Emilia Pardo Bazán y sus pensamientos antidarwinistas

Doña Emilia fue una mujer de una curiosidad infinita, primero fue su padre la que la alentaba a leer, posteriormente, tras casarse y mudarse a la capital, sería el conde el encargado de satisfacer sus lecturas. Estudió, de forma autodidacta, disciplinas tan variadas como filosofía, historia, geografía, derecho, botánica, física, química, astronomía o metafísica, las cuales se acabaría reflejando de alguna forma en su obra.

El 24 de noviembre de 1859 Charles Darwin publicó ' El origen de las especies ', donde fundamentó su teoría de la biología evolutiva. El mundo intelectual español, ya no el científico, de finales del siglo diecinueve acogió esta teoría con verdadero entusiasmo, en unos casos en contra y, en otros, a favor.

Así por ejemplo, en 1872 Cánovas del Castillo pronunció una conferencia en el Ateneo madrileño atacando con profusión al darwinismo. En el otro lado estaban los defensores a ultranza, entre ellos había figuras tan relevantes de la literatura como Miguel de Unamuno o Vicente Blasco Ibáñez .

Emilia Pardo Bazán, de la que ahora se celebra el centenario de su fallecimiento, también se posicionó y lo hizo del lado de los antidarwinistas. En la revista ' Ciencia cristiana ' escribió ' Reflexiones científicas contra el darwinismo ' (1877). Utilizando el andamiaje teórico de antropólogos, naturalistas y teólogos se atrevió a argumentar, de forma un tanto tendenciosa, en contra de Darwin. En aquellos momentos tenía tan solo 25 años.

En el comienzo de su artículo señalaba que no combatía la teoría de la evolución desde una postura católica, sino desde el atril de la ciencia. Allí se puede leer: «el darwinismo será todo lo que se quiera, menos sencillo y accesible al entendimiento». Pardo Bazán se quejaba, además, que pretendía explicarlo todo, desde la nebulosa y el planeta, hasta la células y el hombre, pasando por la organización social y el organismo del infusorio.

A lo largo de su dilatada obra podemos encontrar numerosas referencias a la ciencia. Así por ejemplo, en su primera novela (' Pascual López. Autobiografía de un estudiante de medicina ') aparece Pascual López, un científico trastornado que pretende, mediante una máquina de su invención, transformar el carbón en diamantes.

En la Revista compostelana publicó -entre los años 1876 y 1877- varios artículos que ahora, sin duda, catalogaríamos bajo el calificativo de divulgación científica. En ellos abordó, por ejemplo, el 'calórico', la 'luz', la 'electricidad' y la 'circulación del movimiento'.

Por otra parte, sus personajes –al igual que los de Emilio Zola - atesoran los valores y las aportaciones sociales de las ciencias de la salud, la ciencia y el progreso. En sus novelas se pone de manifiesto, por ejemplo, las limitaciones que tienen los más desfavorecidos socialmente para acceder a los servicios médicos.

También podemos encontrar numerosas referencias a diferentes enfermedades, siendo la tuberculosis, posiblemente, la que más se repite. Esta patología era conocida en aquellos momentos como la peste blanca y representaba una verdadera pandemia en el Viejo Continente.

Para finalizar, nos quedamos con una frase de Emilia Pardo Bazán en relación al darwinismo y que resume su ideario a la perfección: « no llegaremos a ser semidioses, pero no fuimos ni seremos bestias ».

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación .