Juan Soto

Toros y bueyes

Urtasun ya ha decidido acabar con las corridas de todos, es decir, aspira a mandar al paro a 200.000 trabajadores

Juan Soto

Ritos e imposturas

La jornada del 25 de julio es indefectiblemente muestra de desfachatez y golfería

Juan Soto

Un manuscrito en Silos

La Xunta debería sopesar la conveniencia de reeditar todos los ejemplares de 'Vida Gallega'

Juan Soto

Olvidos e ingratitudes

En Galicia, la barbarie procede de la ignorancia de muchos alcaldes y concejales, los cuales a nada que los sacudes sueltan bellotas

Juan Soto

O Naseiro, ¿en las últimas?

Este año no habrá Naseiro y, me temo, que estos festejos, cuando se borran del calendario un año, entran en un proceso agonizante que acaba en extinción

Juan Soto

Otra clase de inmigración

La historia de la Galicia en el siglo XX no se explica sin el fenómeno migratorio

Juan Soto

Galicia, a subasta

La estafa de Ana Miranda, para ser eurodiputada a tiempo parcial ocultó su posición y se escondió tras una organización heredera de ETA

Juan Soto

Vuelta al papel y al boli

Los profesores del colegio público han acordado, con el respaldo unánime de padres y madres de alumnos, mandar a la mierda las clases digitales

Juan Soto

Uno o dos milagros

La Sociedad Filarmónica Lucense, después de casi ochenta años, sigue viva y coleando en este yermo municipal de antipatías melódicas y tirrias armónicas

Juan Soto

Hagan cola, señores

A una institución que todavía no reconoció a Celestino F, de la Vega, a Ben-Cho-Shey o a Antón Tovar le queda mucho por andar

Juan Soto

Los perros primero

Entre las numerosas estupideces que azotan este país, no es menor la que decreta la humanización de los perros situándolos a la par de las personas e incluso dos palmos por encima

Juan Soto

Caídas, cuentos y cementos

Eso de «humanizar a cidade» ha consistido en mandar al hospital a 20 o 30 contribuyentes

Juan Soto

Alguna que otra duda

Cuando Xesús Alonso Montero -95 años en plenitud de lucidez- dejó la presidencia de la RAG, algunos nos temimos que su renuncia abría un hueco que solo él era capaz de llenar

Juan Soto

Un siglo de Ronsel

Parece increíble que en tan breve discurrir fuese capaz de reunir su asombroso plantel de colaboradores