Agaete, las mejores playas y piscinas oceánicas del litoral más abrupto de Gran Canaria
La costa más escénica, la que hacia el norte nos acoge al dejar la ciudad de Las Palmas da paso al espectacular poniente isleño
Las mejores playas con Bandera Azul, una por cada provincia costera
Una vez que se ha puesto un pie en la ciudad de la luz, aderezo natural del que presume Las Palmas de Gran Canaria, cuesta abandonarla. Buena razón son los encantos de la más poblada y una de las dinámicas ciudades de Canarias ... por ser la principal referencia urbana de la primera isla poblada del archipiélago.
Su cultura abierta al aire y la luminosidad atlántica están de moda, pero también el ser una ciudad acogedora de gente allende los mares por tradición, como atestigua su espíritu abierto que ha dejado huellas notables en su historia y trazado urbano como en Ciudad Jardín, el barrio residencial donde los británicos instalaron una colonia informal de ultramar cuando el auge de los barcos de vapor hizo la isla base segura en la navegación marítima y origen de prósperos negocios. Su puerto es el mejor testigo de su carácter comercial; es una de las más mayores instalaciones portuarias y más activas del territorio español y el primero considerado en el África occidental, por ser escala marítima esencial entre Europa y América con el continente africano.
Mirando al mar
La orilla oceánica de Las Palmas ejerce un influyo irresistible, buena culpa de ello es la hermosa bahía alrededor de la que se extiende la ciudad. Abarca desde el istmo de la Isleta, promontorio inconfundible con sus tres volcanes, atraviesa arenales y pedreras y se abre generosamente hacia el océano. Hoy de aquel baldío quedan dos extraordinarias playas: Las Alcaravaneras, coqueta, junto al muelle deportivo, que con su nombre recuerda al alcaraván, un ave esteparia esquiva que, discreta, anidaba entre aquellos pedregales.
A poniente, poniendo un broche magnífico a la ciudad se extiende, en 4 kilómetros de dorado arenal, la playa de Las Canteras, una paradisíaca orilla que presume por ser el espejo urbano más líquido y cautivador. Para contagiarse de la alegría y el ritmo activo que despierta el entorno del arenal siéntese en un mirador privilegiado del paseo marítimo: la terraza del hotel Reina Isabel.
La playa es un ensueño de calma arropada por la suavidad del oleaje norte gracias a una barra de arenisca que la cierra. Así se convierte en el destino náutico ideal para hacer kayak sobre sus fondos transparentes y sorprenderse ante la riqueza submarina de una inmersión a unas brazadas del casco urbano.
Despedirse de la ciudad rumbo al norte es situarse ante las vistas marítimas que ofrece el moderno faro que es el auditorio Alfredo Kraus, tenor oriundo de la ciudad. El edificio mira abiertamente al océano, gracias a un gran ventanal protagonista de su sala principal. Es donde aprovechar los magníficos ciclos de música clásica que organiza a lo largo del año y una buena oportunidad para escuchar a la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. El auditorio se fundó en 1845 para despedir a los barcos de vapor y desde entonces no ha parado de emitir un admirable sonido sinfónico y operístico.
Sabor y tradición en el norte grancanario
Aquí vienen curvas, nada más abandonar la ciudad esta ruta por el litoral septentrional isleño presenta un recorrido montañoso. Por ello lo mejor es conjurar el vértigo y al llegar a Arucas, acudir a San Juan Bautista cuya iglesia surge imponente (por eso la llaman «la catedral»). Resalta tanto su bellísimo estilo neogótico como su típica piedra azul de la zona engrandecida por el fino arte de los afamados labrantes aruquenses. Al exterior el paisaje se repliega entre plataneras y los colores minerales y texturas que caracterizan sus barrancos; son un libro abierto a la geología vivida en la isla a través de las erupciones volcánicas y los periodos de calma en los que se fueron sedimentando las rocas que ahora contemplamos.
Si la espiritualidad nos consuela también podemos ascender a Teror, donde espera la patrona isleña: la Virgen del Pino. Su santuario se halla entre casas de balconadas preciosas que reproducen los cánones arquitectónicos peninsulares.
No obstante no debemos dejar Arucas sin probar su sabor urbano más inconfundible: el ron Arehucas. Considerado el mejor de España, es fabricado desde hace 141 años cuando, las instalaciones se destinaron principalmente a la producción de azúcar isleña (hasta que comenzó a cultivarse en América) pero también a elaborar aguardiente de caña y ron, este cuenta con un sabor único que alcanza su plenitud a los 30 años de maduración.
Volviendo a la orilla oceánica, la playa de El Puertillo es un entorno familiar y cómodo para un chapuzón. Junto a ella se ven las salinas del Bufadero, las más antiguas y únicas sobre roca de las cinco que se conservan en la isla desde que el mar era el principal sustento para sus habitantes. Otro de los ambientes más populares en contacto con el océano lo ofrecen piscinas naturales como los Charcones en Bañaderos y el Charco de San Lorenzo en Moya.
