El arte de llevar bufanda, ¿cómo saber cuál elegir según el look?
Te damos las claves para decidirse por la más idónea en función de las prendas con las que vayas a combinarla
Tres combinaciones infalibles para acertar cuando no sabes qué ponerte
Ni tiene por qué ser incómoda ni resultar aburrida. Vaya por delante este alegato para reivindicar la falsedad de estas dos ideas que a día de hoy todavía planean en torno a la bufanda, más que nada porque este accesorio, que siempre ha sido ... injustamente infravalorado, es mucho más que una ayuda para afrontar el frío. Pocas personas encuentran en él un elemento de moda útil para elevar cualquier estilismo y, sin embargo, esa es una de sus principales funciones.
Contribuye en gran medida a que un look funcione en la temporada de invierno y, pese a su carácter atemporal, también atiende a las tendencias que se van presentando cada año. A veces más finas, otras en versiones XXL y siempre alternando modelos lisos con otros a rayas, con cuadros o con coloridos estampados en función de lo que vayan dictando las pasarelas. La cuestión es que todas ellas merecen un hueco en cualquier armario y merecen ser tratadas de diferentes modos, por eso nos hemos decidido desde Summum a elaborar un pequeño manual sobre el uso la bufanda y cómo debe ser anudada en función de las prendas con las que vaya a llevarse para no haya más excusas a la hora de envolver nuestro cuello en las próximas semanas.
Con traje
¿Se puede llevar bufanda sobre un traje? Por supuesto que sí, pero es importante hacer una correcta elección para que no se pierda la formalidad de la sastrería. Puede ser un diseño liviano de cachemir o uno de lana gruesa, pero siempre liso, sencillo, de líneas limpias y elegante.
La mejor manera de lucirlo es doblándola por la mitad a lo largo, colocarlo alrededor del cuello y pasar los extremos a través del lazo. Después no habrá más que ajustar el nudo al gusto sin que reste comodidad.
Otra alternativa es simplemente colocarla dejando que caiga cada uno de los extremos por cada lado del cuello sin atarla o, ponerla bajo las solapas del abrigo. Aquí la función es puramente estilosa puesto que no protege de las bajas temperaturas, por lo que es preferible reservarla exclusivamente para días de climas no demasiado gélidos.
Si hablamos de esmoquin, en este caso hay que buscar un pañuelo o una bufanda fina –preferiblemente de material como la seda– de un tono similar al de la blazer o, como mucho, con algún print sutil que aporte un poco de fantasía.
En clave casual
La libertad a la hora de elegir bufanda y manera de anudarla siempre es mayor cuando la sastrería no entra en la ecuación. En los contextos en los que los looks se relajen pero se quiere mantener una apariencia pulida la recomendación de los expertos es colocarla sobre la parte posterior del cuello aproximadamente a un tercio del camino y después tomar el otro extremo para girarlo hasta el hombro opuesto.
De este modo se logrará un resultado cool sin caer en ningún tipo de exceso que sirve igual de bien con una chaqueta, con un jersey o simplemente sobre una camisa.
MÁS INFORMACIÓN
En el terreno informal la fórmula más práctica es aquella en la que la bufanda se utiliza para envolver el cuello por completo con una o dos vueltas en función del largo y se tira de los extremos hasta dejarla bien ajustada. Para esta opción el diseño que mejor funciona es cualquiera que sea de gran tamaño y grosor que esté dispuesto a ofrecer calidez a quien lo lleva.
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