Félix Klieser, el virtuoso de la trompa que toca con los pies
El músico alemán, que comenzó a tocar con 4 años, ha actuado en orquestas de toda Europa. Aunque su historia es única, no se ve como un ejemplo a seguir
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Iniciar sesiónA los 4 años, Felix Klieser (Gotinga, 1991) se enamoró de la trompa. Aún no sabe exactamente de dónde viene su vocación, porque en su familia no hay ningún músico. Sus padres, sorprendidos por su afición, empezaron a buscarle un profesor para que desarrollase su ... talento, aunque un instrumento como la trompa no fuera el más sencillo, a priori, para alguien que, como él, nació sin brazos. A los 13 años logró entrar en la Universidad de Música y Teatro de Hannover y con apenas 17 ya formaba parte de la Joven Orquesta de Alemania. Ha actuado en toda Europa como solista, y también como trompista invitado en orquestas como la Camerata de Salzburgo y la Filarmónica de Gran Canaria. «Poco a poco fui cogiendo confianza y hasta hoy», resume con naturalidad.
Aunque la mayoría del público se queda boquiabierto al verle en concierto, tocando en una posición casi de contorsionista, con la trompa colocada sobre una especie de atril y acariciando las teclas con los pies, él resta importancia a su particular método. «No es tan complicado, para mí es algo cotidiano», reconoce el joven, prácticamente autodidacta. «De hecho, fue bastante fácil desde el principio, aunque se necesita mucha práctica coordinar la respiración con el pie. Lo que más me costó fue aprender a hacerlo más rápido y llegar a las notas más agudas», señala el músico, que da cerca de 80 conciertos cada año. Hoy, de hecho, actuará en España junto al pianista Christof Keymer en el marco de la Semana de la Música Religiosa de Cuenca, un festival declarado de Interés Turístico Internacional. Ambos interpretarán seis obras del periodo romántico, entre las que se encuentran Sonata de Beethoven, el Adagio y Allegro de Schumann y el Andante de Strauss.
Todos los días trata de ensayar al menos tres horas con su 'Alex', una trompa que tiene vida propia en las redes sociales. Sin embargo, no siempre lo consigue, ya que los deberes del músico profesional, reconoce, no acaban cuando se baja del escenario: «Invierto mucho tiempo también en viajes, entrevistas, gestiones de todo tipo...».
Pese a que Klieser es un trompista único, no se considera un ejemplo para los demás. «Creo que el mensaje que hay que transmitir es que cada uno debe hacer en la vida aquello que le fascina. Vivimos en una sociedad en la que todo el mundo te dice lo que es bueno y malo para ti. Vemos en las redes sociales a diario ejemplos de personas que nos enseñan lo importante que es ser exitoso, rico y guapo; y que no siempre son felices. Y no todo el mundo tiene que seguir ese camino, sino buscar aquello que le entusiasme, aunque sea una vida completamente distinta a la habitual», sentencia, convencido de que la música clásica puede llegar a todos los públicos, incluso a los más jóvenes, siempre y cuando logren «perderle el miedo».
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