Dos naves en formación para eclipsar el Sol
Proba-3, la primera misión espacial europea dirigida por una compañía española, despegará en noviembre desde la India para estudiar los enigmas de la corona solar y poner a prueba una novedosa tecnología de navegación
Nuevos datos sobre uno de los mayores misterios del Sol
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Iniciar sesiónLos eclipses solares se producen por una coincidencia cósmica: el Sol es 400 veces más grande que la Luna, pero también se sitúa 400 veces más lejos. Por eso, cuando los dos cuerpos están perfectamente alineados en el espacio, el satélite de la Tierra ... cubre la cara de la estrella, revelando su capa más externa, la corona solar. Los astrónomos están particularmente interesados en esa enigmática región del Sol porque es un millón de grados más caliente que la superficie, lo que resulta una paradoja, y además es la responsable de las violentas eyecciones de partículas y las tormentas solares que pueden dañar los satélites en órbita o las redes de energía y comunicaciones terrestres. Conocer bien cómo actúa podría salvarnos del desastre algún día.
Claro que vigilar la corona solar no es fácil. Para ello, los científicos utilizan unos telescopios especializados en tierra y en órbita llamados coronógrafos. Están equipados con discos de ocultación, unos escudos diseñados para cubrir el Sol dentro de su campo de visión. Pero su eficacia está limitada por el fenómeno de la difracción, por el que la luz dispersa se filtra por los bordes.
Para solucionar este problema, la Agencia Espacial Europea (ESA) tiene previsto lanzar en noviembre una nueva misión, llamada Proba-3, compuesta por una pareja de sondas que, al mantenerse a 150 metros la una de la otra, serán capaces de producir eclipses orbitales a la carta con una nitidez sin precedentes, como si fueran un instrumento gigantesco. La pareja partirá desde la India a bordo de un lanzador PSLV y estará dos años en órbita. Cada satélite, un cubo de un metro de lado, puede compararse en tamaño a una nevera de gran formato.
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Un hilo invisible
Dirigido por primera vez por una empresa española, Sener, y con la participación de distintos países, el programa espacial probará una complicada tecnología que permitirá a las dos naves volar juntas en formación como si les uniera un hilo invisible con una precisión increíble de dos a tres milímetros. Un reto técnico extremo.
La nave Occulter (Ocultador) y la nave Coronagraph (Coronógrafo) se alinearán con el Sol de forma que el ocultador, que alberga un anillo de 1,4 metros de diámetro, proyectará una sombra sobre la cara del coronógrafo, ocultando el Sol para que la corona sea visible. En cada órbita, de 20 horas, las naves producirán un eclipse artificial durante seis horas, «lo cual es muchísimo tiempo y supone una ventaja científica enorme», asegura Diego Rodríguez, director de Ciencia y Espacio de Sener, con sede en Madrid, la compañía que coordina el consorcio responsable de la misión, en la que también participan otras empresas españolas como Airbus, GMV y Deimos.
Proba-3 realizará una órbita muy excéntrica, de forma que en un momento determinado se acercará mucho a la Tierra, a 600 km, y por otro se alejará hasta los 60.000 km. «En el apogeo (el punto más alejado), la velocidad de las dos naves se reducirá y los efectos gravitatorios disminuirán. Así, el consumo energético es menor y podremos mantener el vuelo en formación mucho más tiempo», apunta Rodríguez.
La misión tiene un doble objetivo. Por un lado, «existe un enorme interés en estudiar las capas interiores de la corona solar, porque allí se producen los principales fenómenos meteorológicos del Sol, como las erupciones solares que afectan a la vida terrestre», subraya el responsable de Sener.
«Ya tenemos instrumentos que pueden estudiar el Sol, la corona baja y la alta, y varias misiones de física solar han sondeado la corona en varias temperaturas y alturas. Sin embargo, entre la baja y alta corona hay una región donde las observaciones son difíciles. Esta región, donde nacen el viento solar y las eyecciones de masa coronal, permanece inexplorada en gran parte y es extremadamente difícil de observar con suficiente resolución espacial y sensibilidad para comprender estos fenómenos», indican desde el equipo de Proba-3 de la ESA. Los tres instrumentos a bordo también abordarán un misterio científico de larga data, por qué la corona solar es significativamente más caliente que el propio Sol.
Por otro lado, Proba-3 desarrollará tecnologías de vuelo en formación de alta precisión. En esta misión científica, para conseguir ocultar el Sol, las dos naves deben mantenerse siempre a 150 metros de distancia, como si se tratara de una gran observatorio de ese tamaño, algo imposible de enviar al espacio. «El vuelo en formación genera estructuras virtuales, como si las dos naves estuvieran unidas por una estructura rígida que en realidad no existe», señala.
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Pero otras misiones pueden requerir aumentar o disminuir la distancia, por ejemplo para observar en distintas longitudes de onda . «Para demostrar que es posible, las dos naves se acercarán y alejarán (un rendezvous espacial) de forma totalmente controlada y autónoma, sin intervención desde tierra», dice Rodríguez. En el futuro, podrían enviarse al espacio telescopios gigantescos formados por espejos separados entre sí pero unidos virtualmente.
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