La luna de Urano Ariel se suma al selecto club de los mundos con océanos subterráneos
La superficie de este mundo cuenta con los depósitos de dióxido de carbono más abundantes de todo el Sistema Solar. A esa distancia del Sol, el compuesto debería ser un gas que se pierde en el espacio, por lo que debe existir una fuente, como un mar interior, que lo repone continuamente
Sorpresa: Urano también podría tener lunas oceánicas
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Iniciar sesiónAriel, la cuarta mayor luna de Urano, también podría poseer un océano interior, algo que ha dejado perplejos a los científicos. El hallazgo, llevado a cabo gracias al Telescopio Espacial James Webb por un equipo de más de 20 científicos de distintas instituciones internacionales, ... se acaba de publicar en 'The Astrophysical Journal Letters'.
La presencia de un océano subterráneo en Ariel podría ser la respuesta a un viejo misterio que rodea a esta luna de Urano: el hecho de que su superficie está cubierta por una cantidad significativa de hielo de dióxido de carbono. Lo cual resulta desconcertante porque a esa distancia del Sol, veinte veces más que la Tierra, el dióxido de carbono se convierte en gas y se pierde en el espacio. Por lo tanto, debe de existir algún otro proceso que sea capaz de acumularlo en la superficie de Ariel.
Teorías anteriores sugerían que la acumulación de ese compuesto es el resultado de interacciones entre la superficie de la luna y las partículas cargadas atrapadas en la magnetosfera de Urano. Interacciones que producen radiación ionizante, que a su vez descompone moléculas y deja un remanente de dióxido de carbono, en un proceso llamado 'radiolisis'.
Pero los nuevos datos aportados por James Webb sugieren que la fuente de ese dióxido de carbono podría no ser externa, sino estar en el interior de la luna, probablemente en forma de un océano subterráneo.
Un océano de agua líquida
Los análisis llevados a cabo por los investigadores revelaron que en Ariel no sólo hay dióxido de carbono, sino que los depósitos de este compuesto son los más ricos de todo el Sistema Solar, formando una capa sobre el hielo de la superficie de hasta 10 mm de grosor. Por primera vez, los investigadores hallaron también monóxido de carbono en Ariel.
«Sencillamente -asegura Richard Cartwright, del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins Y primer firmante del artículo- todo eso no debería estar ahí. Hay que bajar a -207 grados centígrados para que el monóxido de carbono se estabilice (La temperatura en la superficie de Ariel, sin embargo, es hasta 18 grados más cálida). La única explicación, sin duda, es que algo está reponiendo el monóxido de carbono».
Cartwright admite que la radiólisis podría explicar parte de esta reposición. Pero no toda, lo cual podría significar que la mayoría de los compuestos de carbono y oxígeno que se ven en Ariel se crean mediante procesos químicos en un océano de agua líquida atrapado bajo la capa helada de la superficie.
Desde hace tiempo, los científicos sospechan que la 'piel' agrietada y llena de cicatrices de Ariel podría deberse a la presencia de criovolcanes activos, volcanes que, en vez de lava, entran en erupción emitiendo altas columnas de lodo helado, poderosas hasta el punto de lanzar materiales hasta el campo magnético del propio Urano.
La mayoría de las grietas y surcos de la superficie de Ariel se encuentran en la cara de la luna que no mira al planeta, lo que podría tener que ver con el hecho de que el dióxido y monóxido de carbono se hayan encontrado en su mayor parte en ese lado de la luna.
Otra pista, los carbonatos
Pero el Webb encontró más pistas que apuntan a la existencia de ese océano subterráneo. El análisis espectral, en efecto, insinúa la presencia de minerales de carbonita, sales que se crean cuando la roca interactúa con el agua líquida.
«Si nuestra interpretación es correcta -dice Cartwright- entonces ese resultado es importante porque indica que ese carbonato tuvo que formarse en el interior. Es algo que, absolutamente, necesitamos confirmar, ya sea mediante futuras observaciones, modelos o alguna combinación de técnica».
Urano y sus lunas no han sido visitados por una nave espacial desde la Voyager 2, que pasó por allí hace casi cuatro décadas, de camino a los confines del Sistema Solar. Y hace tiempo ya que los expertos insisten en la importancia de llevar a cabo una misión dedicada en exclusiva al sistema uraniano.
MÁS INFORMACIÓN
Cartwright cree que eso supondría una oportunidad para recopilar información valiosa sobre Urano y Neptuno, el otro gigante de hielo de nuestro sistema planetario. Una misión de este tipo podría proporcionar datos vitales sobre otras lunas de ambos planetas que también podrían contener océanos. Una cantidad inesperada de agua, por lo tanto en todos los rincones de nuestro Sistema solar.
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