El Vaticano confirma que la causa de beatificación de Isabel la Católica sigue en marcha y no ha sido descartada

La última novedad formal sobre la causa de la reina se remonta al 20 de mayo de 1993, cuando la secretaría de Estado del Vaticano informó que las «circunstancias» aconsejaban profundizar en algunos aspectos, y que sería necesario tiempo para el estudio y la reflexión. Se refería probablemente a las perplejidades que el entonces arzobispo de París, Jean Marie Lustiger, expresó ante Juan Pablo II, pues temía que reconocer la santidad de Isabelsería una ofensa para los descendientes de los judíos a los que expulsó de sus tierras.

Este lunes, informalmente, el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del dicasterio para las Causas de los Santos, ha comunicado a una delegación presidida por Luis Argüello, que el Vaticano no ha descartado seguir adelante, y que la idea es recopilar datos que contextualicen las decisiones históricas de la candidata a los altares para ayudar a sus detractores a comprender una eventual beatificación.

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«Ha sido una visita de cortesía», explica el arzobispo Argüello ABC. Reconoce que se trataba de averiguar si por parte del Vaticano, «la causa estaba clausurada, parada o si se estaba dilatando la resolución de los diversos pasos». «Se nos ha dicho que no está parada y que, simplemente en su momento se produjo una dilatación de las resoluciones que debe tomar la congregación», añade satisfecho. «Por eso queremos decir que, en la medida en que no se nos ha dicho que no, entendemos que la causa sigue abierta y la queremos impulsar», zanja.

Aunque oficialmente la causa de Isabel la Católica nunca ha sido paralizada, el Vaticano lleva muchos años guardando silencio sobre ella. En cuanto el cardenal Semeraro lo decida, el expediente pasará a una comisión de teólogos que deberá opinar sobre si reúne las condiciones para ser declarada venerable. La decisión corresponde a un tribunal formado por cardenales y obispos que propondrá una «sentencia» al Papa Francisco, a favor o en contra de reconocer las «virtudes heroicas» de la candidata. Solo el Pontífice decide si es oportuno aprobar o no la «recomendación».

No es la primera causa de beatificación controvertida que debe estudiar el Vaticano. Inocencio XI, Pontífice del galicanismo y de la «cruzada» contra los otomanos durante el asedio de Viena, tuvo que esperar mucho tiempo -desde 1689 hasta 1956- porque Francia decía que les fue abiertamente hostil, y para no ofender a los turcos. Tampoco Juan Pablo II tuvo problemas para que Roma digiriera la beatificación de Pío IX, quien se había opuesto firmemente a la unidad de Italia.

En 2015, algunas comunidades indígenas criticaron la canonización del mallorquín fray Junípero Serra, franciscano evangelizador de California, a quien acusaron de emprender un «genocidio cultural» y de castigar con violencia a los indios que escapaban de las misiones.

Actualmente está bloqueada la causa de beatificación de Pío XII, Papa durante la II Guerra Mundial, y es posible que no avance hasta que se publique todo el material que a él se refiere, contenido en los Archivos Apostólicos Vaticanos.

Junto a Luis Argüello, han viajado a Roma casi un centenar de peregrinos de España, EE.UU., México e Italia, para recordar que hace 520 años también se celebraron en esta ciudad los funerales de la reina. «Nos está sorprendiendo el interés de la gente por la causa. Pensamos que es manifestación de devoción, pues se reciben peticiones de estampas y rosarios», asegura. Le acompañan en los encuentros oficiales el director de la comisión por la beatificación de Isabel la Católica, José Luis Rubio Willen, y Francisco Javier Espigares Flores, de la Capilla real de Granada en la que está el sepulcro de la reina.

El viaje concluirá este miércoles con un breve encuentro con el Papa Francisco, a quien entregarán las actas del congreso sobre «Isabel la Católica y la evangelización de América», celebrado en Valladolid en 2018 «para descifrar la historia sin prejuicios» y mostrar el papel de la reina en la difusión del Evangelio.

En la presentación del volumen, Argüello reconoce que en el choque entre los dos mundos «aparecieron situaciones de dificultad y realidades de violencia que no podemos negar, pero, sobre todo, se produjo un encuentro que se hizo posible gracias a la evangelización y también al mestizaje, aportación genuina de la colonización española que afirma, siguiendo las pautas establecidas por la reina Isabel en su testamento y codicilo, la dignidad y ciudadanía de los moradores de aquellas tierras».

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