'La nostra ciutat': crónicas (aburridas) de un pueblo
'La nostra ciutat' es la historia de existencias sin Historia: la gente nace, se desarrolla y tarde o temprano muere
'La plaça del diamant': una Colometa múltiple y eterna
Barcelona
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Iniciar sesiónEdward Albee proclamó a 'Our town' ('Nuestra ciudad') como «la mejor pieza americana que se ha escrito» y las adaptaciones de esta obra que Thornton Wilder estrenó en 1938 parecen refrendarlo: Paul Newman y Frank Sinatra realizaron una versión televisiva en 1955 y ... Newman volvió a representarla en 2003.
Crítica de teatro
'La nostra ciutat'
- Autor: Thornton Wilder.
- Traducción: Víctor Muñoz Calafell.
- Dirección: Ferran Utzet.
- Escenografía: Josep Iglesias.
- Vestuario: Berta Riera.
- Caracteriz...: Anna Madaula.
- Intérpretes: Guillem Balart, Rosa Boladeras, Jenny Beacraft, Tai Fati, Oriol Genís, Paula Malia, Carles Martínez, Biel Montoro, Lluís Oliver, Mercè Pons, Rosa Renom, Xavier Ripoll, Isabel Rocatti, Josep Sobrevals, Albert Triola.
- Teatro: Teatre Lliure, Barcelona.
Con semejantes credenciales Ferran Utzet la ha recuperado al frente de una quincena de actores que encarnan a los habitantes de Grover's Corners, la población de New Hampshire donde transcurre la acción entre 1901 y 1913. Rosa Renom es la alcaldesa que describe el tranquilo discurrir de las vidas de sus convecinos entre los que destacan las familias Gibbs (Xavier Ripoll es el médico del pueblo) y Webb (Carles Martínez es el editor del periódico local), sus respectivas esposas (Rosa Boladeras y Mercè Pons) y sus vástagos, George (Guillem Balart) y Emily (Paula Malia) que acabaran casándose. Estos protagonistas se relacionan con otros personajes: sus hermanos, la maestra, el lechero, el policía, el organista del coro…
'La nostra ciutat' es la historia de existencias sin Historia: la gente nace, se desarrolla y tarde o temprano muere. Una mirada la de Thorton Wilder deudora de su vocación periodística y de la psicología behaviorista que en España podría emparentarse con la serie 'Crónicas de un pueblo' donde no hay conflictos imprevisibles ni personajes perversos… Solo el fluir del día a día de las vidas mínimas. El problema de la obra de Wilder es que suena ahora demasiado naif, con reflexiones que, con todo lo que pasó desde su estreno en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, aquel 1938 de la «invasión marciana» de Orson Welles, suenan tópicas.
Si a eso añadimos la adaptación plana de Utzet con ese transcurrir cansino del segundo tramo del montaje -la escena del cementerio se hace interminable- esta crónica de un pueblo norteamericano se revela un tanto aburrida. Quizás la intención del autor fuera esa -reflejar el tedium vitae- pero el adaptador, más de ochenta años después, debería haber imprimido un poco de ritmo a la acción, «mover» con más garbo los personajes. Y eso con un magnífico cuerpo actoral y la siempre solvente Rosa Renom de alcaldesa-narradora. Lástima.
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