La concatenación de errores que llevó a la desaparición del Códice Calixtino
Además de que no estaba custodiado permanentemente, las 25 cámaras de la Catedral de Santiago no grababan la estancia donde estaba la caja fuerte en la que se guardaba

Mañana se cumple un año de la denuncia del deán de la Catedral de Santiago , José María Díaz , sobre la desaparición del «Códice Calixtino». El archivero del manuscrito denunció que no estaba en la caja fuerte y que llevaba «cuatro o cinco días sin verlo».
Al igual que otros muchos robos en la historia del arte, la sustracción del Códice no fue un asalto espectacular de película, ni una operación de guante blanco preparada hasta el más mínimo detalle, sino tal y como se acaba de descubrir la venganza de un trabajador de la Catedral despedido tras trabajar allí más de 20 años y que conocía el templo como su propia casa.
El extrabajador, que ha sido detenido junto a su mujer, su hijo y la novia de éste , parece que se aprovechó de los errores de seguridad de la catedral y pudo hacerse con más obras del interior. En los registros la policía ha encontrado también uno de los Libros de Horas y ocho facsímiles del Códice Calixtino. Además de estas joyas el electricista se hizo con documentación de los responsables y religiosos, correspondencia privada de los canónigos y llaves de acceso a dependencias del templo así como una gran cantidad de monedas y otros objetos artísticos procedentes del lugar. Y todo esto sin levantar sospechas hasta la desaparición del «Códice Calixtino». ¿Cómo pudo ser posible?
La Policía, nada más conocer la denuncia de la desaparición, montó un fuerte operativo policial en las fronteras para evitar la salida del manuscrito, sin embargo ahora se ha sabido que el manuscrito del siglo XII nunca salió de Santiago.
Al poco de la desaparición se barajó que se pudiera tratara de un secuestro
El «Códice Calixtino» era guardado en una caja fuerte a la que solo podían acceder 3 personas, el deán de la Catedral de Santiago y otros dos colaboradores suyos, tal y como él mismo confirmó. La Policía inició la investigación el mismo día de la denuncia, el 5 de julio, siempre teniendo en cuenta el hecho del restringido acceso al documento y que ni la caja fuerte ni la habitación donde ésta se guardaba habían sido forzada. Desde un principió se barajó la posibilidad de que el robo fuera más un secuestro para atacar a alguien de la Catedral que para vender la obra. A los tres meses José María Díaz, deán de la catedral, dimitió como archivero argumentando que en su decisión había pesado la desaparición de la obra.
Sin custodia ni cámaras
Las medidas de seguridad para custodiar el Códice eran mínimas. No existía una vigilancia directa sobre el manuscrito, que además estaba simplemente dentro de la caja fuerte apoyado sobre un cojín y cubierto con un tapete para protegerlo.
No existía custodia de la caja fuerte y no había cámaras en la estancia
Uno de los problemas más importantes de seguridad al que tuvieron que hacer frente los investigadores fue que en la estancia donde estaba la caja fuerte no había cámaras de seguridad . Las 25 instaladas en la catedral solo grababan algunos pasillos, por lo que el trabajo policial fue muy complicado, máxime cuando el lapso de tiempo de la desaparición sobre el que trabajaban era de cinco días. Los investigadores revisaron más de 400 horas de video para tratar de encontrar algún sospechoso.
La sustracción parecía clara que tenía que estar hecha desde dentro. El famoso ladrón de guante blanco «Erik el Belga» afirmó que realizar un «trabajo» así solo podía hacerse con un colaborador interno . Pero una cosa era la teoría y otra el llegar a pensar que fuera un trabajador despedido el artífice de tamaña sustracción.
Descuido de las administraciones
No todo fueron fallos en la seguridad o elementos que complicaban la investigación policial, algunas voces sumaban también el desinterés por parte de las administraciones. Tal y como dijo en las páginas de ABC el Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela, Carlos Ruiz Miguel , « el Estado no se molestó en administrar y tomar las medidas necesarias para prevenir el robo» . Ley de Patrimonio Histórico Español (LPHE) de 1985 recoge que «la administración podrá inspeccionar en todo momento la conservación de los bienes muebles del patrimonio histórico español (artículo 26.6.a)». Además, el artículo 36.3 LPHE establece que cuando los titulares de los bienes protegidos deben ser adecuadamente «conservados, protegidos y custodiados» por sus propietarios, el Estado podrá ejecutar subsidiariamente esas medidas. Parece que en los últimos años del Gobierno de Zapatero nadie se «molestó en inspeccionar y, consecuentemente, adoptar las medidas necesarias para impedir esta tragedia», según las palabras del Catedrático.
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