El error que esconde la frase «tú te lo puedes permitir porque lo quemas en el gimnasio»
El gasto calórico de un entrenamiento tiene un efecto limitado y te contamos por qué
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Acabar un entrenamiento supuestamente exigente, mirar a nuestro reloj deportivo o la maquinita de turno para chequear que, efectivamente, lo hemos dado todo y hemos conseguido gastar 500 calorías tiene muchas trampas. Además de que el dato no suele ser fiable, tampoco ayuda que ... encima hagamos foto de la pantalla para compartir la hazaña en las redes sociales, ya sabemos lo que viene después: emojis de ánimo, morritos, corazoncitos, un 'tú sí que vaaaaleeeessss' y un largo etcétera. Pese a que todo es aparentemente perfecto y de que eres capaz de repetir esta proeza una y otra vez, muchas veces los resultados no llegan, ni físicos ni de rendimiento. ¿Qué puede estar ocurriendo?
Sí, la ecuación va de calorías que ingerimos vs calorías que gastamos, pero el cálculo es engañoso
Todos sabemos que si gastas más calorías de las que comes se produce una pérdida de peso. Con esta sencilla regla y un buen cálculo de calorías en cada comida podríamos afirmar que no haría falta acudir a un nutricionista, cosa que no solo no es verdad sino que es un gran error porque los cálculos del gasto calórico y cómo comer en justa medida tienen sus trampas. Volvamos al ejemplo con el que iniciábamos este artículo, esa persona que ha gastado sus 500 calorías en una clase de spinning, por ejemplo. La duración de su clase ha sido de 45 minutos. Hasta aquí todo es fácil, pero es conveniente que empieces a relativizar esas calorías, porque tu cuerpo consume calorías hasta en reposo (el famoso NEAT), así que tu entrenamiento no ha conseguido un gasto extra de quinientas calorías, eso no es así, el extra realmente es la diferencia entre lo que has consumido en esa dosis de ejercicio y lo que hubiese consumido tu cuerpo sin hacer nada más extenuante que ver la tele ¿Cómo son las cuentas reales? Por ejemplo, y tómalo como una aproximación porque las cifras reales son complejas y diferentes en cada persona, se estima que en una actividad como conducir se consumen unas 2,7 calorías por minuto. Si tu sesión de ejercicio ha sido de cuarenta y cinco minutos, las calorías que hubieses gastado estando al volante de tu coche en un atasco de tráfico de la misma duración rondarían la cifra de 121. Esto reduce el gasto extra de tu entrenamiento a 379 calorías, pero la cosa no acaba ahí, porque eres una persona 'fit', sabes que hay que reponer energías, así que suponiendo que hayas entrenado a primera hora algo vas a desayunar después. No estoy hablando de algo desastroso, todo lo contrario: un café solo con un par de huevos revueltos acompañados de una tostada de 60 gramos de pan de espelta integral y una manzana; un desayuno, por cierto, que ya nos gustaría que fuese el más habitual entre la población española. Este desayuno, que no tiene nada ultraprocesado, que es comida real y que como decimos podría ser una muy buena opción para muchas personas, está por encima de las 400 calorías. Entrenamiento 'neutralizado' al menos en términos calóricos. Tal y como diría Sheldon Cooper, 'zas, en toda la boca'. Si has llegado hasta aquí igual piensas que mejor borrarse del gimnasio, pero no cometas este error, solo tienes que cambiar algunos puntos de vista.
¿Qué está fallando y qué podemos hacer?
