Las estaciones de Metro más bonitas del mundo (la guía de un fan incurable)

Moreno Ramos, que ahora tiene cuarenta y cuatro años, empieza a hablar del libro que acaba de publicar recordando su infancia. «Cuando era pequeño, allá por los 80, mientras otros niños querían ser astronautas o futbolistas, yo quería ser conductor de Metro. Me emocionaba cada vez que bajábamos a una estación. Me llamaba la atención el mundo subterráneo. Era algo mágico. Luego he podido visitar muchas de las estaciones con las que soñaba. El primer viaje fue un Interrail, con diecisiete años. Recorrí gran parte de Europa, vi muchos Metros y confirmé que en las estaciones hay espacio para todas las artes: la literatura, el cine, la música, el arte urbano. Es una combinación muy interesante".

-Si hablamos del Metro, el primero fue el de Londres

-Se construyó en 1863, en plena época victoriana. El motor y el vapor estaban en auge. Se inventaban cosas continuamente, como el ferrocarril. El Metro surgió como una necesidad para ampliar la ciudad, y para que sus habitantes pudieran ir de un lado a otro por un territorio que empezaba a ser enorme. La revolución industrial facilitó la tecnología para horadar la tierra. A partir de ahí, el centro de Londres se convirtió en algo único. Porque fue el primer Metro y porque, además, está lleno de estaciones increíbles, con mucha historia. Hay muchas que me gustan, como St James Park, con un estilo art déco, o Picadilly Circus. Pero la que siempre me ha cautivado ha sido Baker Street, porque está dedicada a Sherlock Holmes, una estación dedicada a un personaje literario. Hay azulejos en los que aparece su figura y carteles que muestran la publicación de sus primeros relatos.

-En París nació la palabra Metro

-Era una forma más corta de decir Chemin de Fer Métropolitan, el nombre original. El 19 de julio de 1900 se inauguró la primera línea, y en 1910 ya había seis operativas, obras del arquitecto Hector Guimard, con las entradas vanguardistas que difundieron el estilo art nouveau. El nombre de Métropolitan ya aparecía en la estación de Montmartre. La estación que más me gusta en París es la de Arts et Métiers, al lado del Museo de Artes y Oficios. Es una estación cultural, un concepto creado en Francia, dedicada a Julio Verne y a 'Veinte mil leguas de viaje submarino. Es casi una reproducción del Nautilus, con los ojos de buey y algo parecido a una sala de máquinas.

-En Nueva York hay una referencia española

-El Metro de Nueva York se inauguró en 1904. Pero usted se refiere claro a Rafael Guastavino, valenciano, maestro de obras y constructor español. Patentó un sistema de construcción de bóvedas y cúpulas tabicadas, y estandarizó las medidas de los ladrillos. Su nombre está detrás de la Central Station y del Museo de Historia Natural. Le pidieron que diseñara la que iba a ser una de las estaciones más importantes, City Hall. Hoy es una estación fantasma porque, al ser construida en curva, pronto dejó de ser útil para los nuevos trenes y fue cerrada en 1945. Es de las que me parecen más bonitas, revestida de azulejos. El New York Transit Museum organiza visitas guiadas.

-El primer Metro español se hizo en Madrid

-Se inauguró en 1919, acaba de celebrar su centenario. Anterior al de Berlín o al de Moscú. En 1913 los ingenieros Miguel Otamendi, Carlos Mendoza y Antonio González Echarte presentaron un proyecto con cuatro líneas y 154 kilómetros. El Rey Alfonso XIII, que estaba muy obsesionado con la idea de construir un Metro, aportó un millón de pesetas de su patrimonio personal y buscó a los inversores. De Madrid me quedaría con la estación fantasma, la de Chamberí. Se puede visitar. Es como una cápsula del tiempo, anclada en los años 60. Tiene la misma decoración de las estaciones firmadas por Antonio Palacios, el arquitecto que creó el famoso logo del Metro y diseñó las primeras estaciones de la red, la Nave de Motores de la compañía o el famoso templete de Gran Vía, del que se puede ver una reproducción muy buena que nos traslada al Metro de los años 20.

-Las estaciones del Este Europa son casi palacios.

-Las de Moscú y San Petersburgo tienen un estilo imperio, la arquitectura de los zares. Parecen palacios zaristas de los siglos XVIII y XIX. En Praga, en cambio, hay un Metro con estaciones retrofuturistas, de los años 70; el de Budapest es más clásico, art nouveau. Sin embargo, en efecto, la mayoría de las estaciones de Moscú son increíbles, aunque quizá la más llamativa sea la de Novokuznetskaya. Allí se pueden ver mosaicos de Vladimir Frolov, que murió en su taller durante el asedio de Leningrado.

-De las más nuevas, ¿cuál le interesa?

-Me encanta la estación de Toledo, en Nápoles, obra del arquitecto español Óscar Tusquets. El Metro de Nápoles es interesante, el sistema de iluminación de esa estación se ha utilizado para simular un descenso a las profundidades marinas. En estos tiempos hay un interés por el arte moderno y el juego de luces que queda muy bien representado en la estación de Toledo. También tiene interés arquitectónico el Metro de Bilbao, obra de Norman Foster.

-¿Y en otras zonas del mundo?

-En Asia destacan las estaciones de Shanghai y Taiwán. Allí les gusta mucho la luz, el color y las fantasías ultramodernas. Son construcciones nuevas que representan la arquitectura más contemporánea, con la última tecnología. El Metro de Montreal, con mucha influencia francesa, está lleno de arte en todos los formatos. Contemporáneo, clásico, pop… El Metro de Sao Paulo o el de Buenos Aires también son interesantes. El de Buenos Aires tiene muchas referencias literarias. En los países nórdicos, me gusta el de Estocolmo, que se caracteriza por unir el primitivismo (dejan las paredes sin revestir) con el arte contemporáneo. Cada estación se le entregó a un artista para que la diseñara a su gusto. En Dubái ya han pasado al Metro sin conductor. Hay estaciones ostentosas y llamativas como la Khalid bin Al Waleed, decorada en tonos azules, que parece conducirnos a la profundidad del océano.