«La probabilidad de que haya vida ahí fuera existe: es difícil pensar que seamos tan especiales en el universo»
Tras un año y medio de mandato, la directora científica de la Agencia Espacial Europea, Carole Mundell, hace balance de un año «interesante», en el que ha tenido que lidiar, entre otras cosas, con la guerra de Ucrania, por la que el organismo cortó relaciones con Rusia
Estrellas huérfanas y planetas errantes: los misterios que desvelan las primeras imágenes de Euclid
Carole Mundell comenzó su mandato como directora científica de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) en marzo del año pasado. No fue un aterrizaje sencillo: en ese mismo momento, la agencia europea cortaba lazos con Roscosmos, su homónima rusa, debido ... a la invasión en Ucrania. Tras la ruptura, quedaban en el aire varios proyectos, incluidas importantes misiones como Euclid -llamada a resolver el misterio de la esquiva materia oscura- y ExoMars -el primer rover europeo en Marte-. Durante toda esta vorágine, despegaba Juice, un ambicioso viaje a las lunas heladas de Júpiter para intentar desentrañar los enigmas de aquellos mundos acuáticos prometedores para la vida.
Y, poco después, y tras superar varios contratiempos, Euclid también ponía rumbo al espacio para revelarnos, tan solo un año más tarde, imágenes con un detalle sin precedentes. Todo esto enmarcado en un contexto espacial cambiante, en el que la NASA trata de volver a la Luna para preparar su camino a Marte, mientras China le sigue muy de cerca. Mientras, Europa intenta no quedarse atrás y, al menos, seguir manteniendo su papel principal en materia científica, con Mundell como máxima responsable. Sin duda, todo un desafío que la astrónoma británica, que ya bregó como asesora del Gobierno de Reino Unido durante el Covid y el Brexit, acepta entusiasmada.
-Lleva más de un año en el cargo de directora científica. ¿Qué balance haría?
-Ha sido un año increíble. Me uní un mes antes de que se lanzase nuestra primera misión científica de clase L a Júpiter, Juice. Además, lanzamos otras dos misiones, una en colaboración con China y otra con Japón. Después Euclid, aunque paralelamente también trabajamos para conseguir la aprobación de los 22 países miembros para la misión del interferómetro Lisa y para la misión EnVision, que irá a Venus. Hubo mucho trabajo en segundo plano y era mi primer año en el cargo. Notaba esa presión que dice '¿Vas a ser buena en tu trabajo? A ver si lo demuestras'. Ha sido un año de introducción interesante.
-¿Esperaba que fuese tan intenso?
-Trabajé duro cuando fui asesora científica jefe en el Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Commonwealth. En aquel periodo nos tocó el Brexit y el Covid. También nos enfrentamos a la caída de Kabul, lo que me enseñó a trabajar de manera muy diferente, con un portfolio muy amplio. Hubo que combinar la ciencia con otros aspectos como la diplomacia, la construcción de relaciones, la tecnología, la ingeniería, el control de gastos, los presupuestos… Es un trabajo enorme, pero creo que es muy especial. Y yo no soy dueña de nada, no es mío, sino que trabajo en nombre de nuestra comunidad científica, de nuestra industria, de nuestros estados miembros, que son quienes lo financian. Y además tengo el privilegio de participar en las misiones en las que los directores y los equipos anteriores trabajaron para preparar su lanzamiento. Es cierto que como científica he estado involucrada en algunas, pero entrar y verlo funcionar desde dentro es increíble.
-Y además ha llegado en un momento en el que el sector espacial está creciendo a un ritmo no visto desde la Guerra Fría.
- Es un momento muy especial. El año que viene, la ESA cumplirá 50 años. La organización se fundó a partir de dos organizaciones, una de lanzadores y otra de investigación. Fue un matrimonio hecho en el cielo. Y desde entonces, la agencia se ha vuelto más y más diversa: hacemos todo tipo de cosas, aunque el programa científico sigue siendo la columna vertebral. Europa es líder mundial en el espacio en Ciencia, y eso para mí es muy positivo, porque permite construir muchas amistades y colaboraciones. Pero el espacio también es un dominio, y de ahí que se esté convirtiendo en un lugar congestionado y disputado. Necesitamos normas de comportamiento para asegurarnos de que trabajamos de manera sostenible en el espacio.
