Poder trepar por una cuerda es una de esas habilidades que deja atónitas a muchas personas. Se considera una proeza de 'bomberos' o cuerpos especiales. Conviene aclarar que no todas las técnicas de elevarnos por los aires utilizando una cuerda son igual de ... exigentes. Aquellas personas con una preparación física sobresaliente son capaces de trepar por la cuerda a pulso, con las piernas colgando y sin ningún tipo de apoyo salvo la fuerza de sus brazos. Rizando el rizo hay quien puede subir manteniendo las piernas completamente estiradas formando una «L». Además de la dificultad intrínseca del propio ejercicio, no será lo mismo el esfuerzo que le exige este movimiento a alguien de 100 kilos de peso que a alguien de 60. De cualquier manera hay una técnica relativamente sencilla que te permitirá trepar por la cuerda con total seguridad sin necesidad de ser ningún atleta de élite. Para ello acudimos a las instalaciones de CrossFit Singular Box donde sus especialistas nos dan las claves técnicas para conseguirlo.

Deja de pensar en la fuerza de tus brazos y pon atención a tus piernas

Como decíamos anteriormente, la opción de trepar por una cuerda a pulso es un esfuerzo para el que sí que hay que gozar de una condición física bastante buena. No es suficiente con estar muy fuerte, es probable que un atleta de strongman con sus doscientos kilos de peso no pueda subir una cuerda a pulso y están más fuertes que nadie. Pero si lo que queremos es saber enfrentarnos al reto de escalar por una cuerda sin ninguna otra ayuda o limitación que la de nuestro propio cuerpo, debes entender que no se sube tirando de los brazos, sino empujando con las piernas. Para ello es clave ejecutar una buena 'pinza'.

Progresión para hacer la pinza con nuestros pies. Pasamos la cuerda por encima del empeine con la ayuda del pie contrario

La 'pinza'

La pinza no es otra cosa que una técnica para atrapar la cuerda firmemente entre nuestros pies, algo que nos va a permitir apoyarnos en la cuerda como si estuviésemos de pie en el suelo. Para hacer una pinza correcta, colocaremos la cuerda por fuera de uno de nuestros pies, el pie contrario busca la cuerda para subirla por encima del empeine del pie que la tenía a su lado. La cuerda quedará atrapada entre la suela de un pie y el empeine del otro y es aquí donde hay que pisarla con fuerza constante y sin ningún miedo para que se convierta inmediatamente en una plataforma de apoyo en la que podamos ponernos de pie. Es muy normal que esta pinza no salga a la primera, por ello la primera fase de aprendizaje puede ser la de probar una y otra vez sentados en un cajón o similar para que no haya ninguna preocupación de caída si se comete algún error. El proceso es sencillo, se prueba a hacer la pinza y pisamos con fuerza para ver que es estable, deshacemos y vuelta a empezar.

Cuerda bien atrapada con nuestra pinza

¿Cómo trepamos?

Conseguida una pinza sólida, tenemos que intentar hacerla con la mayor flexión de piernas que seamos capaces ¿por qué? Con un apoyo seguro tan solo habrá que estirar las piernas (como si nos ponemos de pie) y treparemos por la cuerda. Nuestras manos acompañan, no tiran. Al haber comenzado agrupados la extensión del cuerpo hacia arriba hará imprescindible que la posición de tus manos también se eleve ¿hasta dónde? Hasta el punto en el que los brazos vuelven a estar completamente extendidos evitando cualquier tensión.

¿Dónde está la dificultad?

Hay un momento crítico y es cuando tenemos que cambiar la posición de la pinza. Si te ha salido bien, habrás ganado altura y hay que soltarla para volver a rehacerla un poco más arriba. En ese momento sí que dependemos de nuestra fuerza de agarre y la reacción natural es tirar de nuestros brazos. Este error consume mucha energía y cuando más arriba estemos las posibilidades de entrar en pánico son mayores. Por este motivo no conviene empezar a trepar, menos por cuerdas muy altas, sin que antes tengamos la capacidad de hacer y deshacer la pinza con relativa soltura y rapidez.

¿Y la bajada?

Puede resultar aterrador encontrarte a cinco metros de altura y descubrir que no sabes bajar. La bajada es algo que se debe practicar antes de haber llegado arriba. Es simple, pero al repetir el patrón de movimiento al revés puede haber líos: cuando decidamos emprender el camino de bajada, con la pinza (siempre) bien sostenida, bajaremos los brazos por la cuerda hasta que volvamos a estar agrupados, en este punto deshacemos la pinza, estiramos las piernas y volvemos a hacerla rápidamente para volver a agruparnos al descender. Hay otra posibilidad más rápida y que requiere algo menos de esfuerzo que es aflojar la presión con la que pisamos la cuerda y dejar que empiece a deslizar con el consiguiente descenso de nuestra persona. Ojo con esta última opción dado que una pérdida de control puede acabar en una abrasión en nuestras espinillas.

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