La torre del homenaje más alta de España mide 47 m y está en un castillo del siglo XV

También conocida como castillo de los Sotomayor y Zúñiga o de Gafiq o Gahete, esta fortaleza de estilo gótico-militar presenta una excelente cantería de granito y forma cuadrangular. La denominación de la localidad como Belalcázar (bello alcázar) tiene mucho que ver con su singular torre del homenaje que con sus 47 metros es la más alta de España. De hecho, la villa, que anteriormente era conocida como Gahete, adoptó este nombre después de su construcción.

Este monumento data del siglo XV y se levantó sobre los restos de una fortaleza romana, continuada en época árabe, de la que todavía subsiste un importante testimonio en la cerca exterior, que se mantuvo como primera línea de muralla con torres albarranas sobre el arroyo Caganchas. Su construcción, tal y como se conoce hoy día, fue promovida por Juan II que cedió estas tierras a Gutierre de Sotomayor, Maestre de la Orden de Alcántara, en agradecimiento a sus servicios. Estaba pues destinado a convertirse así en la residencia de los condes de Belalcázar siendo su hijo Alfonso y su esposa Elvira de Zúñiga sus primeros habitantes, señores feudales del territorio en aquella época que ejercieron de promotores del gótico tardío en la provincia.

En el siglo XVI se le añadió, por su costado oriental, el palacio renacentista de los Zúñiga-Sotomayor que en la actualidad carece de almenas, pero está casi completo el matacán o balcón que coronaba torres y cortinas, sobre el cual se levantaban las almenas que fueron desmontadas por los franceses en 1810.

Su deterioro comenzó a partir de la ocupación por las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia al ser modificado para convertirlo en almacén. En 1811 el fuego de artillería de una división inglesa produjo importantes desperfectos. Temiendo males mayores, los vecinos del pueblo pidieron a la condesa de Belalcázar que fueran desmanteladas las torres.

La propiedad, catalogada como Bien de Interés Cultural, fue adquirida por la junta de Andalucía en 2008, que acometió labores de restauración y puesta en valor del mismo entre 2018 y 2019.

El conjunto, de 2,5 hectáreas, está rodeado por una muralla. La superficie comprendida entre ésta y el castillo cuenta con un foso y, adosados a un caserío de carácter tradicional que fue vivienda de los guardas, los posibles restos de la ermita de Villacerrada, así como parte del camino empedrado que formaba parte del antiguo camino de Almadén.

La fortaleza en sí cuenta con ocho torres de planta cuadrada, cuatro macizas ubicadas en las esquinas y las otras cuatro, huecas, ubicadas en los flancos. Entre la primera y segunda torre se encuentra el único acceso, la Puerta de Hierro, que presenta un arco semicircular y sobre ella hay una lápida de jaspe azul. Tras esta aparece otra que da acceso a su monumental patio de armas, decorado con arcos, donde se encuentra un gran aljibe. También se conservan las caballerizas y la amplia mazmorra.

La torre del homenaje, con seis plantas y muros de 4,4 metros de espesor, es cuadrada hasta dos tercios de su altura y desde ahí hasta la cima de aristas redondeadas. La separación está hecha con una cenefa semejando una cadena y en las esquinas hay unas medias pirámides de molduras paralelas, análogas a las que muestra la torre de San Nicolás de la Villa en Córdoba. En la parte superior se encuentran ocho garitas ornamentadas con el escudo de armas del apellido Sotomayor. La cuarta y quinta planta conservan todavía su cubierta de bóveda y restos de escudos de armas.

La mayor parte de artesonados no están aquí, sino que se trasladaron, a finales de siglo XIX, a la vivienda de Don Manuel Gallego, apoderado y administrador de la marquesa de Casariego, propietaria de la fortaleza.

En momentos puntuales del año la junta de Andalucía organiza visitas guiadas que permiten admirar la grandeza de la que un día presumió. Salsum, web de Gestión Turística y Cultural, también gestiona visitas guiadas y gratuitas los sábados.