No sé si lo sabes pero el mayor consumidor de calorías de nuestro cuerpo es el cerebro. Esto no implica que si lees diez veces al día el Quijote acabes en los huesos. Tu salud va a agradecer mucho más el ejercicio que la cultura y, además, no son incompatibles la una con la otra, pese a que todavía existen algunos despistados y despistadas que piensan que apuntarse a un gimnasio es síntoma inequívoco de carencia de neuronas. Lo que debes entender es que encontrar el equilibrio entre gasto e ingesta de calorías/día es más meticuloso de lo que parece y, todavía más importante, es una ecuación que tiene sentido cuando se analiza en el tiempo. De nada vale que un día suelto te mates de hambre sin comer o hagas media maratón, igual que tampoco es dramático que en una celebración familiar cometas excesos y pases dos días sin entrenar. Mi gran recomendación es acudir a un nutricionista, mejor si entiende la actividad/deporte que tú haces, evita franquicias de gran presupuesto publicitario cuyas estrategias nutricionales van acompañadas del consumo de varios botes que te venden a precio de solomillo de vaca alimentada con pasto natural. Hay quien cree que eso de pagar un nutricionista es cosa de millonarios o de pijos, es un debate interesante, pero muchas personas que afirman esto tienen un móvil de última generación que utilizan casi en exclusiva para escribir en WhatsApp. De cualquier manera, ten siempre en mente estas recomendaciones generales:
• En cuanto a ejercicio, prioriza el entrenamiento de fuerza. Creo que quedan dos entrenadores en el mundo que digan que para adelgazar lo mejor es pasar más horas en una elíptica. A pesar de ello son muchos cientos de miles las personas que en lo primero que piensan cuando quieren bajar peso es en una cinta de correr o una bici. Vamos a poner un símil mecánico: todos sabemos que si nos compramos un coche con un motor de gran cilindrada y muchos caballos tendremos que tener la cartera preparada porque vamos a llenar el depósito muchas más veces. Un motor potente consume mucho y un cuerpo fuerte y con buena masa muscular también requiere más calorías, la diferencia con el coche es que al apagar el motor el gasto es cero y tu cuerpo gasta en cualquier circunstancia, a mayor masa muscular más gasto sin entrenar y mucho más gasto cuando 'aceleras a fondo', es decir, cuando entrenas con intensidad. El resultado acaba siendo que podrás comer más y aun así seguir definiendo tu cuerpo siempre que estés comiendo bien, algo para lo que vuelvo a remitirte a un nutricionista.
• No todas las calorías son iguales. Esto igual te suena, antes poníamos un ejemplo de desayuno que rondaba las 400 calorías, un buen desayuno que tendría las mismas calorías que un donut de chocolate y un vaso de leche con cola-cao. El primero es mucho más equilibrado a nivel de macronutrientes y más saciante, tardarás más en volver a tener hambre y esto es importante porque te queda todo el día por delante. La fruta y la verdura nos permiten ingerir grandes cantidades de alimento con pocas calorías, cada cien gramos de lechuga iceberg tiene unas 14 calorías, por ejemplo, ¿te imaginas intentar llegar a 400 calorías comiendo solo la lechuga, sin añadir nada? Creo que no debe haber nada comparable a esto para intentar sentirnos como una vaca pastando.
• Relativiza lo que gastas en el momento del ejercicio y fíjate en todo lo que haces el resto del día. Muchos somos sedentarios activos. Hacemos ejercicio, incluso con intensidad, pero luego estamos diez horas sentados. Si a tu entrenamiento diario le añades evitar el ascensor o cambiar el coche por un paseo en algún trayecto concreto, tu cuerpo lo va a agradecer. Toda suma de actividad cuenta. Esto también es aplicable a la comida, no vale de nada cuidar todo tu día y llegar con tanta hambre a la cena que te cargues todo tu esfuerzo, recuerda que como ejemplo hemos hecho unos cálculos simples alrededor de un desayuno y es muy fácil entrar en superávit calórico aun comiendo alimentos completamente saludables.
Conclusión
Soy de los que piensa que poner foco en las calorías deja muchos aspectos fundamentales descuidados. Es más, una obsesión por ellas puede acabar en un trastorno alimenticio serio. Si te gusta tener metas físicas objetivables con un número y no quieres que sea una marca deportiva, mi recomendación es que te fijes en tu composición corporal y te centres en aumentar el porcentaje de masa muscular y bajar el de grasa, algo muy sencillo al principio y complejo cuando ya tienes cierto nivel, pero que te meterá de lleno en una espiral de entrenar con mayor intensidad, comer mejor y obtener un descanso de mayor calidad. No te preocupes tanto por las calorías que quitas y hazlo más por los kilos que metes a la barra, prueba la diferencia y compara los resultados.
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