David Grossman: «Los palestinos tienen derecho a un estado libre y soberano, a vivir su destino»
El escritor israelí y el Nobel Mario Vargas Llosa protagonizaron un intenso debate en la Feria del Libro de Guadalajara (México)
David Grossman: «Los palestinos tienen derecho a un estado libre y soberano, a vivir su destino»
El premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, y el escritor israelí David Grossman protagonizaron ayer el primer duelo literario de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) . Ante un abarrotado salón Juan Rulfo, ambos escritores recordaron sus primeros encuentros con las letras. ... Grossman era muy aficionado a los cuentos, «libros que me dio mi padre como una forma de darme su infancia, de la que nunca hablaba. Luego teníamos que aprender a aceptar que habían muerto 6 millones de judíos asesinados por los nazis. Lees a Ana Frank y sientes inmediata empatía. Así sentí que los libros es el único lugar donde las cosas y las leyes pueden existir simultáneamente. En el arte, la muerte toca la vida».
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Mientras, el peruano rememoró su infancia en Cochabamba (Bolivia), cuyos recuerdos «no son mis compañeros de colegio, sino los libros de Verne o Salgari, el inmenso placer que me dio la lectura. Gracias a ella mi vida pequeñita se abrió a nuevos horizontes».
Literatura y periodismo
Sobre las influencias de la lectura en el estilo del escritor, Grossman asume que «todos los escritores que están en la feria le darían la misma lista: no conozco a nadie que diga que Kafka no ha sido relevante para él. Leer nos cambia. A veces me pregunto cuál es la diferencia entre leer un libro o un periódico. Pensamos que los medios masivos están vinculados con las masas, pero no: son ellos quienes convierten a los individuos en masa. Pienso en “Madame Bovary”, cuando Emma quiere reunirse con su amado y no encuentran un lugar discreto en su pequeño pueblo provinciano. Se encierran en un coche de caballos y todo el pueblo observa esa carroza y la señalan con el dedo, porque saben lo que ocurre dentro. Cuando leemos el periódico, estamos señalando con el dedo; en cambio, cuando leemos un libro, somos la pareja en el carruaje».
«Flaubert me marcó profundamente -asegura Vargas Llosa-. “Madame Bovary” me cambió la vida, pues descubrí el tipo de escritor que quería ser y el que no quería ser: que se podía ser un escritor realista, algo que yo tendía a desdeñar, y al mismo tiempo no quería ser un autor con más palabras que ideas, sino uno que ciñera el lenguaje a las estrictas necesidades del relato». El autor de «Conversaciones en la catedral» asume que «los libros han sido la fuente de mis mayores enseñanzas. En cuanto a mi propio oficio, han sido fundamentales: yo descubrí la importancia de la forma leyendo a Faulkner, el primero al que leí con papel y lápiz a mano... La novela es el único género en el que la cantidad es ingrediente de la calidad. “Guerra y Paz”, el “Quijote”, “Los Miserables”... no sólo son grandes novelas, son novelas grandes, y uno tiene la sensación de que esas novelas son como es la vida. La literatura nos da todo lo que nos falta, llena el vacío entre la realidad y la ficción». Pero Grossman apostilla: «Yo no escribo para escaparme de la pena o enfrentarme a ella. Yo no soy un escritor “escapista”. Escribir es una forma de Estar, en mayúsculas, y de Ser».
Compromiso moral
Aunque el autor de «El viento amarillo» se queje («¿Tenemos que arruinar un momento tan sublime para hablar de política»?), el conflicto entre Israel y Palestina es inevitable. Tercia Vargas Llosa: «David es un hombre que quiere de manera profunda a su país. Pero es la encarnación de lo que Sartre decía que debía ser un escritor, comprometido con su oficio y con un compromiso más moral que político, que lo obliga a defender las mejores opciones, incluso aunque sea llamado traidor por los intolerantes. Yo he criticado a Israel desde la solidaridad, pues creo que es el país que vive más certeramente la democracia en todo el mundo».
Grossman no esconde su opinión: «Yo nací en Israel y he vivido allí toda la vida. Es mi lugar y no quiero salir de ahí. Anoche, el presidente Peres citaba a Amos Oz y me puedo identificar con lo que dice, que ama a Israel a pesar de que hay cosas que odia. Pero las cosas que odio no me hacen amar a Israel, aunque es el único sitio en que no me siento extranjero cuando abro la boca. ¿Qué se necesita para que haya paz entre los palestinos y nosotros? Creo que ellos tienen derecho a un estado libre y soberano. Construir su sociedad, vivir su destino, es su derecho natural. La paz me va a permitir tener un hogar, pues ahora mismo, me duele decirlo, Israel no es un hogar».
Premio a Yves Bonnefoy
La FIL había abierto sus puertas el sábado entre imponentes medidas de seguridad y largas filas de gente: ante las taquillas, como si fuera un concierto de Justin Bieber, y para franquear los controles de acceso, cuyos filtros se extremaron cuando el presidente israelí, Simon Peres, inauguró el Pabellón de su país, invitado de honor en la Feria. La ceremonia inaugural de la FIL vivió su momento más emotivo durante la entrega del premio que lleva su nombre al poeta francés Yves Bonnefoy, quien definió la poesía como «el acercamiento más directo a la verdad de la vida. En la poesía logramos percibir la condición humana, logramos entender lo que, por ejemplo, reconoce la filosofía de la existencia». La FIL, que se prolonga hasta el próximo día 8, espera recibir más de 700.000 visitantes.
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