Un sol artificial español: los rincones más oscuros del planeta usan espejos gigantes para iluminarse de día
Viganella y Rjuka encontraron una ingeniosa solución para poner fin a sus días de oscuridad
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Iniciar sesiónEn medio de las montañas, situados en un valle podemos encontrar en pleno invierno dos tierras de penumbra, donde la niebla y la humedad te llega hasta los huesos y la vista de lejos convierten las siluetas de las casas y de sus habitantes ... en paisajes de acuarela con olor a leña y regaliz, de ese que te hace querer sostener una taza caliente entre las manos. Dos puntos geográficos peculiares que buscan un lugar bajo el sol o al menos esa es la idea que los hermana. Uno situado en los Alpes italianos, en Viganella, otro en uno de los rincones más oscuros del planeta, oculto entre la compleja orografía de Noruega, en Rjukan.
Ambos están condenados a una oscuridad sin tregua en pleno día durante meses. Sin embargo, a los locales se les ocurrió una solución pionera que los sacase de esa oscuridad invernal: usar espejos gigantes que reflejan la luz solar para proyectarla sobre cada rincón del pueblo. Una especie de sol artificial para alterar el infortunio de su localización.
Tres meses de oscuridad en Viganella
Viganella, en el Piamonte, es una aldea de apenas doscientos habitantes en su mayoría ancianos, cada año tienen el mismo problema. Del 11 de noviembre al 2 de febrero, el sol se esconde detrás de la montaña e impide su llegada al valle. Antes, eso se traducía en pasar un total de 83 largos días sumidos en el frío y la oscuridad hasta que una propuesta lo cambió todo un 18 de diciembre.
Gracias al apoyo del que fuera alcalde del pueblo, Pierfranco Midali, un ingeniero de trenes y ferroviario, y a las ideas del arquitecto y relojero Giacomo Bonzani, se logró que el sol estuviera presente durante los días despejados, desde las 9 de la mañana hasta las 15 de la tarde.
Desde 1999, a Midali y Bonzani les llevaba rondando la idea de un enorme espejo de acero translúcido que reflejase los rayos del sol en la plaza de Viganella, con 250 metros cuadrados de espacio urbano. El tiempo y la determinación lo hizo realidad. Para ello se usó una estructura de 40 metros cuadrados, con ocho metros de ancho por cinco de alto, y situado a 1.100 metros de altitud. Su coste aproximado fue de 99.900 euros.
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Alexia Columba JerezEste espejo gigante está controlado por un ordenador y permanece apoyado sobre una base de hierro y hormigón, a prueba de las inclemencias climáticas. El detalle, con marca española, está en que fue una empresa de Huelva la encargada de su fabricación y trasladado a la zona. De hecho, una niña onubense y un niño de Viganella fueron los encargados de pulsar el botón que estrenaría el funcionamiento del espejo.
José Prieto, por entonces jefe del Patronato Provincial de Turismo de Huelva, explicó a los medios que se tuvieron en cuenta la acción del viento, las posibles vibraciones o las descargas atmosféricas a fin de evitar que la producción del reflejo del sol afectase a las inmediaciones y al suministro de la energía eléctrica. O que se generase un peligro de incendio.
Mientras, el alcalde se atrevía a afirmar sin margen de duda que Viganella era el primer lugar del mundo que en tiempos del efecto invernadero modificó conscientemente el clima, trayendo un sol artificial donde no existía el natural. De ahí que atrajera la atención de la opinión pública y la noticia llegó a dar la vuelta al mundo, medios de Japón o de Argentina se trasladaron hasta el municipio de Borgomezzavalle, al que pertenece Viganella para ser testigos del acontecimiento. Y Midali apostillaba: «Ya veo a mis viejitas saliendo de misa y quedándose ahí, felices, tomando un poco de luz».
El proyecto tiene precedentes. En la ciudad de Rattenberg, en Austria, se teorizó con la instalación de dieciséis espejos para llevar el sol a todas las casas. Midali en cambio, tenía claro cómo quería materializar su proyecto: «tenemos una filosofía completamente diferente: ¿hay un solo sol? y entonces tendremos un solo espejo», era una cuestión de coherencia para él. El día de su instalación uno de los lugareños de Viganella declaraba: «Tengo 70 años y nunca pensé ver el sol en invierno».
Seis meses de oscuridad en Rjukan
El artista Martin Andersen, inspirado por el proyecto de Viganella, trasladó la idea a su pueblo de Rjukan. Un lugar de 3.000 habitantes, ubicado en la provincia de Telemark, entre imponentes montañas. La ciudad es sobre todo conocida por las operaciones de sabotaje a la central hidroeléctrica local de Vemork. Los aliados buscaban retrasar la obtención del agua pesada necesaria para el proyecto nuclear nazi, durante la Segunda Guerra Mundial.
El sol bloqueado por la alta montaña Gaustatoppen hacía que su problema fuera mayor que el de Viganella, porque sus habitantes permanecían sumidos en la penumbra durante nada menos que seis meses al año. Esta tónica se rompió cuando tres espejos de 17 metros con un esplendor plateado que se puede observar desde la falda de la montaña acabaron con la imposibilidad de recibir la luz directa del sol.
"Solspeilet" av Martin Andersen from KORO on Vimeo.
Los heliostatos de Andersen, que giran siguiendo el paso del sol, fueron trasladados hasta una zona despejada en lo alto de una de las montañas del valle, a 400 metros del suelo. Con el plus de que transforman en energía la luz que recogen. «Una bendición para los niños pálidos de Rjukan«, declaró su alcalde a los medios. No en vano, los espejos de Rjukan, desde 2015, pasaron a formar parte de la lista del patrimonio mundial de la UNESCO. Incluso técnicos de la NASA fueron a estudiar su funcionamiento y rotación que se asemeja al de un girasol.
Pese a las reticencias iniciales de los lugareños, el proyecto fue ganando seguidores. De hecho, Norsk Hydro fue la primera en invertir en la propuesta, una potencia metalúrgica que con el empresario Sam Eyde a la cabeza fue la que dio origen al pueblo mediante la construcción de una central hidroeléctrica. Eyde, ya en 1913, esbozó la idea de construir espejos solares en la montaña. Pero debido a las limitaciones tecnológicas de la época sus sucesores terminaron construyendo un teleférico, el Krossobanen. Terminado en 1928, para que sus empleados tuvieran acceso a la cima y a unas pocas horas de sol invernal.
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Lugares como el de Rjukan han sido estudiados por médicos y psicólogos para conocer las repercusiones que tiene la privación de luz solar durante largos periodos de tiempo. Ya que hoy en día son imbatibles los archiconocidos beneficios del sol, mejora el ánimo, fortalece los huesos, disminuye la presión arterial, e incluso refuerza nuestro sistema inmunológico. Y ahora la tecnología se ha mostrado como el mejor aliado para solucionar un problema de siglos para muchos pueblos, la sed por el sol.
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