El Papa pide a los futuros sacerdotes que «reconozcan, aprecien y se eduquen al celibato»

Horas antes, el martes, propuso que «el seminario sea también una escuela de los afectos, para que los futuros sacerdotes aprendan a amar como Jesús, en un contexto social y cultural marcado por el conflicto y el narcisismo». La insistencia refleja que para el Papa León será prioritario contribuir a la madurez afectiva de quienes viven el celibato en la Iglesia católica.

A primera hora de este miércoles, el Papa se ha reunido junto al Aula Paolo VI con varias decenas de seminaristas del norte de Italia, de las regiones de Venecia Giulia, Trentino-Alto Adigio y Friuli. Les ha recordado un episodio de la vida de san Agustín, que él relata en las «Confesiones», relacionado con sus dificultades para vivir el celibato.

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«Por una parte, Agustín estaba deseoso de decidirse por Cristo; y por otra, le frenaban los escrúpulos y las tentaciones», ha comenzado el Papa León XIV. El santo entonces «profundamente turbado, se retiró a reflexionar en el jardín de su casa; y allí se le apareció personificada la virtud de la Continencia, que le dijo: '¿Por qué te apoyas -y no te sostienes- sobre ti mismo? Apóyate en Dios sin miedo, que no te dejará caer, te acogerá y te curará'». «Estas palabras no se aplican sólo al celibato, que es un carisma que hay que reconocer, valorar y educar, sino que pueden guiar todo vuestro camino de discernimiento y de formación para el sacerdocio, renunciando a la pretensión de ser autosuficientes o de poder salir adelante solos», les ha aconsejado.

También este miércoles, el Papa se ha reunido con 400 obispos en la basílica de San Pedro y les ha planteado tres «virtudes indispensables: la prudencia pastoral, la pobreza, la perfecta continencia en el celibato y las virtudes humanas». «Junto con la pobreza efectiva, el Obispo también vive esa otra forma de pobreza que es el celibato», les ha dicho.

Les ha pedido que no lo traduzcan en fría continencia sino en un corazón puro, dispuesto a recibir a todas las personas, pues «no se trata sólo de ser célibe, sino de practicar la castidad del corazón y de la conducta y, de este modo, vivir el seguimiento de Cristo, para poder manifestar a todos la verdadera imagen de la Iglesia, que es santa y casta en sus miembros como en su Cabeza».

Por otro lado, les ha recordado que en este ámbito, el obispo «deberá ser firme y decidido al afrontar las situaciones que puedan provocar escándalo, así como cualquier caso de abuso, especialmente contra menores, ateniéndose a las disposiciones vigentes».

Ya el martes había aconsejado ante varios miles de seminaristas de todo el mundo que el seminario sea un lugar para «centrar la atención en el 'motor' de nuestro camino que es el corazón». Por eso, este lugar «debe ser una escuela de los afectos. Hoy, de manera particular, en un contexto social y cultural marcado por el conflicto y el narcisismo, necesitamos aprender a amar y a hacerlo como Jesús», les dijo.

«Parte de este trabajo interior es aprender a reconocer los movimientos del corazón: no solo las emociones rápidas e inmediatas que caracterizan el alma de los jóvenes, sino sobre todo sus sentimientos, que les ayudan a descubrir la dirección de su vida», añadió. Con optimismo y confianza explicó que se trata de tener un corazón «capaz de captar la presencia de Dios, también escuchando las voces de la naturaleza y del arte, de la poesía, de la literatura y de la música, así como de las ciencias humanas. En el riguroso compromiso del estudio teológico, sepan también escuchar con mente y corazón abiertos las voces de la cultura, como los recientes desafíos de la inteligencia artificial y los de las redes sociales».

Este jueves se reunirá con sacerdotes de todo el mundo, con quienes participará en una vigilia de oración por la tarde en el Vaticano.