Cómo llevar chaleco acolchado para que un look funcione
Son muchas las connotaciones que lleva implícita esta prenda que sirve de perfecta transición hacia el invierno
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Con el chaleco acolchado parecen no existir las medias tintas. Y no solo porque su diseño parece haber sido creado para que o lo ames o lo odies, sino porque esa apariencia solo parece encajar con dos estilos extremadamente opuestos. O bien se asocia con la estética hiphopera combinado en su versión más voluminosa con sudadera debajo y unos pantalones XXL, o con la adaptación pija que pasa por llevarlo sobre una camisa con unos chinos o directamente como compañero de un traje clásico. ¿Y qué ocurre a medio camino entre estas propuestas? Que se pierden por el camino una gran cantidad de hombres que no terminan de encontrarse cómodos con ninguna de estas ideas.
Para todos aquellos que no se sienten identificados con ninguna de las etiquetas que parecen ir unidas a esta prenda va esta pequeña guía sobre cómo se puede llevar este abrigo ligerosin mangas en un look de diario sin que eso implique la asociación con ninguna ideología política o la pertenencia a determinada clase social.

La elección del chaleco
Ponerse un chaleco acolchado puede ser un gesto decisivo a la hora de mejorar un conjunto. En lo funcional porque aportará mayor calidez y en lo puramente decorativo porque le puede dar un toque de modernidad que mejora la apariencia. Es un excelente complemento otoñal que, para sorpresa de muchos, puede ser utilizado en multitud de contextos. «Dependiendo del color y textura puede ser perfecto para ámbitos profesionales y otros más personales. Por ejemplo, si la empresa en la que se trabaja es más conservadora, lo ideal sería llevar el chaleco debajo de un blazer y un pantalón de pinzas con un aire actual. Pero combinado así siempre va a tener un aire más serio. Si la empresa es más creativa, el chaleco puede ir debajo de un jersey de cuello alto acompañado de un jeans acampanado y un botín», explica a Summum la experta en imagen Loles Romero.
Se puede, por tanto, lucir de tantas formas como surjan de la creatividad. En clave deportiva con unos joggers y una camiseta de manga larga, con unos pantalones cargo y una camisa de cuadros acercándose más a la moda montañera o, más sofisticada, utilizándolo como fuente de calor para un look nocturno con vaqueros o pantalones de cuero. Porque no hay que olvidar que toda propuesta puede ser adecuada si se elige el modelo correcto para cada fisionomía ya que es ahí donde está la clave. «Es crucial conocerse. Saber si es una prenda que va con nosotros… ¡No todo el mundo defiende igual cualquier prenda!», expone Romero, quien asegura que precisamente su trabajo como asesora de imagen no es ver únicamente el contexto en el que utilizará el chaleco sino comprobar que vaya con la silueta corporal y el estilo de la persona en cuestión. «Hay que saber si físicamente nos funciona», puntualiza.

A partir de aquí, es el gusto de cada uno el que le hará inclinarse por una u otra versión más o menos llamativa. «Uno en negro o beige sería genial por su versatilidad a la hora de combinar», recomienda Loles Romero. Después, toca experimentar con los colores ya sea creando contraste con el resto de elementos de un look optando por una tonalidad opuesta, jugando con los neutros para lograr un equilibrio o decantándose por el monocromatismo.
Juego de capas
El chaleco acolchado está diseñado para proporcionar un aislamiento eficaz tanto con su relleno tipo plumífero como con sus costuras estratégicas y sus bolsillos ejerciendo de capa principal. Sin embargo, lo más habitual es emplearlo como un envoltorio más, no en solitario. Es cada vez más frecuente su uso bajo la americana o el abrigo, especialmente cuando hablamos de los modelos conocidos como ultraligeros por su carácter liviano porque ejercen una labor protectora impagable. «Para mí es un sí. Además, ayuda a protegerte del frío mejor», opina la asesora de imagen de Le Maniquí.
No importa lo que le coloques por encima o por debajo, el interesante mix de texturas que se puede alcanzar con él es el que lo puede volver tan atractivo a ojos de cualquier hombre sea cual sea su estilo.
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Gracias a esta genial adaptabilidad al layering, el uso del chaleco puede extenderse desde el comienzo del otoño hasta bien entrada la primavera, probando así lo bien que se maneja en cuestión de oscilación térmica. Al fin y al cabo, su utilitarismo es la baza que le permite permanecer inalterable a cualquier tendencia.
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