El Papa dice en Timor Oriental que «todos debemos actuar con responsabilidad para prevenir abusos de menores»
El país no da crédito a las denuncias contra el héroe nacional, Carlos Felipe Ximenes Belo y algunos las consideran calumnias a pesar de que lo condenó el Vaticano
El Papa se despide de Papúa llamando a los jóvenes a colaborar para construir el país

Timor Oriental ha recordado al Papa Francisco qué significa exactamente un baño de masas. Literalmente, su capital Dili ha tomado las calles para darle la bienvenida y verlo pasar unos segundos en el papamóvil. Bajo un sol abrasador y una humedad ... el 51%, Francisco ha recorrido los 6 kilómetros que lo separaban de la nunciatura donde se aloja, por los cuales circulaba con dificultad a causa de la multitud.
Francisco ha llegado a primera hora de la tarde a este país católico, de dimensiones parecidas a Galicia, donde viven 1.300.000 de personas, el 95% bautizados. En el aeropuerto, por primera vez en su gira por Asia y Oceanía, han venido a recibirle tanto el primer ministro Xanana Gusmão, como el presidente, José Ramos Horta.
Durante su primer discurso en el país, ante la clase política y autoridades civiles, el Papa ha recordado a «tantos niños y adolescentes heridos en su dignidad, fenómeno que está creciendo en todo el mundo» y ha asegurado que «todos estamos llamados a actuar con responsabilidad para prevenir todo tipo de abuso y garantizar un crecimiento sereno a nuestros jóvenes».
Algunos han interpretado sus palabras como una mención a la situación del ex obispo de Dili y premio Nobel de la Paz, Carlos Felipe Ximenes Belo, a quien el Vaticano condenó hace cuatro años por abuso de menores.
La mención no podía ser mucho más explícita pues Ximenes Belo, de 76 años, es considerado un héroe nacional en Timor Oriental. Aquí califican de «calumnias» los abusos de menores que supuestamente perpetró en los años 90, por los que el Vaticano le impuso duras sanciones como la prohibición de residir en Timor Oriental o comunicarse con personas de este país, ejercer el ministerio sacerdotal con menores o dar entrevistas.
Las sanciones a Belo se conocieron en 2022 tras una investigación periodística del diario holandés 'De Groener'. Se trata de abusos supuestamente cometidos en la misma época en la que se convirtió en icono de la lucha pacífica por la autodeterminación de Timor Oriental y recibió el Nobel de la Paz. Las primeras denuncias de víctimas se remontan a 2002, el mismo año en que renunció a ser obispo de Dili por supuesto cansancio físico y mental. Un año más tarde abandonó el país, y desde entonces no ha regresado. Actualmente reside en Portugal, pero no se ha hecho público el lugar.
Ximenes Belo fue el rostro público del clamor de Timor Oriental por la independencia del país, que Indonesia había ocupado en 1975 y transformado en su provincia número 27. Denunciaba en sus cartas y homilías las violaciones de los derechos humanos cometidas por miembros del ejército, visitaba zonas en las que los militares habían maltratado y violado a las mujeres, y preparaba listas de desaparecidos.
En 1996 recibió el Nobel de la Paz junto al actual presidente del país, José Ramos-Horta, entonces exiliado, por «su amplia larga labor en busca de una solución pacífica al conflicto de Timor Oriental». En 2019, la Congregación para la Doctrina de la Fe recibió las denuncias.
Desde EE.UU., la organización «Bishop Accountability» que se ocupa de hacer públicos casos de abusos y de encubrimiento en la Iglesia católica, está realizando una campaña para que el Papa Francisco condene personalmente los abusos cometidos por el obispo y elogie a las personas que los denunciaron. La directora de esta organización, Anne Barrett Doyle, asegura que Carlos Ximenes Belo «es admirado y elogiado socialmente por su ayuda a las personas durante la violenta ocupación por parte de Indonesia (…), circunstancia que ha creado un clima en el que las víctimas de abusos tienen miedo a denunciarlo».
Emigración y violencia de las pandillas
El discurso del Papa se celebró en el Palacio presidencial, en un gran salón con fotografías de guerrilleros de la lucha contra la independencia; y regalos que jefes de Estado habían enviado a Timor Oriental. Entre los objetos expuestos había una carta del Rey Felipe VI y una foto de la familia real.
El Papa mencionó que en este país donde 4 de cada 10 habitantes viven bajo el umbral de la pobreza y casi la mitad de la población es analfabeta, es normal que los jóvenes -un 65% de la población tiene menos de 30 años- se sientan abrumados por la falta de esperanzas de futuro. Lo cierto es que muchos optan por emigrar a Australia, Corea del Sur, Reino Unido o Portugal, y se esfuman las posibilidades de crear la futura clase dirigente. Para ofrecerles alternativas, Francisco ha invitado a emprender «una acción coral amplia» que implique a toda la sociedad.
Ha alertado también de que «si no se dan ideales, los jóvenes caen en trampas» como «el abuso de de bebidas alcohólicas y su incorporación a las bandas que, envalentonadas por su conocimiento de las artes marciales, en lugar de utilizarlo al servicio de los indefensos, se aprovechan de él para exhibir el poder efímero y dañino de la violencia». El problema es tan grave que para atajar las agresiones de estas bandas que incluso procuraban mutilaciones a sus víctimas, el gobierno ha prohibido artes marciales como el kárate, el kung fu, el taekwondo y el judo.
Francisco ha elogiado la reconstrucción democrática de Timor Oriental y su proceso de reconciliación con Indonesia, país que se anexionó esta zona durante 24 años, y provocó unas 100.000 víctimas durante la ocupación. «Este es un país lindo, pero, ¿qué es lo mejor que tiene? El pueblo. Cuiden a su pueblo, amen a su pueblo. Es maravilloso. Se ve cómo este pueblo se expresa. Ustedes se expresan con dignidad y alegría», se ha despedido el Papa. En la calle le esperaban decenas de miles de personas para confirmárselo.
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