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ABC Cultural

Una carta inédita revela que Howard Carter robó tesoros de Tutankamón

Un colaborador de la excavación acusa al arqueólogo de obsequiarle con un objeto sustraído de la tumba, antes de que ésta se abriera oficialmente

Fotografía de Howard Carter el arqueólogo que descubrió la tumba de Tutankamón AFP
Ana Paula Herrera

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Este año se cumple el centenario del descubrimiento de la tumba de Tutankamón y en el marco de su conmemoración se vuelven a despertar las sospechas, especialmente entre los egipcios, de que su descubridor, el arqueólogo británico Howard Carter, hurtó varios objetos antes de que el sepulcro se abriera oficialmente.

La sospecha de que Carter se había hecho con tesoros de la tumba del faraón de la dinastía XVIII, han estado presentes durante mucho tiempo y a pesar de que los rumores han circulado durante generaciones, era muy difícil encontrar pruebas, hasta ahora, que el periódico británico 'The Observer' ha publicado un fragmento de una carta escrita por Sir Alan Gardiner, un destacado filólogo inglés, miembro del equipo de Carter y quien le ayudó a traducir los jeroglíficos de la tumba de 3.300 años de antigüedad.

Según esta misiva, Carter habría entregado a Gardiner un «amuleto» que se usaba como ofrenda, asegurándole que no procedía de la tumba. Sin embargo, Gardiner le mostró el objeto a Rex Engelbach, el entonces director británico del Museo Egipcio de El Cairo, quien al examinarlo, dijo que coincidía con otros artículos encontrados en la tumba, todos hechos del mismo molde, y dio por seguro que procedía del sepulcro.

Molesto, Gardiner escribió una carta al arqueólogo e incluyó el veredicto condenatorio de Engelbach. «Lamento profundamente haber sido puesto en una posición tan incómoda. Naturalmente, no le dije a Engelbach que había obtenido el amuleto de ti», se lee en un fragmento de la carta que es parte de una colección privada y que se publicará completa junto a otras en un próximo libro de Oxford University Press, 'Tutankhamon and the Tomb that Changed the World' (Tutankamón y la tumba que cambió el mundo), escrito por Bob Brier, un destacado egiptólogo estadounidense de la Universidad de Long Island, quien menciona que esta carta es una «prueba definitiva» y asegura que no hay más dudas al respecto.

El hallazgo en 1922 de la bóveda funeraria del niño rey, llena de tronos, carros y miles de objetos, captó la atención todos y renovó el interés por el Antiguo Egipto. Desde la fecha, algunos egiptólogos han cuestionado la afirmación de Carter de que los tesoros de la tumba habían sido saqueados en la antigüedad.

El escritor Brier señala: «Se sospechaba que habían irrumpido en la tumba antes de su apertura oficial, sacando artefactos, incluidos joyas, vendidos después de sus respectivas muertes. Se sabía que Carter de alguna manera tenía objetos, y la gente sospechaba que podría haberse ayudado a sí mismo, pero estas cartas son una prueba irrefutable». Y añade: «No tenemos ninguna negación oficial por parte de Carter, pero el gobierno egipcio lo excluyó de la tumba por un tiempo. Había muchos malos sentimientos y pensaban que estaba robando cosas».

En su libro escribe que los egipcios no pudieron demostrar sus sospechas y estaban convencidos de que el arqueólogo había planeado robar una cabeza de madera de Tutankamón que se encontraba en su poder, así como muchos otros objetos que se encontraron en el mercado de antigüedades egipcias de su propiedad y que claramente provenían de la tumba.

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