Egiptólogos españoles descubren cómo era el gran templo de Heracleópolis Magna
«Por primera vez tenemos una idea arquitectónica y visual del edificio del dios Heryshef», afirma Carmen Pérez Die mientras muestra a ABC los planos
«¡Oh, señor de los dioses, Heryshef, rey de las dos tierras, regente de los países…!». A este dios egipcio al que se le implora así en la Estela de Nápoles le erigieron un gran templo hace unos 4.000 años en la actual ... Ehnasya el Medina, la Heracleópolis Magna de los griegos o Nen-nesu de los antiguos egipcios, una estratégica ciudad situada a 130 kilómetros al sur de El Cairo que fue capital del XX nomo del Alto Egipto y sede de los soberanos de las dinastías IX y X.
Hoy apenas quedan algunos restos de esta construcción del faraón Tutmosis III, que después amplió Ramsés II, pero la misión española que dirige la egiptóloga Carmen Pérez Die ha logrado averiguar cómo se articuló en su época de esplendor.
«Después de todas nuestras excavaciones, de buscar los paralelos con otros templos, de estudiar los descubrimientos anteriores y de ver cómo podían estar colocadas las piezas, por primera vez tenemos una idea arquitectónica y visual del edificio. Ahora sabemos cómo era el gran templo del dios Heryshef en Heracleópolis Magna», afirma satisfecha la exdirectora del Museo Arqueológico Nacional mientras muestra en exclusiva a ABC los últimos planos.
Cuando hace casi 40 años Pérez Die se hizo cargo de las excavaciones en este enorme yacimiento del Medio Egipto, tomando las riendas del proyecto arqueológico español más antiguo en la tierra de los faraones, poco se sabía de aquella majestuosa construcción. Descubierta a finales del siglo XIX por el egiptólogo suizo Édouard Naville, había sido excavada en parte por el británico Flinders Petrie en 1904 y en la primera campaña de la misión española, que capitaneó Martín Almagro desde 1966 a 1984.
Como resultado de aquellos trabajos, algunas de sus columnas y estatuas se exhiben actualmente en diversos museos del mundo, pero ha sido en los últimos años cuando se han retomado las investigaciones que han dado un salto cualitativo en la comprensión de cómo fue este monumento.
Bloques de Lahun
Una gran puerta de granito rosa entre gruesos muros de adobe llamados 'cuerpos del pilono' daba acceso a esta edificación de 75 metros de longitud por 45 de anchura, a la que sólo el personal del templo podía entrar. Los arqueólogos excavaron la base de piedra de esta monumental fachada y pudieron estimar las dimensiones del pilono (39 x 8 m.). Justo delante, hallaron una gran fosa de expolio con muchos relieves de esta entrada y otras piedras del interior del templo, que cayeron en la oquedad durante diferentes momentos de saqueo del edificio. Casi todas eran de granito, demasiado pesadas para un fácil traslado, y quedaron allí abandonadas.
En la cara oculta de un dintel de la puerta descubrieron con sorpresa un cartucho de Sesostris III, un faraón del Reino Medio cuyo templo funerario está en Lahun, a sólo 10 kilómetros. Se sabía que Ramsés II empleó elementos de otros lugares en la remodelación del templo y «había investigadores que decían que las columnas y arquitrabes reutilizados procedían de Abusir, de un templo de la V dinastía, pero tenemos todas las pruebas de que vienen de Lahun«, sostiene la directora de las excavaciones.
Hasta ahora se desconocía dónde habían ido a parar los bloques arquitectónicos de ese templo semidestruido. «Las estamos encontrando nosotros. Es muy emocionante», relata Pérez Die, que ha identificado otra inscripción más de Sesostris II.
Primer patio del templo de Heryshef, con el fragmento de coloso en su posición actual
No son las únicas piezas que reutilizó Ramsés II. Los restos de una de las dos enormes estatuas que flanqueaban la puerta de entrada permiten afirmar a la veterana egiptóloga que «es un coloso del Reino Medio. Ramsés lo llevó hasta allí y le puso su nombre«.
