Suscribete a
ABC Premium

La ciencia explica el misterio de las pareidolias: ¿por qué no dejamos de ver caras por todas partes?

El cerebro está programado no solo para ver ojos y boca en objetos inanimados, sino también para percibir el supuesto estado de ánimo de esas figuras

Las famosas caras de Bélmez, manchas de humedad con forma de cara

P. Biosca

Un juego al aire libre muy recurrente es el de adivinar las formas de las nubes : un caballo, una oveja o un tren. Esta capacidad del ser humano de reconocer figuras animadas en objetos inanimados se llama pareidolia . Desde hace años, ... los investigadores analizan este fenómeno, que va más allá en el caso de la identificación de caras: la fachada de una casa nos puede recordar a un rostro sorprendido si posee grandes ventanales o una puerta redondeada. Famoso fue el capítulo de las caras de Bélmez , unas manchas de humedad muy controvertidas que parecían dibujar diferentes tipos de rostros que se achacaron por algunos expertos -no sin polémica- a este fenómeno. Pero, ¿qué mecanismos se activan para que no solo «leamos» caras, sino también supuestos sentimientos ? La ciencia ahora puede tener la clave.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia