DESTINOS
La Navidad es especial en un territorio francés que dominó el imperio alemán
Viaje por los mercadillos navideños, las calles históricas y el arte de Alsacia y Lorena, con paradas en Estrasburgo, Nancy y Metz
Javier Carrión
Alsacia y Lorena han compartido históricamente un pasado de enfrentamiento entre Francia y Alemania (formó parte del imperio alemán de 1871 a 1919) pero también un paisaje urbano similar con pueblos con casas de entramado de madera de suaves colores pastel, nidos de cigüeñas ... en los tejados de los edificios y ciudades ricas en arte como Metz, Nancy y Estrasburgo. Nos encontramos en la región del Gran Este galo que se convierte estos días en un apetecible destino para disfrutar de los mercadillos navideños con decoraciones e iluminaciones que asombran al visitante.
Estrasburgo en torno a su catedral
Estrasburgo, la capital europea cuyo centro histórico está inscrito en el Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1988, muestra los más bellos ejemplos de la arquitectura alsaciana: casas tradicionales de entramado, capillas románicas, palacetes, angostas callejas medievales y una veintena de puentes que unen la ciudad vieja en una isla con el resto de la urbe, en la otra orilla del río Ill. Desde todos los ángulos se divisa su catedral gótica (1176-1439), emblema de Estrasburgo, que fue la más alta de la Cristiandad hasta el siglo XIX con sus 142 metros. Hoy la superan otros cinco templos encabezados por la Iglesia Mayor de Ulm (161,5 m) en Alemania. Los atractivos interiores de la gran catedral alsaciana son múltiples, pero al menos dos son imprescindibles: el prodigioso reloj astronómico de 18 m en el crucero sur, cuyos doce apóstoles desfilan delante del Cristo todos los días a las 12.30 horas, que funciona desde 1547 y fue ampliado en 1842 con un planetario copernicano, y el Pilar de los Ángeles (1230), una maravilla en piedra con doce esculturas maestras del gótico.
Quien lo desee puede subir 332 escalones por un lateral de la catedral hasta la plataforma para disfrutar de las vistas panorámicas. Luego hay que bajar por otra escalera que finaliza enfrente de la Maison Kammerzell en una de las esquinas de la plaza de la Catedral junto a la Oficina de Turismo. Se trata de la casa más bella de la ciudad, construida en 1589 por el comerciante de quesos Martin Braun, donde fascina la viguería esculpida de los pisos superiores.
En esta zona se despliegan los mercadillos navideños más espectaculares de Estrasburgo. El año pasado, 3,3 millones de personas visitaron la capital alsaciana en esos 30 días en los que la ciudad presume de tener el mercado de Navidad más antiguo y más visitado de Francia. Tuvo sus orígenes hacia el año 1570 cuando la influencia de la Reforma protestante se enfrentaba a las tradiciones católicas que vinculaban estos recintos al nombre de un santo. En este caso era el de San Nicolás, nombre que desapareció por el de Christkindelsmärk (Mercado del Niño Jesús), y que acabaron tomando otros mercados de Alemania, Austria o Suiza. Hoy, en cambio, ya no podríamos hablar de un único mercado de Navidad. En Estrasburgo se despliegan una decena por toda su almendra histórica.
En los alrededores se hallan los barrios más típicos de Estrasburgo, como La Petite France, un hermoso rincón digno de cuento, lleno de galerías, tiendas de antigüedades y pequeñas tabernas donde se sirven especialidades alsacianas. La Pequeña Francia era el barrio de molineros, pescadores y curtidores en una zona apestada, donde vivía el verdugo, pero hoy adquirir alguna de estas edificaciones de los siglos XVI y XVII, caracterizadas por sus grandes tejados inclinados y sus desvanes, está sólo al alcance de los más pudientes y, por ejemplo, una casa de una sola habitación supera ya el medio millón de euros. Estas sencillas construcciones de adobe donde vivían los más pobres del barrio son las más fotografiadas de la ciudad junto a los canales, esclusas y la presa Vauban desde la que uno no puede perderse la mejor vista de los Puentes Cubiertos, con sus cuatro torres defensivas del siglo XIV, y la ciudad medieval.
La noria de Metz
Recuperada por Francia en 1918 tras la I Guerra Mundial, Metz ha jugado siempre un papel fronterizo entre alemanes y galos que se han repartido su Gobierno en cuatro periodos desde 1870. Dejando a un lado su papel histórico, no cabe duda de que su ubicación geográfica en la confluencia de los ríos Mosela y Seille le ha proporcionado un encanto especial en esta área oriental de Francia. Nada menos que veinte puentes cruzan los ríos y canales de esta antigua ciudad galorromana y hoy capital de Lorena. La urbe, a dos horas de coche de Estrasburgo, fue erigida en una colina sobre el río Mosela desde la que se observa la silueta de la imponente Catedral de St-Etienne con sus doradas agujas. Su construcción se alargó durante tres siglos (1220-1522), pero hoy está considerada la tercera iglesia más alta de Francia (42 metros) y sus vidrieras góticas, realizadas desde el siglo XIII al XX, ocupan 6.500 metros cuadrados, casi para perderse al divisarlas en las alturas. En Navidad el templo está acompañado por una gran noria que se instala en la misma plaza de la Catedral y muy cerca los chalets ofrecen chocolates, mermeladas, miel, macarrones Boulay, cervezas locales, vinos AOC Moselle y spritz. Al noroeste de la catedral, conocida también como 'la linterna de Dios', un estrecho puente de madera conduce a la isla de Petit Saulcy, donde se levanta el teatro más antiguo en activo del país. Está en la plaza de la Comedia junto a un encantador jardín y, enfrente, el Temple Neuf (Templo Nuevo). Se puede ver junto a la catedral desde el Moyen Pont (Puente Medio), la postal más conocida de Metz.
Este viejo Metz emociona en otros monumentos como la Puerta de los Alemanes, que parece un castillo del Medievo por su puente y sus torres defensivas instaladas en el recinto amurallado, o la Chapelle des Templiers, construida en el siglo XIII por los templarios, y la plaza medieval de Saint Louis con sus soportales y sótanos sorprendentes. La ciudad más moderna se halla en el Barrio Imperial, ideado por el Kaiser Guillermo II tras la anexión de Metz a Alemania en 1870. Su arquitectura puede admirarse en la espectacular estación de tren, una de las más hermosas de Europa, o en la oficina de Correos en un nuevo barrio funcional y pintoresco, pero estas construcciones con aire prusiano ya van a la zaga del Centro Pompidou Metz, una sucursal del célebre museo de París que exhibe la mayor colección de arte moderno de Europa. El edificio con su llamativo tejado que simula un sombrero chino fue diseñado por el japonés Shigeru Ban y está construido con madera laminada recubierta de fibra de vidrio. En 2025 cumplirá su XV aniversario con dos nuevas exposiciones que reunirán obras de la colección parisina y de otros coleccionistas del mundo.
Nancy y la fiesta de San Nicolás
La otra capital histórica de Lorena es Nancy y se encuentra a 53 kilómetros de Metz. Stanislas Leszczynski, duque de Lorena, la embelleció en el siglo XVIII para dedicársela a su yerno Luis XV y dos siglos después, ya en el XX, un artista especializado en el trabajo con el cristal llamado Émile Gallé fundó la Escuela de Nancy, precursora del movimiento 'art nouveau' en Francia, demostrando que los objetos habituales de la vida diaria podían ser también maravillosos. Esos interiores, repletos de piezas de arte en vidrio, cerámicas, vitrales y esculturas, se pueden ver de cerca en el Museo de la Escuela de Nancy instalado en una villa del siglo XIX, visita clave para descubrir esta revolución artística junto a la de la Villa Majorelle, diseñada en 1902, que luce vidrieras de Jacques Gruber y muebles portentosos y una pieza maestra, la chimenea de piedra del salón Les Blés.
Ese reclamo artístico se completa con otro arquitectónico admirable en la fantástica plaza neoclásica de Stanislas, declarada Patrimonio Mundial de la Unesco en 1983, y ahora peatonal. Sólo por ver sus edificios icónicos, como el Hotel de la Ville, el Museo de Bellas Artes o la Ópera Nacional de Lorena, y las elaboradas verjas de las puertas de hierro de Jean Lamour merece la pena acercarse a este punto clave del corazón de Nancy que se ilumina especialmente en la Fiesta de San Nicolás, una tradición que arrancó cuando las reliquias del santo llegaron a la Basilique de Saint Nicolas de Port a 15 kilómetros de Nancy. Este año la fiesta se celebra del 22 de noviembre al 5 de enero de 2025 con el gran árbol navideño en la plaza Stanislas y más de 65 expositores con su casas de madera en la plaza de Carlos III.
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