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¿Está sobrevalorado el atractivo de James Bond?
Su estilo y personalidad lo han encumbrado, pero ¿y si realmente no fuese para tanto?
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Iniciar sesiónEl séptimo arte tiene el poder de poder influir en la memoria histórica de una sociedad durante generaciones con películas que han marcado un antes y un después en la historia. A menudo sus protagonistas suelen ser ya no solo los ídolos de masas, sino ... figuras seguidas tanto por su estilo como su actitud. Uno de los ejemplos más significativos se encuentra en el Agente 007, que durante cinco décadas siempre ha estado presente
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Desde que se estrenase la primera película en 1962, ‘Agente 007 contra el Dr.No’, bajo la caracterización de Sean Connery , el perfil del espía sirvió como inspiración a los hombres de medio mundo para cambiar su imagen, tanto en lo referente a su peinado como a su vestidor. Después le siguieron otras figuras como George Lazenby, Roger Moore, Timothy Dalton, Pierce Brosnan o Daniel Craig, que, con físicos muy distintos, han sabido mantener su estatus al mismo nivel a lo largo de los años, encumbrándolo como uno de los personajes más atractivos del panorama cinematográfico.
La clave de su popularidad también reside en su porte a la hora de lucir los trajes, la elegancia con la que se mueve, su forma de conquistar a las mujeres y sus ocurrentes frases -cómo olvidar su “Martini seco, agitado, no revuelto”- pero, ¿acaso no se le ha mitificado demasiado? No se trata de hacer una crítica al personaje ni a los actores que le han dado vida, sino de llevar a cabo un ejercicio de reflexión sobre si realmente es tan atractivo como dicen, o si se ha cumplido eso de “crea fama y échate a dormir”.
Por partes. En lo que concierne a su estilo, es un gran defensor de la sastrería y los trajes en general, pero a diferencia de otros personajes de películas, quizás hubiese resultado acertado que jugase un poco más con el vestuario. Es lo que tiene ser un agente secreto, ¿no? Por mucho que tenga su propio sello personal, desde nuestro punto de vista se ha encasillado demasiado, pecando de resultar poco innovador. Quizás verlo con un outfit más informal, al estilo ‘Lupin’, hubiese servido para encumbrarlo todavía más por la originalidad, y más ahora que estamos en un momento en el que las tendencias se han vuelto mucho más permisivas.
Su estilo de vida también resulta bastante irreal y si se piensa con detenimiento, sus capacidades físicas, también. Eso de saltar de una moto a un coche en llamas y salir además de ileso, con el look impecable, puede resultar efectivo para llamar la atención del espectador en una escena, pero repetir la fórmula hasta la saciedad puede causar el efecto contrario. Por mucho que sean películas de acción, a veces cuenta más cuando la realidad supera a la ficción.
Pero si hay un punto que merece deliberación más pausada es su actitud, porque James Bond tiene una personalidad que parece conquistar a las mujeres desde el primer minuto, no es necesario ni que articule palabra, con su mera presencia lo tiene todo hecho.
Y no, no debería ser así, porque precisamente el problema del Agente 007 - aunque tenga un sentido del humor bastante irónico que le pueda ayudar a meterse en el bolsillo a cualquiera- es esa postura demasiado estudiada que poco deja a la naturalidad. Puede resultar efectiva los primeros cinco minutos, pero pasada la ‘ronda de reconocimiento’ hacerse el chulito ya no sirve, hay que mostrar algo más. Y es ahí cuando él no las tiene todas consigo, pues nunca se despega de su fachada.
La realidad es que, más que una cara bonita, lo que cuenta es la actitud que se posea. No hay que olvidar tampoco que las imperfecciones y rasgos que marcan la diferencia son los que determinan que una persona resulte atractiva, y lo que sucede con Bond es que mostrarse siempre tan perfecto es lo que precisamente le quita mérito. Un poco de naturalidad, amigo.
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