-¿Qué balance hace de la misión Euclid en su primer año de vida?
-Ha sido un año muy importante porque hemos logrado varias cosas. Primero, entendemos cómo funciona la nave. Tuvimos un poco de hielo en nuestras ópticas, una capa tan fina que su grosor era menor del de una hebra de ADN. Pero nuestro sistema es tan sensible que lo notaba. Logramos derretir ese agua, lo cual es genial. En cuanto a la misión, en tres meses hemos conseguido completar el 4% del mapa previsto, lo que nos indica que va muy rápido. Las imágenes que acabamos de presentar muestran cosas muy importantes: en primer lugar, el amplio campo de visión en una sola toma, que es como dos veces y media el área de la luna llena. Por otro, que la sensibilidad y la nitidez son exquisitas, permitiéndonos retroceder en el tiempo 10.000 millones de años en la historia cósmica y ver los objetos individuales con gran detalle.
- Y todo esto nos ayudará a resolver el misterio de la materia oscura.
-Todo esto es importante para los cosmólogos porque podrán observar pequeñas distorsiones en las galaxias, lo que les ayudará a mapear la naturaleza de la materia y la energía oscuras. Habrá una gran cantidad de datos para explorar para cualquier tipo de astrofísico o científico que quiera hacer una pregunta del universo, desde objetos del tamaño de planetas hasta cómo se forman las galaxias, pasando por cómo evolucionan los cúmulos estelares.
-¿Qué sintió cuando vio las imágenes por primera vez?
- Es increíble porque, como especie, nos maravillamos ante esta pequeña porción del universo; pero, por otro lado, hemos sido capaces de inventar esta tecnología para ver estas imágenes hermosas e impresionantes. Y, cuando empiezas a comprender que la física está codificada en la luz y en las formas, es algo todavía más alucinante. El hecho de que sepamos cómo mapear lo invisible con lo visible es increíble.
- ¿Esperaban que el telescopio funcionara tan bien?
-Lo diseñamos para eso. Pero nunca hay garantía total en el espacio. Es un entorno muy hostil. Sin embargo, Europa tiene experiencia: misiones como Herschel o Gaia nos han dado muchas claves, al igual que el desarrollo de instrumentos para el James Webb y ahora la propia Euclid. Además, somos los responsables de construir con carburo de silicio, un material muy rígido que no se deforma y es térmicamente muy estable. Teníamos un pedigrí y era natural que pudiéramos hacer algo como Euclid.
-A pesar de que la misión se enfrentase a diferentes retos y contratiempos, como la guerra entre Rusia y Ucrania…
-Debido al conflicto no pudimos volar en un cohete de la agencia espacial rusa Roscosmos, como estaba previsto. De nuevo, el equipo trabajó bajo cierta presión, porque en unos solos meses tuvieron que diseñar la adaptación de la sonda para un cohete Falcon 9, que es bastante potente y podía hacer que el telescopio se sacudiera. También hubo problemas con la orientación y la afinación… Este tipo de misiones son una montaña rusa y los equipos tienen que trabajar intensamente. Además, tú puedes probar todo esto en un laboratorio, pero cuando llegas al espacio, al mundo real, es diferente. Ahí siempre pasarán cosas que no esperabas. En ese momento solo puedes pensar en que has hecho todo lo que estaba en tu mano. Entonces, cuando ves imágenes como las que acabamos de publicar, ves mucho más que una imagen: ves todo el trabajo que hay detrás, el esfuerzo de todo el equipo hasta llegar ahí.
-En las últimas décadas el espacio ha sido un ámbito colaborativo, pero ahora con la irrupción de China o la guerra con Rusia, parece haber cambiado algo. ¿Ha afectado a nuestras misiones?
