Enclave de Ciencia: un balcón privilegiado para asomarse al futuro
La RAE presenta su nueva aplicación digital, que pretende divulgar el lenguaje técnico e impulsar la literatura científica en español
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Iniciar sesiónEn 1885, cuando en España la esperanza de vida no llegaba a los cuarenta años, una epidemia de cólera sacudió Valencia. Ante aquella crisis, y después de desacreditar la vacuna elaborada por un joven doctor catalán llamado Jaime Ferrán, Santiago Ramón y Cajal ... propuso una vacuna de gérmenes del virus muertos por el calor, un hallazgo pionero entonces, pero por el que que no fue reconocido. ¿El motivo? Que publicó su estudio en castellano y que, por tanto, nadie lo leyó: los méritos se los llevaron los estadounidenses Daniel Salmon y Theobald Smith, que plantearon algo parecido, aunque más tarde. En sus escritos, el Nobel de Medicina dejó impreso el problema: «El español es una lengua desconocida de los sabios».
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El episodio lo recordó ayer el ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque , durante la presentación virtual de Enclave de Ciencia, la nueva herramienta con la que la Real Academia Española (RAE), en colaboración con su cartera, quiere divulgar y promocionar el español científico y técnico. «Nunca la ciencia ha tenido un protagonismo tan intenso como en los últimos días en el imaginario de las personas y en los medios de comunicación –afirmó–. Esta herramienta va en el camino de acercar la ciencia y la tecnología al gran público, poniendo en valor el vocabulario específico, técnico, y así conseguir que se comprendan de forma correcta las explicaciones científicas».
Plataforma integrada
En síntesis, Enclave de Ciencia es una página web de servicios lingüísticos relacionados, claro, con la ciencia, un lugar al que acudir en caso de colapso mental por sobredosis de tecnicismos o, mejor aún, un instrumento de gran utilidad para investigadores y lingüistas. El «juguete», de acceso gratuito en enclavedeciencia.rae.es , aúna cuatro diccionarios (el Diccionario de la lengua española científico-técnico, el Terminesp de la Asociación Española de Terminología, el Dicciomed de la Universidad de Salamanca y el Diccionario español de ingeniería) que, en total, suman más de 110.000 entradas. Además, como explicó el académico Guillermo Rojo , que ha supervisado el desarrollo de la aplicación, incluye un gran corpus de textos técnicos provenientes de la RAE y de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt) que permiten analizar en qué contexto se utilizan determinados términos y rastrear su frecuencia de uso en función del año o de la zona geográfica.
Estas bases de datos, eso sí, solo llegan hasta 2019, ya que no se pueden actualizar en tiempo real por el gran trabajo de captación de textos, codificación y anotación que requieren. Por eso, al buscar «coronavirus» vemos que solo está recogida en 50 documentos y que ninguno de ellos, por cierto, fue publicado en 2018 o 2019. O que «pandemia» era una palabra que, hasta 2019, se usaba con más frecuencia relativa en Bolivia, Uruguay, México y Venezuela que en España. Qué rápido cambian las cosas...
Entre otras utilidades, este invento ofrece la posibilidad de ver, en un golpe de vista, las diferentes definiciones de un término en varias áreas de conocimiento, las palabras que derivan del mismo o sus equivalentes entre otros idiomas. «Es una plataforma integrada, no solo una agrupación de diferentes recursos. Es una forma nueva, altamente original, de acceder de una sola vez a la consulta de algunos diccionarios y corpus vinculados con la actividad científica y su difusión. La divulgación ha sido el elemento nuclear que ha presidido el proceso de construcción de esta plataforma», resumió Rojo. Esto último es, casi, una demanda popular, porque tal y como señaló la directora general de la Fecyt, Paloma Domingo García , en 2018 un 16,3% de los ciudadanos españoles situó la ciencia como un tema de interés informativo, pero más de la mitad aseguró tener dificultades para entenderla. Y eso fue antes de la pandemia y del curso acelerado de vocabulario epidemiológico al que hemos asistido.
Un viejo sueño
Enclave de Ciencia forma parte de la estrategia de innovación que la Academia ha desarrollado en los últimos tiempos y responde a una de las grandes lagunas de nuestro idioma. Como recordó Santiago Muñoz Machado , director de la Docta Casa, el español es la segunda lengua con más hablantes nativos del mundo (483 millones, nada menos, según cifras de 2019) y, sin embargo, la literatura científica se sigue escribiendo fundamentalmente en inglés, como lamentaba hace tantos años Ramón y Cajal.
La plataforma también viene a cumplir «un viejo sueño». Ya cuando se elaboró el primer Diccionario de la lengua, hoy conocido como Diccionario de autoridades, que se publicó en 1726 y 1739, se puso sobre la mesa la necesidad de incluir en esa obra el vocabulario científico, y en parte se hizo, aunque la base fue la gran literatura española. En el siglo XIX se planteó recurrentemente la idea de añadir masivamente el vocabulario de las artes liberales y mecánicas, pero los detractores argumentaban que el Diccionario ya era lo suficientemente copioso (es decir, pesado) y que tenía las entradas científicas suficientes. «Así se han mantenido las cosas hasta ahora, cuando las tecnologías nos han permitido tener compilaciones, obras dedicadas al lenguaje especializado. Hemos empezado por el lenguaje del derecho, y ahora estamos con el de la ciencia. Esto es el comienzo de un trabajo que tiene que prorrogarse durante años», remachó Muñoz Machado.
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