Los científicos que se quedaron sin el Premio Nobel por culpa de Hitler
Además de su pasión por la ciencia a Kuhn, a Butenand y a Domagk les unió la prohibición de aceptar el premio de la Academia Sueca
Pedro Gargantilla
Corría febrero de 1937 cuando Adolf Hitler emitió un decreto por el que prohibía que los ciudadanos alemanes aceptasen el Premio Nobel en cualquiera de sus disciplinas, con ello trataba de evitar que se repitieran los «vergonzosos hechos del pasado».
Se ... refería a la concesión del premio Nobel de la Paz de 1935, que había recaído en el alemán Carl von Ossietzky , un pacifista opositor al nazismo. El decreto promulgado por Hitler afectó, durante su corto tiempo de vigencia, a tres científicos: Richard Kuhn , Adolf F Johann Butenandt y Gerhard Domagk .
De los carotenos a las hormonas sexuales
Richard Kuhn (1900-1967) fue un químico alemán de origen austriaco que descubrió ocho carotenoides y aisló por vez primera la riboflavina y el caroteno . Por todos estos descubrimientos se le concedió el Premio Nobel de Química en 1938.
Un año después, por su fructífero trabajo en el terreno de las hormonas sexuales , Adolf Butenandt (1903-1995) fue reconocido con el Premio Nobel de Química. Este científico determinó la composición de los estrógenos, sintetizó por vez primera una hormona sexual masculina de forma pura – androsterona -, descubrió la progesterona y la testosterona . Estableciendo, además, las relaciones entre todas ellas y los corticoides.
El padre de las sulfamidas
Gerhard Domagk (1895-1964) descubrió en 1932, mediante experimentos con ratones, que las sulfonamidas podían usarse para combatir las infecciones bacterianas. Este hallazgo se convirtió en la base de una nueva familia de fármacos, los antibióticos .
Siete años después del descubrimiento el comité sueco le galardonó con el Premio Nobel de Medicina y Fisiología . Parece ser que cuando Domagk recibió la noticia respondió rápidamente con un telegrama en el que agradecía al comité del Nobel el reconocimiento.
Desgraciadamente, cuando la policía secreta alemana se enteró de lo sucedido, le detuvo y le mantuvo encarcelado hasta que expidió un segundo telegrama rechazando el codiciado galardón.
Las sombras y luces de Kuhn
Afortunadamente, después de la Segunda Guerra Mundial, con Hitler fuera de juego, los tres científicos pudieron recibir el diploma y la medalla de la Academia Sueca , pero no el dinero que incluía el premio, ya que tan sólo se disponía de un año natural para poder aceptarlo.
No deja de ser curioso que cada uno lo recogiera en fechas diferentes, el primero fue Domagk en 1944, el segundo Kuhn cuatro años después y, finalmente, Butenandt en 1949.
Respecto a la figura de Richard Kuhn, y a pesar del tiempo transcurrido, sigue habiendo muchas sombras respecto a su postura con el nazismo. Algunos historiadores han aportado pruebas que demuestran que el padre de los carotenoides colaboró de forma activa con los nazis , hasta el punto de denunciar a tres de sus colegas en 1936 por el mero hecho de ser judíos. Además, existen dudas razonables de que participase en el desarrollo del programa de armas químicas del III Reich durante la Segunda Guerra Mundial. Al parecer, Kuhn fue definido por la Gestapo como un ciudadano ejemplar y leal al régimen.
En el año 2005 la Sociedad Alemana de Química dejó de conceder la Medalla Richard Kuhn, se excusó para ello en la «colaboración administrativa, organizativa y científica del químico con el régimen nazi».
Los Aliados también lo prohibieron
Estos Premios Nobel también tienen su cara B en la figura de Otto Hahn (1879-1968). Este investigador fue arrestado por los aliados tras incluirlo en la nómina de científicos nazis que trabajaban en el desarrollo de una bomba atómica.
Cuando en 1944 a Hanh se le concedió el premio Nobel de Química los británicos le obligaron a escribir una carta de aceptación al tiempo que se debía excusar por no poder asistir a la entrega.
Posteriormente, se demostraría que la única conexión de Hahn con el programa atómico nazi fue el descubrimiento de la fisión nuclear , desgraciadamente ya era demasiado tarde, se había perdido la ceremonia de entrega de los Nobel.
Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación
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