Béjar, cultura y naturaleza inagotables
La comarca brinda multitud de rutas a pie, en bicicleta o a caballo. Calzadas, senderos y veredas que compensan el esfuerzo con la belleza que las acompaña
gonzalo santonja
«Ved la verde maravilla/ de belleza y de frescura/ que puso Dios a la orilla/ del desierto de Castilla/ y del erial de Extremadura»: Béjar, así cantada por Gabriel y Galán, el poeta de «El ama», amigo íntimo de Unamuno, quizás el autor más ... celebrado de su tiempo, al que en estos versos se le fue la mano con Castilla y Extremadura. Por glosar las maravillas de estas tierras de ensueño no hace falta hacer de menos a nada ni a nadie.
Para entrar de inmediato en ambiente, yo recomendaría al viajero que, trazando una finta a la ciudad, enderezase sus primeros pasos hacia el monte sagrado de El Castañar , preferentemente en el coche de san Fernando, un rato a pie y otro andando, tomando aire en la umbría del Regajo de los Moros y refrescando la paseata en la Fuente del Lobo para extasiarse después desde el Mirador de la Virgen y seguir a continuación hasta la plaza de toros de La Ancianita, levantada a comienzos del siglo XVIII al lado del santuario y en suma de devociones.
En Béjar aguarda la sorpresa del Museo Mateo Hernández (Béjar, 1884-Meudon, Francia, 1949), el escultor de las piedras más duras, desde la diorita al basalto, y más difíciles, como el mármol rosa o el granito negro, por el procedimiento de la talla directa, que se consagró internacionalmente en el parisino Salón de Otoño de 1920 cuando el Barón Rothschild adquirió una de sus panteras por nada menos que 60.000 francos, cantidad a la sazón tumbativa. Hijo y hermano de canteros y cantero él mismo, artesano/artista fascinado por los Toros de Guisando que se midió en el espejo de los maestros egipcios y mesopotámicos, el legado de Mateo Hernández atesora una colección irrepetible de águilas, búhos, leones, marabús, hipopótamos, panteras y orangutanes más una acabada galería de retratos, tallas de filigranas y sutilezas. Hay que verlo para creerlo.
Y lo mismo sucede, en otro plano, con la Ruta de las Fábricas Textiles, en la ribera del Cuerpo de Hombre. Abierta por el ayuntamiento, bien señalizada y mejor protegida, arranca a la salida del puente sobre el río Frío, al comienzo de la carretera de Ciudad Rodrigo, y se puede hacer con niños. Chimeneas esbeltas, naves de pura piedra, pesqueras de fábula, canales cincelados a pico. Es la epopeya del hombre y el trabajo , epopeyas ambas ahora agraviadas por la ruina. Se trata de un museo único, el mejor imaginable, del esplendor industrial del XIX y la primera mitad del XX.
Hay que pasear la ciudad, calle Mayor adelante hasta la Puerta del Pico, y disfrutar de la Sierra. La comarca brinda multitud de rutas a pie, en bicicleta o a caballo. Calzadas, senderos y veredas. La subida al Calvitero tiene lo suyo, pero compensa. Peña de la Cruz y Peña Negra, más accesibles, citan con la leyenda de los cristianos y acercan el mito de los Hombres de musgo. Cultura y naturaleza, por las tierras de Béjar las posibilidades se muestran inagotables .
Béjar, cultura y naturaleza inagotables
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