- Los científicos colaboran de forma natural, sobre todo en ciencia espacial, porque ningún país puede realizar este tipo de misiones por sí solo. Pero la ciencia también es tremendamente competitiva. Y eso no es malo, porque impulsa la excelencia, siempre y cuando se haga de manera equitativa, justa y respetuosa. Pero, si nos fijamos en un entorno geopolítico más amplio, también te das cuenta que rara vez la ciencia nacionalista es sobresaliente. Por eso la colaboración internacional es tan importante, porque reúnes diversas ideas y a las mejores mentes para obtener la mejor respuesta. La ESA está integrada por 22 estados miembros y quedó muy claro por su parte cuando Rusia invadió Ucrania que no querían seguir colaborando con Roscosmos. Ese fue el mandato de nuestro consejo y fue la decisión correcta. Por supuesto, esa decisión tuvo consecuencias, como con Euclid. La ciencia no ve fronteras, pero también funciona en sociedad. Y no podíamos seguir colaborando a cualquier coste. En cuanto a China, la ESA mantiene una relación de colaboración siempre bajo los estándares europeos de excelencia. Por el contrario, la NASA opta por no colaborar con ellos, y esa es decisión de su Gobierno.
-Pero sí que sigue colaborando con Rusia y, de hecho, se han reforzado los lazos entre Roscosmos y NASA en los últimos años.
- Sí. Pero nosotros analizamos caso por caso. Nuestro consejo decidió no tener ningún tipo de relación con Rusia y es el único país en esta situación. Con el resto estamos construyendo interesantes colaboraciones científicas y nos guiamos por el mandato de los países miembros. Somos completamente transparentes en este proceso y, con ello, se mantiene la integridad en las misiones.
-¿Hemos hablado de la materia y la energía oscuras como misterio a resolver. Pero, a su juicio, ¿qué otros enigmas aún tenemos pendientes que se explicarán en los próximos años?
- Desde una perspectiva cosmológica, tenemos dos grandes misiones que se están desarrollando ahora mismo. La primera es LISA, la primera vez que la humanidad volará un interferómetro gravitacional espacial para hallar respuestas a qué sucede cuando los agujeros negros supermasivos chocan y perturban el espacio-tiempo o cuáles son los restos del Big Bang. La otra misión que me entusiasma es Athena, el primer observatorio de Rayos X en el espacio. Del 5% del material que podemos ver, aproximadamente la mitad se encuentra a una temperatura superior al millón de grados. Y no entendemos por qué. También tenemos otras preguntas icónicas como qué es el universo, cómo funciona, de qué está hecho o ¿estamos solos en este vasto e interesante cosmos?
- Y cómo directora científica de la ESA, ¿cree que estamos solos?
-Hay muchísimas estrellas y muchísimos planetas. Creo que tanto si descubrimos vida como si estamos solos, tendrá profundas implicaciones. Personalmente creo que la probabilidad de que haya vida ahí fuera existe; es difícil pensar que somos tan especiales en el universo. Pero, ¿esa vida fue capaz de engendrar seres que sienten y que pueden desarrollar una tecnología para comunicarse con nosotros justo ahora, en esta época? Eso creo que es mucho menos probable.
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-Tradicionalmente, Europa se ha centrado más en la exploración científica del universo, por encima de la exploración humana. Aunque parece que la tendencia está cambiando en los últimos años.
-Tenemos un programa científico tan icónico que era inevitable que desarrollemos ahora esa parte más 'exploradora'. Nuestra tecnología ha rodado por planetas, hemos aterrizado en cuerpos distantes del Sistema Solar demostrando que sabemos hacerlo. Hacerlo con humanos, por supuesto, requiere un tipo diferente de tecnología, porque queremos traerlos de regreso sanos y salvos. Estamos muy involucrados con la Estación Espacial Internacional y nuestros astronautas vuelan allí de forma regular, así que sabemos cómo afecta a las personas el espacio. Cuando se reúne toda esa experiencia, adquieres capacidades realmente especiales. Es un momento muy emocionante para todos.