Galicia, a subasta

En 1885, Mateo Sagasta estaba convencido de que, una vez aprobada la Ley de Garantías, había Partido Liberal para un siglo: en 1931, Romanones firmó el acta de defunción. En 1922, García Quejido dijo que el PCE era un partido «para siempre, porque siempre habrá explotados». Del aquel partido quedan ahora cuatro zumbados jugando a la brisca.

También ha muerto el PSOE. Perviven sus siglas, aunque agonizantes, pero el partido se extinguió en 2017. Murió a manos de Pedro Sánchez. Los socialistas pululan por ahí, desnortados, como almas en pena o acodados en las barras de los bares hablando de viejas glorias y de tiempos más o menos decentes. Igual que cuando Josefina Carabias fue a visitar a Largo Caballero a El Escorial.

Lo malo de todo esto es que el PSOE arrastró a la fosa a otras formaciones políticas que parecían medianamente vigorosas. El BNG, por ejemplo. De ahora en adelante, ¿quién será capaz de votar en Galicia a un partido que avala una 'financiación singular' para Cataluña en perjuicio de Galicia? Es muy triste ver al BNG abierto de nalgas ante ERC y enjabonando a su secretaria general, de nombre Marta Rovira y, por cierto, de larga genealogía al servicio del franquismo. La estafa de Ana Miranda, que para ser elegida eurodiputada a tiempo parcial tuvo que ocultar su verdadera posición y esconderse detrás del candidato de una organización heredera de ETA, esa estafa, decíamos, es nada al lado de lo de ahora: el BNG, compinche en el atraco presupuestario a Galicia.