Dos triadas de los dioses Sekhmet, Ptah y Ramsés recibían a quienes flanqueaban esa puerta y accedían al patio peristilo. Una de ellas, descubierta por Petrie, se conserva en el Gran Museo Egipcio y la hallada por los egiptólogos españoles se puede contemplar en el propio yacimiento, en un museo al aire libre donde exponen desde hace años sus hallazgos. También en este patio encontraron las basas de las columnas que lo rodeaban y fragmentos de las estatuas de Ramsés que se erigían en fila a ambos lados, como en el templo de Luxor.
Al fondo se alzaba un pórtico con columnas palmiformes. Naville recuperó seis de ellas, que ahora se exhiben en varios museos, pero ya sugirió que debieron de existir dos más para sostener el arquitrabe. Las últimas excavaciones parecen darle la razón. «Hemos encontrado un fragmento de otra columna que no es igual, pero que encaja perfectamente aquí», apunta Pérez Die.
Sillar con relieve
Quien subía la rampa escalonada del pórtico y pasaba entre estas columnas se veía escoltado a continuación por otros dos colosos emplazados en ambos laterales, que actualmente se exhiben en museos de El Cairo y Pensilvania. Al frente, una inscripción en una pared decorada recordaba una de las fiestas Heb-Seb de Ramsés II. Esta importante celebración de los antiguos soberanos egipcios conmemoraba el ascenso al trono del faraón y se cree que buscaba renovar su fuerza y energía espiritual. Ramsés II, que vivió hasta los 90 o 91 años, celebró más de una docena de estas fiestas Heb-Seb. Una de ellas, en Heracleópolis Magna.
Tras el pórtico se situaba la sala hipóstila, con su característico bosque de columnas. Es la más estropeada en la actualidad. Y al fondo, en el lugar más recóndito del templo, entre estancias aledañas, tenía su santuario el dios Heryshef, al que se le representaba con cabeza de carnero y cuerpo humano.
Orientado a la estrella canopo
Para recuperar la historia de este antiguo templo egipcio, los arqueólogos han tenido que servirse de sistemas de drenaje para que el agua no anegara las excavaciones. Heracleópolis Magna se encuentra en una llanura verde junto al Bahr el Yusuf, el brazo del Nilo que desemboca en el cercano oasis de El Fayum.
Levantando uno de los bloques arquitectónicos del templo de Heryshef
En este emplazamiento fértil a 40 kilómetros del Nilo, el río no fue el elemento que determinó su orientación, como en otros templos. El prestigioso astrónomo Juan Antonio Belmonte, investigador del proyecto, ha descubierto que los antiguos egipcios tomaron como referencia la estrella canopo, la segunda más brillante de sus cielos antes y ahora.
«Nada es casual. El templo es el eje que vertebra todos los elementos del yacimiento»
Carmen Pérez Die
Directora del proyecto de Heracleópolis Magna
«Nada es casual. El templo es el eje que vertebra todos los elementos del yacimiento», destaca Pérez Die. Las dos necrópolis intramuros de la ciudad, en las que la misión española ha hallado tumbas de altos funcionarios y personalidades heracleopolitanas, se orientaron hacia la morada de Heryshef.
En las excavaciones del templo principal de Heracleópolis Magna, que estuvo activo desde el Reino Medio hasta época romana, han participado en los últimos años expertos como Antonio Guio, María Antonia Moreno, Antonio Gómez, Bettina Bader, José Javier Martínez, Gema Garrido, Juan Candelas, Sayd Ali Ahmed y Enrique Sanz junto a inspectores egipcios. Pérez Die estima que en un par de campañas más podrán dar por terminadas sus investigaciones en este área del yacimiento. Solo queda un último empujón, para el que buscan patrocinio.
Cuentan con el apoyo institucional del Ministerio de Cultura, el Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto y del MAN, al que está adscrito este proyecto «de cooperación cultural entre España y Egipto» que echó a andar tras la campaña de salvamento de la Unesco en Nubia. Hasta ahora sus trabajos han sido posibles gracias al patrocinio del Ministerio de Cultura, la empresa Agrométodos S.A., Argea Consultores, la asociación Acophia, Construcciones Lozoya, Fundación Palarq y la Asociación Española de Arqueología, entre otros.