¿Cómo le digo a mi padre que el abuelo fue un policía nazi?

En 'Mi padre alemán', Ricardo Dudda reconstruye la memoria de su familia, marcada por la guerra

«Es imposible que la Segunda Guerra Mundial, la más devastadora de la historia, no tenga secretos»

Ricardo Dudda, a los hombros de su padre. A la derecha una fotografía familiar JORGE GONZÁLEZ NAVARRO

Ricardo Dudda (Madrid, 1992) creía estar trabajando en un libro más o menos amable sobre su padre, un alemán prusiano de ochenta años que en su infancia sufrió los estragos de la Segunda Guerra Mundial, pero todo cambió el día en que cayó en ... sus manos el archivo de su abuelo Richard. «Mi tío era muy fetichista y lo conservaba todo, desde facturas a pasaportes», explica Dudda por teléfono. Y en esas dio con un documento que no esperaba: el pasaporte policial de su abuelo, con manchas de sangre y una gran esvástica, que demostraba que Richard había sido policía del Tercer Reich. Nadie en la familia lo sabía. Tampoco que participó en el Holocausto en Bielorrusia, Rusia, Letonia y Lituania en 1943 y 1944. «Me quedé paralizado. Me parecía algo casi ficticio. Mi abuelo nunca habló de eso». ¿Cómo iba a contárselo a su padre?

Posguerra

El libro se convirtió en algo completamente diferente, claro. Dudda había crecido con el ruido de fondo de las historias que su padre iba contando a unos y otros. «Contaba de manera edulcorada, con ese carisma que tiene, su historia de superación: de niño refugiado a empresario de éxito. Yo le oía y decía: 'Estas son sus historias'». Aprovechó algunas anécdotas para hacer un trabajo perezoso en el instituto y poco más. «De pronto, empecé a investigar por mi cuenta la historia de la Segunda Guerra Mundial», dice. «Ya no eran solo historias de mi padre». Lo que Dudda tenía entre manos, sobre todo después de dar con los papeles del abuelo, era la memoria de la posguerra: el silencio de quienes participaron del nazismo, la voluntad de olvido de los años posteriores e incluso la mirada de nuestro tiempo, tantos años después.

Álbum familiar De arriba abajo: Richard, abuelo de Ricardo Dudda, fue policía del Tercer Reich; el autor, de niño con su padre, y foto de Dudda ABC

De todo esto trata 'Mi padre alemán', libro que quedó finalista en la segunda edición del premio de no ficción de la editorial Libros del Asteroide. «En la posguerra inmediata no se quería hablar demasiado del Holocausto. Los novelistas no lo hacían porque no tenían público. Y la gente de a pie estaba más centrada en sobrevivir. En el caso de mi padre, hubo seguramente un olvido intencionado, quizá para superar algo que le dolía». Nació en 1940; cuando tenía doce años, había pasado siete como refugiado: huyendo del Ejército Rojo, como niño soviético antes de la creación de la RDA, viviendo en el castillo expropiado de una condesa... «El nuevo régimen alemán, de algún modo, hizo por olvidar; si no, se habría imposibilitado la creación del Estado. En el 51 hubo una ley que garantizó que los que habían sido funcionarios en el Reich volvieran al trabajo sin que se les mirara de cerca lo que habían hecho».

El caso de Richard, padre de Gernot Dudda, abuelo de Ricardo Dudda, se ajusta a estas particularidades. Fue jefe de policía de la 'Schutzpolizei', una policía estatal, y en su pasaporte están registradas ciudades, fechas y nombres de operaciones en las que participó, siempre, a las órdenes de Friedrich Jeckeln, de las SS, uno de los principales perpetradores de la Shoah. Al acabar la guerra, Richard fue policía al servicio de los soviéticos en la Alemania Oriental. Pero en 1948 lo despidieron por haber servido bajo el nazismo. Richard se recicló entonces en un trabajo ingrato, desactivador de bombas, hasta que dos años después pudo volver a la policía, esta vez en la RFA. «Volvió al trabajo sin que se le mirara muy de cerca lo que hizo aquellos años. No solo no fue juzgado, sino que consiguió recuperar su trabajo. Luego recibió una pensión por haber sido policía durante la guerra».

Conversaciones

Cuenta el autor de 'Mi padre alemán' que lo que más le costó fue revelárselo a su padre. «Yo a mi abuelo no lo conocí, era un proceso que le implicaba más a él. Lo mejor es que no trató de negarlo. Lo habitual, como muestra Philippe Sands, es negarlo, el autoengaño. Mi padre dijo: «Ahora entiendo por qué no hablaba de la guerra». Lo único que sabía es que no le crecía el pelo en una parte de la cabeza por la herida que le produjo la explosión de una mina. Dueño de una empresa de publicidad, Gernot se ha encontrado en la etapa final de su vida con un sorprendente giro de guion para esas batallitas que tanto le ha gustado contar.

«Es un libro para él, pero también para los dos», dice Dudda. ¿Y no corre el riesgo de ser otro de esos libros en los que la gente «escupe sus sentimientos como si fuera sangre», como dijo Rilke en su día? El autor no lo cree: «El proyecto ha ido cambiando, y supe que tenía hacerlo desde la primera persona». Combina los diálogos con su padre con el contexto de la época y los descubrimientos en el archivo de su abuelo, en un tono ponderado y lejos de lo lisonjero. «No quería hacer un elogio edulcorado. Todas estas conversaciones, al final, nos han unido mucho». A caballo entre la biografía, el ensayo histórico y la crónica periodística, Dudda ha conseguido enlazar su memoria familiar con las raíces de conflictos que hoy siguen vivos.

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Sobre el autor Jaime G. Mora

Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la UCM y Máster ABC

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