El estado de tu microbiota influye así en tu piel
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Iniciar sesión«La piel es un diario viviente donde cada toque deja su huella»... Esta frase atribuida al escritor Oscar Wilde recoge la esencia de lo que supone para cualquier persona, tanto a nivel físico como emocional y mental, la relación con su particular «envoltura». Somos ... piel. Estamos indisolublemente unidos a nuestra piel y es un reflejo de lo que sucede tanto por dentro como por fuera de nosotros. El problema es que a menudo no se cuida como merece y solemos acordarnos de ella cuando no luce sana, bonita, fresca y joven.
Un concepto fundamental para entender lo que influye en la salud dermatológica es el eje microbiota-piel-cerebro, que describe la interconexión entre el sistema nervioso, la piel y la microbiota (tanto intestinal, como cutánea), a través de mecanismos inmunológicos, endocrinos y neurológicos. El punto de partida es la microbiota que, según explica Tania Gil, nutricionista de IMR es el conjunto de microorganismos que residen en la piel, el intestino o las mucosas, y que desempeñan funciones vitales más allá del aparato digestivo, como el fortalecimiento del sistema inmune o el equilibrio emocional. «Su función principal es mantener el equilibrio biológico y proteger al organismo de patógenos, además de colaborar en procesos metabólicos y digestivos, la función barrera, la protección frente a patógenos, o incluso la modulación del sistema inmunológico», explica Gil.
De hecho, tal como explica la especialista, el eje intestino-piel es una vía bidireccional que conecta el equilibrio de la microbiota intestinal con el estado de la piel. Su equilibrio es fundamental para exacerbar y prevenir distintas enfermedades dermatológicas.
La piel y el intestino son dos de las principales superficies de intercambio con el exterior y están íntimamente ligados a través del sistema inmunológico y la circulación sanguínea. Un intestino sano favorece una piel equilibrada, mientras que una disbiosis intestinal puede provocar inflamación sistémica, alteración inmunológica y manifestaciones cutáneas como la dermatitis atópica (eccema), psoriasis, acné vulgar o rosácea.
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Afecciones más comunes
La disbiosis cutánea, tal y como aclara Gil, es un factor fisiopatológico esencial en el desarrollo y la persistencia de numerosas enfermedades de la piel. Estas afecciones, lejos de ser problemas superficiales, reflejan una pérdida de homeostasis tanto a nivel de la piel como en el eje intestino-piel.
Las afecciones más comunes son:
• Acné vulgar: se produce una disbiosis focal caracterizada por la hiperproliferación de Cutibacterium acnes, una bacteria que, en condiciones de exceso de sebo y una pérdida de diversidad microbiana, se vuelve virulenta. Este desequilibrio desencadena una respuesta inflamatoria intensa que produce las lesiones típicas (pápulas, pústulas). Su abordaje pasa principalmente por controlar el sebo con el uso de probióticos y prebióticos tópicos para reequilibrar la población de C. acnes y reducir la inflamación.
• Dermatitis atópica: encontramos una pérdida de diversidad y un aumento de patógenos como el Staphylococcus aureus, que se aborda con probióticos y prebióticos tanto orales como tópicos y restauradores de la barrera.
• Psoriasis: se produce una inflamación sistémica y disbiosis intestinal. Se abordan con probióticos, dieta antiinflamatoria y tratamientos inmunomoduladores.
• Rosácea: se caracteriza por una alteración del eje intestino-piel y un desequilibrio del microbioma facial. Se recomienda evitar aquellos alimentos que causen flushing o el agravamiento de los síntomas.
Otro aspecto que conviene tener claro, según apunta la nutricionista e IMR, es cuál es la función de los microorganismos más comunes en la microbiota cutánea. La experta distingue estos cuatro tipos:
• Cutibacterium (antes Propionibacterium): son bacterias que podemos encontrar en las zonas sebáceas (folículos pilosos y glándulas sebáceas) como en la cara en zonas específicas como frente, nariz y barbilla. Su función es degradar el sebo (los lípidos) en ácidos grasos que ayudan a mantener el pH ácido de la piel. La especie más conocida es la C. acnes.
