Varias comunidades en alerta por una plaga «anómala» de polillas gigantes

Lejos de tratarse de una especie invasora o peligrosa, los expertos apuntan a una explicación natural: las altas temperaturas, las lluvias primaverales y la entrada de masas de aire cálido desde el norte de África han creado un entorno propicio para la expansión de esta mariposa nocturna.

Con hasta cuatro centímetros de longitud, estos insectos pueden llegar a alarmar a la población, pero la realidad es que, pese a poder ser molestos, no son peligrosos para el ser humano, posiblemente lo sea más el insecticida que muchos utilizan para acabar con ellas. Sea como fuere, estas polillas han aumentado de manera abultada, como ya ocurrió el año pasado por las mismas fechas.

«Las condiciones ambientales han favorecido a la especie, que de por sí es poco exigente, y han acelerado su metabolismo», explica a ABC Óscar Soriano, científico titular del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC). Así, la proliferación de estos lepidópteros —de la especie 'Autographa gamma'— se debe a la suma de diversos factores como las lluvias, que han proporcionado más acceso al alimento; las altas temperaturas; y la disminución de sus depredadores, como murciélagos o lagartos.

Desde el punto de vista de la salud, estos insectos no suponen «riesgo alguno» ya que «ni pican ni transmiten enfermedades al ser humano», explica Jorge Galván, director de la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (Anecpla). Estas polillas tampoco guardan relación alguna con otras que generan daños en textiles o que se comportan como plagas de interés alimentario, por lo que su mayor molestia es su inesperada presencia, «anómala», según los expertos. Durante las últimas semanas se han podido ver en zonas donde no suele ser habitual que haya tantas, como en Murcia, Albacete, Madrid, Castellón o Cuenca.

La situación ha sido especialmente llamativa en Castellón y Albacete, donde algunos vecinos aseguran haber encontrado decenas de ejemplares en sus viviendas. La aparición repentina, sumada a su gran envergadura y al zumbido que emiten al volar, ha disparado la preocupación en redes sociales, donde ya se habla de «plaga».

Las autoridades sanitarias, por el momento, no han emitido alertas específicas, aunque algunos ayuntamientos están intensificando los servicios de limpieza y control de plagas. Los expertos recomiendan mantener cerradas las ventanas al anochecer, instalar mosquiteras y evitar dejar luces encendidas cerca de accesos abiertos. Aún así, llaman a la calma. «No hay que dramatizar porque estas polillas no hacen nada, es por eso que no son una 'plaga' como tal. Sin embargo, también es cierto son grandes y llamativas, y ahí entran las fobias y no podemos entrar en ese campo, porque cada uno tiene sus limites y tolerancias para los insectos», dice Galván.

Esta no es la primera vez que se registra un fenómeno similar. En años con primaveras especialmente húmedas y cálidas, esta especie tiende a multiplicarse y a dispersarse por amplias zonas del sur de Europa. No obstante, la magnitud del episodio de este año ha sido superior a la habitual. A la espera de una evaluación más exhaustiva, los especialistas insisten en que no hay motivos para la alarma, aunque sí aconsejan precaución en el hogar y vigilar que no se acumulen restos orgánicos o textiles que puedan atraer a estos insectos.

Los expertos trasladan que en menos de un mes la invasión de polillas debería haber terminado, aunque todo dependerá de cómo evolucione la situación, a nivel de factores medioambientales y biológicos. En cualquier caso, el mensaje de las autoridades siempre es de tranquilidad, pues el hecho de que no sea un bicho venenoso y que no ataque ya es motivo suficiente para dormir tranquilos.