Los «vampiros» prefieren la sangre de los ciclistas

En cuestión de controles antidopaje no hay dos varas de medir iguales , pero la vara aplicada al ciclismo es, con diferencia, la más dura. Los «vampiros» —como se denomina a los agentes de la UCI que recogen las muestras de sangre de los corredores— suelen actuar fuera de temporada y por sorpresa (por sorpresa quiere decir que pueden sacar al sujeto de la cama a las cinco de la mañana; da igual que luego le espere una etapa con siete puertos de montaña). El organismo que rige este deporte, en colaboración con la Agencia Mundial Antidopaje , patrocinó en 2008 el pasaporte biológico, un método para analizar exhaustivamente los niveles sanguíneos y urinarios de cada corredor. En un año, la UCI realiza cerca de ocho mil controles de sangre, la mayoría fuera de competición.

Todo esto suena a ciencia ficción en deportes como el fútbol o el baloncesto, donde casos flagrantes como el de la Juventus de mediados de los 90 apenas tuvo repercusión en la prensa y acabó siendo archivado por la justicia italiana, ya que el delito de «uso inadecuado de medicamentos» prescribió. El fútbol español no hace análisis de sangre —lo mismo que la UEFA — ni específicos de EPO (proteína que estimula la creación de glóbulos rojos y la oxigenación de la sangre). Tampoco de CERA, fármaco estrella e indetectable durante años, que estimula los efectos de la eritropoyetina propia del organismo y no necesita dosis de refuerzo.

La explicación que se da desde la Federación Española de Fútbol es que estos test son muy caros; no hay un protocolo establecido ni presupuesto para hacer controles y transportar la sangre en condiciones de seguridad. Un análisis normal de orina cuesta 2.000 euros (se incluye el trabajo del facultativo, el material, el laboratorio...); si es de EPO, la factura se multiplica por tres.

En la NBA , por poner otro ejemplo, no se buscan estimulantes o productos para mejorar el rendimiento . Desde hace veinte años se rastrea la presencia de drogas; desde 1999, marihuana, esteroides y diuréticos, y desde 2004, efedrina. Cada jugador pasa cuatro controles al año.

Entre los deportes más populares solo el atletismo puede acercarse al nivel de rigor con que es vigilado el ciclismo: se realizan controles de orina (incluyendo específicos para detectar EPO) y de sangre enfocados a sustancias como la CERA.