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China se enfrenta al reto de reducir el capitalismo de estado

Habrá que reformar los monopolios estatales para incentivar la inversión privada

China se enfrenta al reto de reducir el capitalismo de estado reuters

pablo m. díez

Más capitalismo de Estado o lanzarse abiertamente al libre mercado fomentando el sector privado. Después de tres décadas de imparable crecimiento económico, China se halla en una encrucijada decisiva que deberá resolver su nuevo equipo de gobierno. Durante los próximos diez años, al frente de la segunda potencia mundial se situarán el presidente Xi Jinping, ratificado el jueves, y el primer ministro Li Keqiang, confirmado ayer por la Asamblea Nacional Popular.

Como sucesor de Wen Jiabao, Li Keqiang se encargará de marcar el rumbo económico del país, que ha pasado de ser la «fábrica global» a convertirse en el mayor mercado del mundo gracias a su emergente clase media urbana, formada por 500 millones de personas. Continuar dicho proceso es, precisamente, uno de los principales retos a los que se enfrenta Pekín, que persigue aumentar el consumo interno para dejar de depender tanto de sus exportaciones, que han caído drásticamente por la crisis.

«El Gobierno debería aumentar el nivel de la clase media, que es la fuerza que mueve el consumo, y hacerse cargo de la educación, la sanidad y las pensiones para que los chinos no se vean obligados a ahorrar tanto y puedan gastar más», explica a ABC Oliver Rui, profesor de Finanzas de la Escuela Internacional de Negocios Chino-Europea de Shanghái (CEIBS). A su juicio, otra de las prioridades consiste en «reformar el modelo de crecimiento económico para reducir el peso del Estado y dar mayor protagonismo a la empresa privada, cuya inversión resulta asfixiada por los monopolios que ostentan las grandes empresas públicas».

En sectores clave como el financiero, las telecomunicaciones y la energía, Li Keqiang tendrá que hacer frente a los presidentes de las multinacionales estatales, con tanto poder dentro del régimen que podrían entorpecer las reformas. En caso de no llevarlas a cabo, los expertos coinciden en que el crecimiento chino podría reducirse al 5 por ciento anual. Aunque muchos países ya quisieran para ellos dicha cifra, es la mitad de lo que subía el Producto Interior Bruto (PIB) chino durante años anteriores y se sitúa por debajo del 7,5 por necesario para seguir generando empleo.

Hasta ahora, el desarrollismo chino se había sustentado en la inversión extranjera y en las faraónicas infraestructuras públicas financiadas por los bancos estatales, cuyos préstamos a las autoridades locales corren el riesgo de quedar impagados.

Problemas heredados

Controlados por el régimen como una herramienta más al servicio de este capitalismo de Estado, los bancos ofrecen unos intereses muy bajos a sus clientes para sufragar dichas obras con sus ahorros. Debido a esta «represión financiera», los pequeños impositores prefieren invertir su dinero en operaciones más rentables como la compra de pisos, inflando así la burbuja inmobiliaria pese a las restricciones del Gobierno.

Junto a la corrupción, la contaminación y la demanda de derechos sociales, estos son los principales problemas que hereda como primer ministro Li Keqiang, nacido hace 57 años en Anhui.

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