Los dibujos de Juan Muñoz revelan una nueva dimensión del artista

Pound, el poeta americano que fue declarado loco e internado, servía de motivo a Juan Muñoz para una reflexión abismal que podría parecer el barrunto de su propia muerte , acaecida a los 48 años muy poco tiempo después. Ayer, su viuda , la escultora Cristina Iglesias , paseaba solitaria por esa sala y cuando le pedimos un comentario nos dijo: «Me han preguntado muchas veces si estos dibujos significan de algún modo que Juan intuía que le quedaba poco tiempo. Y no, la respuesta es no. Juan creía que iba a vivir para siempre ». Sobre la exposición en su conjunto añade: «Hay muchos dibujos más pero la selección de los doscientos que expone aquí el comisario Dieter Schwarz es perfecta».

Sin duda el conjunto reunido en el Centro Botín da una idea verdaderamente original de Juan Muñoz, que fue uno de los artistas españoles más influyentes de su generación , aunque es más conocido como escultor. La importancia de esta muestra es que pone en evidencia el peso del dibujo en su producción y permite a una nueva generación conocerlo en detalle.

Dibujar no era para él la mera forma de preparar sus obras escultóricas , sino una perpetua indagación, con mucho de juego . Permanecía enganchado a la página en blanco como espacio primordial, aunque también experimentaba mucho en soportes infrecuentes y difíciles, como el hormigón , la tela de gabardina (algodón tintado), el cartón o la lámina de plástico. Es evidente el contacto con la tradición, desde Seurat al italiano Parmigianino , cuyo retrato reflejado en un espejo convexo inspiró una de las piezas más llamativas de la exposición, la del hormigón.

Los textos del catálogo , coeditado por el Centro Botín y La Fábrica, reivindican ese diálogo de un artista cuya inspiración figurativa era ya toda una toma de posición frente a las corrientes artísticas hegemónicas en los años 80 , en los que se dio a conocer internacionalmente. Tanto el citado comisario como Manuela Mena escriben al respecto.

Durante la presentación a la prensa, la hija del artista, Lucía , señaló cómo su aliento narrativo y la multiplicidad de técnicas le vuelven un artista tremendamente contemporáneo dos décadas después de su muerte. «Creo que la muestra descubrirá al publico joven que fue un artista multidisciplinar . Exploró la escultura y el dibujo enormemente, igual que la escritura, su obra sonora y el teatro, y por eso es tan actual».

Una clave de toda su producción es la reflexión sobre la naturaleza humana. Por ello no sorprende descubrir la interesantísima serie que hizo para ilustrar 'Una avanzada del progreso' , relato de Joseph Conrad en el que el autor de 'El corazón de las tinieblas' adelanta esa cruel paradoja del colonialismo que la mezcla de racionalismo y avaricia sin límite eligió lugares como el Congo para sondar el lado más oscuro de la civilización occidental. Los dibujos de esta serie asombran por las intuiciones que expresan, a veces con una sola línea sobre papel, en ocasiones mezclando dibujos con fotografías, como viejas ilustraciones novecentistas , y también con sus técnicas arriesgadas como el óleo en barra sobre tela negra, que atrapa apenas luz incierta en los rostros y objetos que asoman entre las densas sombras.

La muestra reúne dibujos de todo tipo y de todas las épocas del artista que, según recuerdan sus familiares, se pasaba la vida dibujando. Algunas series como la basada en la célebre fotografía de Visconti y María Callas en un camerino resultan especialmente brillantes, cuando poco a poco se aleja del motivo y crea variaciones imprevistas llenas de ambigua humanidad. A veces es una sola línea la que demarca sus figuras netamente, otras veces son trazos de luz y objetos que gravitan sobre el fondo negro, habitaciones que parecen emerger de un silencio eterno , según comenta el comisario.

También resultan impresionantes los torsos masculinos dibujados con trazos blancos surgiendo de negruras insondables, como instantes de luz que el artista atrapa y nos colocan a los dos lados de un espejo. Esa perspectiva equívoca es constante, buscada, incluso en los personajes más sonrientes y parecidos a sus esculturas narrativas, cuyos ojos dibuja con un brillo vertical en la pupila , casi reptiliano, demasiado inquietante. Hay rostros atrapados en rasgos difusos, movidos, casi borrándose de una forma que recuerda lejanamente a los retratos de Bacon .

Los dibujos de Juan Muñoz crean un universo profundo y digno de contemplarse. El diálogo literario es importante en un artista que devoraba los libros y produjo textos inolvidables. Quizá por eso es tan coherente que la última sala se haya llenado de retratos del poeta loco Ezra Pound que parece disolverse en busca de un significado final, casi como hizo en uno de sus últimos poemas, el Canto CXX : 'He tratado de escribir el Paraíso./ No te muevas/ deja que hable el viento./ ese es el Paraíso./ Que los dioses perdonen lo que/ he hecho./ Que aquellos a quienes amo intenten perdonar/ lo que he hecho.'.