2013: la mejor cosecha del cine documental

Nada hacía presagiarlo. Especialmente su arranque discreto. O su retrato de un personaje, Rodríguez, absolutamente desconocido. Pero entonces llegó el Oscar a mejor documental. Y el boca a boca. Y el triunfo de una historia casi demasiado buena para ser real: cantante de Detroit que lo tiene todo para triunfar y pasa desapercibido, salvo en Sudáfrica, donde una de sus canciones se convierten en himno contra el Apartheid; un puñado de locos que se empeñan en buscar su rastro décadas después; la salida del anonimato y, al fin, el reconocimiento como artista. Hoy, el septuagenario Rodríguez se sube a los escenarios, feliz.

«La gente salía con tan buen cuerpo y de tan buen humor que se desató la euforia. No hay nadie a quien no le haya gustado. Puede ir toda la familia a verla. Te devuelve la fe en el ser humano», resume Schmitz las claves del éxito. Amplía una voz autorizada, la de Mikel Olaciregui , responsable de la Cineteca de Madrid y del festival Documenta Madrid : «Ha supuesto una sorpresa muy agradable; ha funcionado casi como una película de ficción. Trasciende una temática musical y comunica con mucha gente».

Un momento dulce

El éxito de «Searching for Sugar Man» ha resultado inesperado para propios y extraños en un país donde, no hace tanto, documental se asociaba con imágenes de leones cazando cebras a la hora de la siesta. Este 2013 han sido varias las cintas de no ficción que han funcionado en la cartelera. «Han salido cuatro o cinco documentales muy buenos, hay una racha interesante», opina Schmitz, quien añade a la lista «The act of killing» y «El impostor» , todas distribuidas por Avalon.

¿Vive el documental su mejor momento? ¿Se puede hablar de una tendencia? Para Schmitz, «es atrevido, pero la disposición del público está ahí; vamos venciendo poco a poco la resistencia». Olaciregui cree que sí, que hay una tendencia, aunque matiza: «no sabemos cuánto va a durar. Sobre todo por el beneplácito del público. Siempre es caprichoso y difícil de prever». El ex director del Festival de San Sebastián hace el siguiente diagnóstico: «Hay un cruce de dos públicos: el de aficionados "per se" al documental y el de personas menos interesadas en los documentales pero atraídas por sus temáticas».

Más optimista y rotundo se muestra Pablo Iraburu , productor y director; desde Arena Comunicación Audiovisual ha lanzado trabajos como «Pura vida». Esta es su radiografía: «El documental ya no solo funciona en los cines, también en Internet. Lo ves en el extranjero. Es alucinante lo que están haciendo en Francia, Estados Unidos, Inglaterra, Holanda. Hay mucho documental y muy bueno ».

Docus «made in Spain»

Si el género de no ficción vive una etapa de esplendor, España no es excepción. « Vivimos un momento especialmente brillante , por calidad e interés. Cada año se ruedan 50 documentales», describe Olaciregui. Uno de esos filmes es el mencionado «Pura vida» («trasciende muchísimo del alpinismo a valores como la solidaridad, el trabajo en equipo, las ataduras sentimentales en la montaña», alaba Olaciregui), que recrea el dramático intento de rescatar al montañero Iñaki Ochoa de Olza en el Annapurna en 2008 .

Iraburu explica que su productora tiende a embarcarse en proyectos complejos, que implican numerosos viajes. «En "Pura vida" utilizamos 11 localizaciones diferentes. Es más un trabajo de producción que de dirección. El equipo de producción hizo posible que pudiéramos rodar en el campo base del Annapurna con luna llena», relata. Apasionado del documental («es diferente, mucho más divertido, creativo, enriquecedor, interesante; supone rodar sin saber qué va a pasar»), Iraburu asegura que este género « siempre es un salto al vacío . Ahora empezamos película nueva con nuestros ahorros. Si sale mal, te metes una leche. Es vocacional, un riesgo total».

Hay toda una nueva hornada de documentales españoles. Títulos como «Pepe el andaluz», «La maleta de Marta» y «El invierno de Pablo», proyectadas en la última edición de Documenta Madrid. Aunque no todo son luces: Cromosoma, productora de «Bicicleta, cuchara, manzana», que ganó un Goya en 2011, se halla inmersa en un ERE.

El ejemplo de los grandes

No puede ser casual que cineastas consagrados como Martin Scorsese, Wim Wenders, Werner Herzog y Oliver Stone alternen el cine de ficción y el documental. «Su forma de expresar la realidad, con hechos y testimonios, es lo que atrae a grandes directores», según Olaciregui. «Las técnicas narrativas son las mismas, lo importante es que seas un buen cineasta. La frontera se está difuminando cada vez más», añade Iraburu.

Scorsese lleva rodando documentales desde 1970. El último, dedicado al beatle George Harrison. Último hasta la fecha, porque habrá más: el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton será el protagonista de su próximo trabajo de no ficción. Wenders, con varios documentales en su haber, fue candidato al Oscar en 2012 por «Pina», un tributo a la alemana Pina Bausch, bailarina, coreógrafa y directora de danza contemporánea. Herzog cuenta en su producción con una vasta lista de documentales, desde «Grizzly Man» a «Encuentros en el fin del mundo», también esta última candidata a la estatuilla.

Stone, tras aproximarse a la figura de Fidel Castro («Comandante», «Looking for Fidel», «Castro in winter») y la realidad política sudamericana, se ha sumado a la rica cosecha de este 2013 con diez episodios sobre «La historia no contada de los Estados Unidos». Proyectado en San Sebastián , a juicio de Olaciregui «ofrece una versión muy subjetiva de aspectos de la Historia, de forma tamizada, pasada por su ideología y mentalidad». Hay algo tentador, coinciden, incluso con un componente de superioridad moral, en el documental frente a la ficción.

Un futuro prometedor

«Searching for Sugar Man» ya no está en las salas. Bombazos como el de «Bowling for Columbine», con sus 500.000 espectadores en España en 2003, son excepcionales. Pero el horizonte inmediato se presenta despejado. Las perspectivas son buenas. « El documental está mucho mejor que hace 5 años », sentencia Schmitz. Este jueves, sin ir más lejos, se estrena «Blackfish», la historia de una orca que acabó con la vida de tres personas.

«Se acumulan documentales muy interesantes desde el punto de vista narrativo y formal", concede Olaciregui, satisfecho por la buena respuesta del público a Documenta Madrid 13. «El festival había crecido de forma desordenada: ahora es más ordenado, con menos películas y una selección más cuidada», asegura, con el aval de haber descubierto y premiado a «The act of killing».

Iraburu vuelve con una carga de optimismo: « Cada vez le va a ir mejor al documental. Hace años la gente no iba ni loca , esto es solo el principio. Dentro de 3 o 4 años el documental dejará de ser el hermano pequeño del cine de ficción». Lo dice días después de volver de Colombia, de preparar su próximo trabajo. Y apunta a todo un cambio de mentalidad: «El público ha madurado, la gente está harta. Antes vivíamos en los mundos de Yupi, creíamos lo que nos decía la publicidad, los políticos. La gente quiere verdad y saber qué está pasando. Y eso lo tiene el documental».