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El Greco recobrado y difundido en el siglo XX (II)

El Greco recobrado y difundido en el siglo XX (II) ABC

antonio illán illán /Osgar González Palencia

La monografía que José María de Cossío dedica a El Greco, publicada en 1908, es el verdadero punto de partida de la percepción del artista cretenses desde un nuevo prisma de realidad. Tras las merecidas ponderaciones, modernamente, se ha reprobado el estudio de Cossío por ... extemporáneo en el momento de su publicación. Se esgrime, contra su pretendido carácter trasnochado, que los movimientos estéticos finiseculares habían reivindicado a El Greco desde una perspectiva espiritualista que, supuestamente, superaría los postulados de Cossío, en tanto que estos tendrían su raíz en un ya superado positivismo decimonónico. Sin embargo, la tesis del maestro institucionista es compartida por los hombres de la Generación del 98, paralelos en el tiempo, en la estética y en una buena parte de su ideario, a los modernistas. Ya hablamos en estas páginas de la huella literaria que El Greco dejó en la obra de los escritores noventayochistas y modernistas españoles, de la misma manera que relatamos l a pasión con que Santiago Rusiñol y su grupo revitalizó a El Greco , al tiempo que lo hacía Zuloaga junto con los intelectuales y artistas de su ámbito de influencia. Todas estas corrientes, a su vez, se producían justo después de la eclosión del Parnasianismo y el Simbolismo, del Impresionismo y del Decadentismo, y, en definitiva, de todas las tendencias estéticas y de pensamiento de finales del siglo XIX a las que ya nos hemos referido en un artículo anterior. Incluso podemos citar a algún autor pre-noventayochista que percibió a El Greco desde perspectivas semejantes. Nos referimos a Ángel Ganivet, que citaría al pintor en su Idearium español como paradigma de artista que refleja el alma de nuestro pueblo, fuertemente afirmado en su individualismo. Este interés de Ganivet por ver las raíces identitarias españolas en el pasado es un rasgo de pensamiento compartido no sólo con los hombres del 98 y con Cossío, sino también con un coetáneo, íntimo amigo del propio Ganivet, Francisco Navarro Ledesma, a quien el gran escritor granadino conocería en la Universidad Central, donde ambos coinciden en estudios de doctorado, momento a partir del cual trabarían un lazo tan indisoluble como revela su asidua y fraterna correspondencia que se prolongaría hasta dos días antes de la muerte de Ganivet. Esta huella, junto con los escritos de Navarro Ledesma, nos permiten comprobar afinidades intelectuales y personales que pasan por viajes compartidos a Toledo, y, una vez más, la búsqueda de la personalidad colectiva en los grandes signos del pasado, entre los que ambos contaban a El Greco.

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