El miedo es una emoción natural en las personas que se caracteriza por una fuerte sensación desagradable y la percepción de un peligro que puede ser real pero también puede ser supuesto. Del mismo modo, ese miedo puede ser presente, futuro o pasado. Y la ... fobias son precisamente miedos, para el caso, irracionales y persistentes por lo que no se trata de miedos ante un peligro real, sino supuesto. Hay fobias muy reconocibles como la claustrofobia y otras, como la ergofobia que nos ocupa, menos populares.
El término ergofobia está formado por la combinación de dos palabras griegas: ‘ergon’, que significa trabajo y ‘phobos’ que significa miedo. Por tanto, se trata de un miedo irracional al lugar de trabajo . No es esa sensación incómoda de volver al trabajo al regreso de las vacaciones sino algo más profundo y limitante que puede complicar mucho la vida a quien la sufre.
El origen de la ergofobia no suele ser fácil de determinar. En ocasiones el sujeto puede detectar un hecho concreto que la desencadena, sin embargo, la mayoría de las personas que la padecen no saben exactamente por qué se ha iniciado . Les inunda un sentimiento de angustia contra el que tienen que luchar para poder seguir con su vida normal y acudir al trabajo cada mañana, pero esconderlo o negarlo puede que aumente la carga de ansiedad.
La ergofobia puede derivarse por un ambiente laboral estresante o por acontecimientos negativos pero también por sentirse incapaz de realizar las funciones de un determinado puesto de trabajo o por miedo al rechazo de los compañeros. Algunas consecuencias evidentes de esta fobia son el descenso de la productividad y de la calidad del trabajo, sentimientos incontrolables de irritabilidad, preocupación o vergüenza y la formación de un autoconcepto negativo. Esto puede llevar a ataques de pánico y de ansiedad y a la necesidad de seguimiento médico.
El especialista en interpretación de patrones de comportamiento y análisis de la personalidad, Thomas Erikson, aporta en su última obra un sistema basado en colores que ofrece pautas para adaptarse a los estilos comunicativos de los que nos rodean
La vuelta a la rutina puede dar lugar a la tormenta perfecta con tres niveles de estrés que a menudo se dan de forma simultánea simultánea: el físico, el mental y el emocional
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