Tiempos de berrea

Con las primeras lluvias de septiembre, la «raya» o monte bajo de las tupidas serranías es un constante ir y venir de reses angustiadas por el proceso encelado de la reproducción, y en estas zonas pueden escucharse nítidamente el salvaje eco de una orquesta venatoria que atraviesa collados y cresterías, se extiende por solanas y umbrías, para convocar a los machos a un torneo espectacular, donde tan solo el vencedor de la disputa gozará del derecho a cubrir las hembras.

Y en los atardeceres y amaneceres de estos espacios donde manda la madre Naturaleza, la anual berrea significa algo para recordar en todos aquellos que tienen la oportunidad de ocupar primera fila en las atalayas que se asoman a las rastrojeras, donde los protagonistas de la ocasión retadora cruzan sus defensas, con secos chasquidos de madera envejecida y nudosa.

La pelea no suele durar mucho y termina sin graves consecuencias, dado que, a la menor muestra de debilidad en la lucha, el menos fuerte abandona y pone pies en polvorosa. Aunque también es verdad que en ocasiones, no muy frecuentes, la guardería de los cotos se han encontrado con dos venados, entrelazados con sus puntas, que llegaron a la muerte al no poder desprenderse del agarre fatal.

A menos de una treintena de kilómetros de la capital regional toledana, en los términos de las Ventas con Peña Aguilera, Los Yébenes y San Pablo de los Montes, puede escucharse cuando termina el día y amanece el siguiente la brama montaraz que anuncia de forma espectacular la berrea del cervuno. Conviene no perderse la ocasión.