El bombero del Consorcio de Toledo que salvó a un vecino en Buenavista relata cómo fue el rescate: «Salté sin pensarlo»
Javier Rodríguez relata a ABC cómo se lanzó a un voladizo para evitar que un vecino herido cayera al vacío
La acumulación de basura en el piso incendiado en la ronda de Buenavista en Toledo complicó las labores de extinción
Javier Guayerbas
Toledo
La mañana del lunes parecía rutinaria para Javier Rodríguez, bombero del Consorcio de Toledo. Acababa de dejar a sus hijos en el Colegio Público 'Garcilaso de la Vega', cuando, al girar la esquina, una explosión quebró la normalidad. Estaba a unos 200 metros del edificio ... donde, instantes después, comenzaría un incendio que se propagaría velozmente por uno de los pisos de la primera planta. A partir de ese momento, su día de libranza terminó en un acto de valentía que salvó la vida de un vecino atrapado.
«Escuché la explosión, me asomé y ya salía humo negro por la fachada. Automáticamente llamé al 112 mientras bajaba hacia el portal», relata Javier a ABC. En apenas unos segundos, las llamas habían roto por dos fachadas y el fuego se extendía con rapidez por el inmueble.
Al entrar al portal encontró a varios vecinos intentando comprender lo que ocurría. «Pregunté si habían avisado al 112, me dijeron que estaban llamando. Subí por el tiro de la escalera evacuando a la gente que me encontraba», explica.
En la primera planta, donde se encontraba la vivienda afectada, coincidió con una vecina. Le advirtió que allí vivía una familia con un niño y que había visto caer ropa por la ventana. Javier dedujo que alguien seguía dentro.
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Intentó tirar la puerta con un extintor, pero no fue suficiente. Entonces apareció Javier, el carnicero recién instalado en el barrio. «Estuvo un rato conmigo intentando tirar la puerta abajo, hasta que le dije que se marchara porque no se podía respirar», recuerda. La puerta seguía cerrada.
Al llegar la Policía Nacional, Javier se identificó como bombero y pidió herramientas. Los agentes le facilitaron una maza. Con ella logró abrir un butrón en la puerta de madera y asomarse. «El incendio estaba completamente desarrollado. Ya no aguantábamos allí por el humo».
Fue entonces cuando todo cambió. Junto a Javier se encontraba Víctor, un agente de la Guardia Civil también fuera de servicio. Ambos se preparaban para bajar por la escalera cuando les avisaron desde abajo de que alguien había visto un brazo en una ventana del tiro de la escalera, en un patio interior del edificio.
«Nos asomamos y vimos a una persona precipitada sobre un voladizo de la cocina. Se estaba escurriendo hacia la calle y tenía quemaduras en el cuerpo», cuenta. Las condiciones del voladizo, de unos 60 centímetros de ancho, y el estado en el que se encontraba el hombre, hacían presagiar el peor de los desenlaces.
Decidir en segundos
Javier tomó una decisión rápida. «Subí a la planta de arriba, me asomé desde la ventana y salté al voladizo. Pude sujetarlo con mis piernas y agarrarme a los barrotes para que no se cayera», comenta a este diario.
Durante unos cinco minutos, que se hicieron eternos, sostuvo al hombre, quien se encontraba herido y desorientado, formando un «parapeto» con su cuerpo para impedir que se precipitara.
Una patrulla trató de ayudar desde la calle con una escalera, pero Javier lo descartó. «No veía seguro evacuarle por la fachada; se iba a caer». Mientras tanto, el fuego avanzaba cada vez más rápido. Víctor, el agente de la Benemérita, desde la ventana, se dio cuenta antes que nadie.
«Me dijo que tenía que salir de ahí porque el incendio venía muy rápido». Con la fachada impracticable, Javier improvisó la que sería la maniobra decisiva: abrir la ventana del piso contiguo y lanzar dentro al herido. «Lo lancé dentro y Víctor saltó conmigo. Fue un acto de valor suyo», destaca.
Ambos quedaron confinados en el interior de aquel primer piso, sin posibilidad de abandonar el edificio por sus medios. Avisaron de nuevo al 112 para informar de que estaban a salvo, junto al hombre rescatado, pero sin salida.
El rescate final
Finalmente, los bomberos del Consorcio localizaron el piso y en coordinación con ellos, Javier y Víctor lograron evacuar al herido hasta la UVI móvil. La operación había terminado, pero el día no. «Luego la comisaría, el hospital y demás… y poco más», resume Javier, consciente de que lo vivido apenas cabía en una frase.
A pesar de la magnitud de lo ocurrido, Javier insiste en que nunca actuó de manera temeraria. «Tenía el riesgo bastante controlado. Sabía hasta dónde podía avanzar y en qué punto no era seguro», afirma.
Reconoce que hubo momentos en los que la única opción era retroceder. «Cuando no era seguro subir más, dejé claro que hasta ahí habíamos llegado y que había que evacuar. Y cuando salté al voladizo sabía que podía mantenerme seguro allí», recuerda, agradecido a Víctor y a Javier el carnicero, así como a Policía Nacional y a cuantos compañeros formaron parte del amplio dispositivo.
Aquel incendio, que se cruzó en su camino en una mañana cualquiera de libranza, terminó poniendo a prueba su experiencia y su temple profesional. Y gracias a ello, un vecino atrapado en una situación límite consiguió sobrevivir, un vecino que es padre de un pequeño de 5 años que va al mismo colegio que los niños de este bombero, héroe del incendio de la ronda de Buenavista.
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