«Cerrar la Cueva de Altamira no detendrá el daño, no podemos congelarla»
El director científico del programa de conservación, Gaël de Guichen, diagnostica su estado para ABC
ANTONIO VILLARREAL
Un ingeniero químico que siempre quiso ser arqueólogo. Éste es a grandes rasgos Gaël de Guichen, director científico del programa de conservación de la Cueva de Altamira . Bajo su tutela, la gruta cerrada al público desde 2002 volvió a admitir visitantes de forma experimental ... . El régimen comenzó en febrero y durará hasta agosto. Sus resultados determinarán si, en el futuro, las visitas a la cueva vuelven a permitirse y hasta qué punto . A lo largo de la conversación, De Guichen compara Altamira con un hombre enfermo –«es frágil y está deteriorándose de manera natural»–, pero advierte: «Cerrarla no detendrá este daño. No podemos congelar la cueva».
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Existe cierta polémica debido a un estudio del CSIC, de 2011, publicado en Science, que aconsejaba mantener la cueva cerrada. «Hay mucho trabajo previo de la Universidad de Santander, Eugenio Villar, el CSIC o el IPCE, y hemos intentado no repetir tomas de datos que para nosotros son totalmente válidas. Queríamos aprovechar el tiempo dentro de la cueva, y, simplemente, verificar algunos aspectos porque las cosas cambian», dice De Guichen. «La pluviometría, por ejemplo. Ahora está lloviendo más que hace 30 años, esto afecta a la cueva y tenemos que verificarlo».
Dos graves problemas
Otro estudio, de 2013, alertaba de una segunda entrada de aire potencialmente peligrosa para la conservación de las pinturas. «Es el tipo de información que puede hacernos modificar nuestro plan; cuando hay algo nuevo, lo integramos», dice el francés «Este estudio se realizó durante 3 días en 2010, y ahora podemos decir que esa otra entrada de aire no existe. En cualquier caso, se creía localizada a 200 metros de la Gran Sala, no le habría afectado».
Para este conservador, Altamira tiene dos grandes problemas , uno controlable y otro incontrolable. «Uno es nuestro: respiramos, dejamos pelo o introducimos tierra y microorganismos que pueden desarrollarse si encuentran el ambiente adecuado», dice De Guichen, para quien factores como la humedad o la temperatura no son tan cruciales.
El otro gran problema es la filtración de agua, «incontrolable porque no puedes ponerle un paraguas a la cueva. En Altamira la pintura está directamente en la roca , sin preparación y, debido a los alrededores geológicos, casi no hay calcita. Donde hay mucha calcita se crean estalagmitas, pero una fina capa es maravillosa porque ayuda a proteger el pigmento. En Lascaux puedes encontrar casi un centímetro de pigmento en el ojo de un bisonte, ¡todavía fresco tras 18.000 años!», dice De Guichen. «El problema de Altamira es que, sin cobertura alguna, la filtración puede lavar el pigmento, como ya ha ocurrido a lo largo de los siglos en gran parte de la Sala de Polícromos».
Según sus datos, esta sala conserva 71 metros cuadrados de pinturas en buen estado y otros 82 metros con restos de pinturas que se han perdido en los últimos milenios: el53% del total. «Es probable que dentro de otros 18.000 años lo que estaba en e l techo de Altamira acabe en el suelo de Altamira . Es un proceso natural contra el que casi no podemos hacer nada. Casi», dice el francés.
Seis meses de experimentos
Sobre si serán suficientes 6 meses de experimentos para tomar una decisión sólida, De Guichen es pragmático: «Por su conservación, uno no puede entrar a la cueva tanto como le gustaría, no es un laboratorio, estamos limitados por muchos aspectos. Lo que es seguro es que el 31 de agosto tendremos resultados interesantes, que ofreceremos al Patronato. Aunque, por supuesto, habrá aspectos que nos gustará haber precisado más».
También tiene algo claro: «La conservación preventiva no es la conservación de los ayatolás, de cerrarlo todo; se basa en transmitir el mensaje al mayor número de personas. Este aspecto social fue incluido en el plan para la cueva, por eso acepté el puesto», dice. «Queremos asegurarnos de que introducir visitantes, de forma limitada y controlada, no creará una situación dañina para la cueva ». Sus últimos estudios muestran que, durante la visita experimental, la temperatura aumentaba de 14,2 a 14,35 grados, y que se recuperaba la normalidad una hora más tarde. «Incluso si tiene que ser un visitante a la semana, habrá merecido la pena», dice De Guichen.
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