• Staphylococcus: son bacterias que encontramos en las zonas más húmedas, como las axilas, ingles e incluso entre los dedos, y secas, como los brazos o manos. Su principal función es la protección barrera. El S. epidermidis produce sustancias antimicrobianas (péptidos) que inhiben el crecimiento de patógenos invasores, como el Staphylococcus aureus patógeno.
• Corynebacterium: bacterias que encontramos en zonas húmedas sobre todo en región inguinal y axilas. Participan en la metabolización del sudor, lo que puede influir en el olor corporal, y en la acidez de la piel.
• Malassezia: hongos y levaduras que podemos encontrar zonas sebáceas como en el cuero cabelludo, cara, espalda y pecho. Su función es regular la microbiota fúngica. Se alimentan de lípidos y su proliferación excesiva se asocia con condiciones como la caspa y la dermatitis seborreica.
Qué incluye en la microbiota cutánea
La nutricionista diferencia entre los factores intrínsecos y los extrínsecos. Mientras los primeros dependen del huésped y determinan la base biológica sobre la que se asienta la microbiota (genética, edad, sexo, sitio anatómico, eje intestino-piel y sistema inmunitario), los segundos dependen del estilo de vida y los ambientales, como la dieta y la nutrición, la higiene, el uso de determinados cosméticos, las condiciones ambientales, el clima, la exposición solar, el estrés, el sueño, el uso de algunos fármacos o incluso la propia vestimenta.
Tal y como explica la especialista, la principal causa de desequilibrio es la disbiosis, una alteración de la microbiota intestinal que es la causa subyacente de numerosas afecciones de la piel, incluyendo el acné, la psoriasis y la dermatitis atópica. La piel está constantemente expuesta a factores internos y externos que pueden desequilibrar su delicado ecosistema microbiano, lo que la vuelve vulnerable a la inflamación y a la proliferación de patógenos. "Los principales hábitos que dañan la microbiota cutánea son el estrés crónico, una dieta pobre en fibra o rica en ultraprocesados, las grasas saturadas y los azúcares refinados, así como el uso indiscriminado de antibióticos o cosméticos agresivos, la falta de sueño, la exposición a contaminantes, una higiene excesiva y agresiva, la contaminación o incluso la exposición UV", explica.
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¿Microbiota o microbioma?
A menudo, surge una confusión entre ambos términos, sin embargo, tal y como explica la especialista, en el campo de la biología y la medicina, los términos se utilizan frecuentemente - a veces de forma intercambiable - pero en realidad representan conceptos científicos distintos. La diferencia entre ellos radica en si se hace referencia a los microorganismos vivos en sí que conocemos como microbiota o al ecosistema completo, es decir todos sus genes, que define al microbioma.
Claves para cuidar y preservar el equilibrio de la microbiota cutánea
El cuidado más profundo de la piel explica la nutricionista, comienza en el intestino y con la gestión del estrés. Estas son sus recomendaciones.
• Uso de nutricosmética: esta área se enfoca en suplementos orales que benefician la piel, como los probióticos orales con cepas específicas de Lactobacillus y Bifidobacterium, que han demostrado modular la inflamación sistémica, siendo especialmente útiles para reducir la severidad y la frecuencia de brotes de dermatitis atópica y acné a través del eje intestino-piel. También recomiendo los suplementos de ácidos grasos omega-3 y vitaminas antioxidantes (A, E, C), que refuerzan la función de barrera cutánea y reducen el estrés oxidativo.
• Cambio en los hábitos de vida: el equilibrio interno, explica, también se refleja en nuestra piel. Es importante potenciar una dieta equilibrada y saludable (rica en fibra, frutas y verduras) que se correlaciona con una piel más sana. Además, gestionar el estrés, actividad física diaria o el uso de protección solar.
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