Una cultura que enamora
A medida que los barrancos se hacen más abruptos se accede también al pasado aborigen isleño a través del Cenobio de Valerón. Un yacimiento arqueológico de espectacular fachada al exhibir cerca de 200 graneros excavados en la roca, donde la población prehispánica almacenaba sus excedentes agrícolas, en el borde del vertiginoso escarpe.
De igual manera, en medio de la localidad de Gáldar nos espera uno de los principales asentamientos prehispánicos: la Cueva Pintada. Sus frisos geométricos en rojo, negro y blanco testimonian la huella rupestre más importante del Atlántico.
En cualquier momento conviene darse una indulgencia viajera y saborear el territorio catando las papas con mojón picón, una ropa vieja y el queso local de Flor de Guía que se produce artesanalmente en los altos de Santa María de Guía. Con una denominación de origen protegida, es un bocado cremoso y de regusto amargo gracias a que la leche de vaca y oveja que los componen cuajada con flor de cardo azul. Antes de partir, el municipio nos regala un chapuzón en la playa de San Felipe, protegida por imponentes acantilados y destino preciado de surfistas. A dos kilómetros del pueblo, la playa de Roque Prieto, suma a sus encantos sus piscinas naturales que la convierten en una invitación irresistible al baño.
Con las fuerzas recobradas nos asomamos a al faro de punta de Sardina. Si bien la isla cuenta con muchos lugares de buceo excepcionales, este es uno de los favoritos para realizar una inmersión en busca del tiburón angelote. Si lo nuestro no es el buceo, basta con hacer esnórquel entre los imponentes acantilados o refugiarse en la playa de Sardina del Norte y degustar los mariscos criados con las aguas atlánticas en sus establecimientos hosteleros a pie de playa.
Aromas del único café europeo
El valle de Agaete es una sorpresa escondida al final de un profundo barranco que desciende desde los roques que caracterizan la elevada zona montañosa central de la isla. Es un vergel tropical donde crecen las mejores naranjas de la isla junto a papayas, aguacates y mangas, además de pequeños viñedos y el único café cultivado en territorio europeo.
En el escarpado valle, presidido por los negros contrafuertes de Tamadaba, sobre los que crece el pinar más espectacular de la isla que filtra el agua del manantial que discurre valle abajo, la temperatura no baja de 17 grados. Así, desde hace siglos, las pequeñas plantaciones de café arábica, variedad de las más antiguas y placenteras, son mimadas en pequeñas fincas y bajo cultivo ecológico como en La Laja en el sitio de Los Berrazales.
En Agaete además podemos disfrutar de playas para todos los gustos. Junto al puerto se halla la más popular: las Nieves de aguas cristalinas y cantos rodados. Es un ambiente tranquilo y preferido por las familias locales por estar resguardada del viento. Al este del municipio quedan las playas de la Caleta o Turmán y la de El Juncal. A la primera se llega descendiendo por escaleras para salvar el desfiladero, cuando es posible refugiarse en esta encantadora playa de pequeñas dimensiones. En El Juncal sus aguas cristalinas y lo calmado del oleaje la hacen perfecta para una inmersión.
Siguiendo en ruta hacia el oeste, esperan dos playas espectaculares que orlan el final del barranco de Guayedra: Sotavento y Guayedra. Más adelante, a medida que la carretera se aferra a los acantilados asoma la imponente montaña conocida como el Roque Faneque con la playa de Faneroque a la que se accede caminando durante la bajamar desde la Laja del Risco. Más expuesta al oleaje pero de mejor acceso queda la playa del Risco, junto al barrio de idéntico nombre.
Estamos en la zona donde se divisan las más bonitas puestas de sol donde se despeñan los 'caideros' o cascadas sobre los farallones de lava más antiguos de la isla. Lugares abruptos y de querencia para aves marinas como la pardela cenicienta y el petrel de Bulwer.
Desviarse por la vieja carretera, aparte de hacernos sentir en un 'road trip', conduce hasta el Mirador del Balcón que, colgado a 500 metros, es un bello respiro oceánico.
Pistas:
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1
Auditorio Alfredo Krauss. Las Palmas de Gran Canaria.
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2
Hotel Reina Isabel. Playa de las Canteras. Las Palmas de Gran Canaria.
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3
Visitas guiadas por Las Palmas de Gran Canaria.
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4
Destilería Arehucas. Arucas. Visitas guiadas a una destilería de ron de las más antiguas de Europa.
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5
Bodega Los Berrazales. Agaete. Situada en la Finca de La Laja su visita guiada es un deleite para los sentidos y como parte histórica de la isla con sus más de 200 años de antigüedad.
Respiramos también al entrar en La Aldea de San Nicolás, el municipio más occidental de la isla. Un gran valle entre palmeras y casas cúbicas blanquecinas de aire moruno con una apetecible playa junto al puerto conocida como La Aldea y, al pie de la que se haya el charco de La Aldea, destino de una popular romería durante las festividades locales. El núcleo vivió tiempos gloriosos gracias al cultivo del tomate canario que los invernaderos europeos hicieron decaer a pesar de ese sabor exclusivo de sol y volcanes. Hoy, junto al cultivo de frutas tropicales, esta verdura canaria sigue enviando al mundo el sabor intenso y único de la isla.
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