística, soldados, incluso asesoría en tortura para el golpe de Estado de 1980.
Contar esta historia no ha sido fácil. Viajes a Alemania, Estados Unidos y Bolivia, entrevistas con gente que los conocieron y reconstrucciones de momentos clave de esta historia conforman un relato estremecedor sobre estos dos personajes, a los que se une un tercero, todavía más histriónico, y el único que continúa vivo. Se trata de Michael Levine, agente de la DEA, que vivió ese proceso de incógnito y cuya obsesión era desenmascararlos. «Era tan estrambótico que parecía un personaje de una película, como si fuera Al Pacino. Pero gracias a él se fraguó el mayor golpe al narcotráfico, incautando 350 kilos de cocaína», señala Webster.
El problema que ha tenido el documentalista es ser capaz de controlar una historia que es hiperbólica por todos los costados, con tres personajes de vidas demenciales y de unos excesos de megalomanía, codicia y maldad difíciles de creer. «La palabra documental está muy manchada. Nuestra intención no era hacer un ensayo informativo sobre el proceso, sino mostrar estos tres personajes e indagar en sus acciones, motivaciones y características hasta capturar su historia», asegura el periodista.
Para Webster, el problema de esta terrible historia no está en el pasado, sino que se pueden oír su eco en el presente. «He viajado en coche con diez alemanes por Estados Unidos, de Maine a Texas, buscando testimonios y ves reflejos de esta historia en Trump casi como un aviso existencial. La idea de un fascismo de ultraderecha se parece mucho más a un narcoestado que a una democracia», asegura.
Las docuseries no han dejado de crecer en número de espectadores y Webster lo atribuye a que han dejado de ser productos meramente informativos, a montajes narrativos en que el espectador puede inmiscuirse de lleno en la historia y vivirla casi in situ. «Este es el montaje en que he utilizado mayor número de reconstrucciones, siempre basados en hechos documentados, pero siguen siendo reconstrucciones narrativas, pero era importante ilustrar este espacio de capitalismo salvaje», afirma Webster.
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En su opinión, el 'boom' del documental narrativo no para de crecer y los mal llamados 'true crime' son una prueba de ello. «Netflix vio que eran montajes muy productivos y empezó a apostar fuerte por ellos. El éxito de 'Wild wild west' fue toda una revolución y todos buscaron su equivalente». La serie se podrá ver en la cadena Sky Showtime.
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