Así es el piso de 350 metros cuadrados vendido por seis millones de euros en el centro de Madrid
Ubicado en un edificio residencial premiado y protegido del año 1914, cuenta con cuatro dormitorios en suite
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Hay pequeños gestos cotidianos en la vida que son un privilegio. Puede que se le olviden a quien tiene la oportunidad de hacerlo a diario, pero así se siente, como algo relevante, cuando se pone el pie por primera vez dentro de un edificio singular. ... Un edificio como la construcción residencial de carácter señorial ubicada en el número 38 de la calle Almagro de Madrid, en el corazón del barrio de Chamberí. Diseñado por el arquitecto Augusto Martínez de Abaria y construido en 1914, hace más de un siglo, tiene el premio de arquitectura del Ayuntamiento de Madrid al edificio «Más artístico y Mejor Construido», como anuncia colocada en su protegida fachada. En la tercera planta de este histórico edificio se acaba de vender un piso de película por más de 6 millones de euros.
Las esculturas de una cariátide y un atlante, obras ambas del escultor Sixto Moret, flanquean la entrada del edificio residencial, destinado inicialmente para alquiler de la clase alta. De su fachada, esculturas aparte, destacan los miradores de piedra y sus balconadas con rejería corrida, detalles clave en las viviendas diseñadas por Martínez de Abaria.
Así se puede comprobar en el piso de 350 metros cuadrados que Velzia acaba de comercializar en el edificio. Más de 6 millones de euros ha sido su precio de venta. El espacio ha sido diseñado por el equipo de Espejo&Goyanes, un estudio de interiorismo especializado en viviendas de lujo que ha colaborado por primera vez con la constructora, también experta en el mercado premium. Suyos son dos de las últimas villas que se están levantando en el residencial Parque de Conde Orgaz, una de las millas de oro de la capital.
El resultado es una de las viviendas más exclusivas del centro de Madrid. Un lugar en el que diseño y confort se fusionan en uno. El estilo refinado de Espejo&Goyanes se aprecia en cada rincón de la casa, donde se han recuperado piezas originales como algunas puertas de madera de roble y el suelo de su salón principal, decorado con una preciosa cenefa que vuelve a lucir casi como el primer día. Es una auténtica reliquia el suelo, testigo de más de 100 años de historia que tiene la residencia.
También han sido recuperadas las molduras artesanales de escayola que decoran el techo —el grado de protección del edificio obligaba a ello—, aunque en este caso se trata de una reproducción fidedigna de las originales, que habían sido retiradas por el anterior propietario de la vivienda. El trabajo de artesanía es digno de mención: un escayolista ha reproducido las molduras después de un trabajo de documentación fotográfica con la ayuda de vecinos del edificio cuyos pisos sí mantenían los diseños originales.
El papel pintado color cobre recibe al visitante en un hall de entrada a altura de la historia y poso del lugar. El citado salón central, ampliado con algunas modificaciones de un espacio ahora más diáfano, que da prioridad a la luz natural que entra por sus grandes ventanales con vistas a la calle Almagro y que hace destacar sobremanera a los techos altos de la vivienda, es un lugar idílico de reunión presidido por un mueble de televisión hecho a media en roble tintado oscuro. Este detalle contrasta a la perfección con el pavimento recuperado de la estancia.
Este salón está separado mediante un panel del comedor principal que da continuidad a las estanterías forradas en papel verde que lo rematan. El comedor se ubica junto a la cocina, que en la nueva distribución diseñada por Espejo&Goyanes y ejecutada por Velzia ocupa el centro de la casa.
En la cocina, destaca sobremanera la isla central, una pieza de mármol diseñada en exclusiva para el piso de lujo, si bien se aprecia ya la «obsesión» de las diseñadoras de la casa por la funcionalidad, que convive con el diseño a través de muebles de almacenaje, tanto en torre como bajos.
Cuatro habitaciones en suite, cada cual más espectacular
Este gusto por la habitabilidad, por el confort, se acentúa en la parte privada de la casa, separada de las zonas comunitarias por una puerta corredera que hace de frontera entre la cocina y el pasillo principal, que se va abriendo hasta asomarse, en dos de las cuatro habitaciones de la vivienda, las exteriores, a la calle Monte Esquinza de Madrid.
Todo el pasillo esconde armarios de almacenaje que pasan desapercibidos a simple vista porque uno está más pendiente de descubrir cada rincón al que se accede por este largo pasillo principal del piso.
A mano derecha, un aseo y la primera habitación de la casa, interior, comparten zona de distribución con una de las joyas mejor guardadas de la vivienda: un despacho decorado con muebles de madera de roble que acompañan a la vidriera original restaurada, pieza central del espacio, que recuerda a la decoración de zonas comunitarias del edificio, como su portal.
Todos los baños —las habitaciones son en suite, tienen su baño privado cada una— destacan por los suelos de piedra natural, emparejados en función de la característica de la habitación a la que acompañan: son diseños similares, pero idénticos los de las dos habitaciones interiores —tres tipos de piedra en mosaico de 10x10— y los dos de las exteriores —un dibujo en damero de 20x20—.
Al fondo del pasillo se ubican, como decíamos, las dos habitaciones exteriores de la casa, sendos paraísos del descanso. Ambas comparten más que el diseño del baño: la uniformidad está presente en las molduras de sus paredes y sus frentes de armario.
Las diferencias entre ambas, aún así, existen: la suite principal es más grande, tiene vestidor y una privilegiada terraza, mientras que la más pequeña de las dos estancias cuenta con un balcón de rejería corrida que es una de las señas de identidad de la fachada del edificio protegido.
Así es este piso de ensueño en cuya recuperación y rediseño han unido sus fuerzas y conocimientos Velzia y Espejo&Goyanes, un diseño para una vivienda histórica de lujo que, como presume la constructora, «rinde homenaje a la tradición arquitectónica madrileña sin renunciar a la modernidad ni al lujo contemporáneo».
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