El padre de Canet acosado por pedir más castellano: «La Generalitat espoleó a la gente contra nosotros por reclamar un derecho»
Javier Pulido rompe su silencio para contar el calvario que ha sufrido su familia por defender el 25% de castellano en la escuela de su hija
Denuncia que les llamaron yihadistas, les marginaron y señalaron desde el Govern
Una web independentista desvela la identidad de la familia del menor de Canet
Canet de Mar (Barcelona)
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Iniciar sesiónOnce de la mañana en un céntrico bar de Canet de Mar (Barcelona). Javier Pulido era hasta el pasado lunes un anónimo ciudadano de esta localidad del Maresme; ahora, el llamado 'padre de Canet' nos recibe en un reservado del concurrido establecimiento. Saluda ... con gesto afable y relajado, ajeno a la expectación mediática que ha generado su «salida del armario lingüístico».
Sabe que su testimonio ha sido uno de los más perseguidos por los medios desde que en diciembre de 2021 él y su familia fueron insultados, acosados y vilipendiados en las redes sociales «solo por ejercer el derecho a pedir más castellano» para su hija. Su pesadilla comenzó, según relata, a comienzos de diciembre, cuando llegó la hora de aplicar el 25% de castellano en la escolarización de la niña, derecho que la Justicia ya les había reconocido el 14 de octubre de 2021, dos meses antes de que estallara el conflicto, que fue alentado políticamente por los partidos independentistas.
«Nos vimos envueltos en una situación que nunca hubiéramos imaginado. La Generalitat espoleó a la ciudadanía contra nosotros solo con fines partidistas y eso es muy irresponsable«, denuncia este padre de 40 años, abogado de formación, pero pescador de oficio y vocación. A la pregunta de «¿por qué ha decidido ahora romper el silencio»?, Pulido responde sin titubeos: «Quiero que la gente pierda el miedo. Yo sigo teniéndolo pero lo afronto, es la única manera de hacer valer tus derechos». Por este motivo, este hombre de mar acostumbrado a faenar con el embate de las olas, pide a la ciudadanía que el próximo domingo acuda a la manifestación convocada por la plataforma Escuela de Todos contra la exclusión del castellano como lengua vehicular en Cataluña. «Queremos que lo que pasa en la calle suceda también en la escuela», resume. «Esto no significa que estemos contra el catalán», apostilla.
—¿Por qué ha decidido denunciar a cara descubierta tras diez meses de meditado silencio?
—Quiero que la gente pierda el miedo. Una parte importante de Cataluña está amedrentada. No reclaman sus derechos por temor a que les pase lo que me ha pasado a mí, pero yo les animo a que lo hagan porque es la única manera de conseguir que se respeten los derechos. Así se lo haré saber a los que asistan a la protesta del domingo.
«En uno de los tuits denunciados el autor afirmaba que tenía preparada carne de niño castellanohablante para cocinar»
—¿Ha temido en algún momento por su integridad o la de su familia?
—He sentido miedo y todavía lo siento. El miedo no se pierde pero ahora lo afronto. Si te enfrentas de manera belicosa se vuelve contra ti. Debes reclamar tus derechos con respeto, serenidad y pedagogía. No puedes atacar a otros simplemente porque piensan diferente a ti. Respondiendo a su pregunta le diré que he temido en muchos momentos. En uno de los tuits que están en manos de la Fiscalía hablaban de que el autor «tenía preparada carne de niño castellanohablante» para cocinar «canelones». Otras muchas veces he llegado a casa preguntándome si me habrían roto los cristales. Hemos pasado una angustia que no le deseo a nadie.
—¿Cuál fue el peor momento?
—A nivel personal, todavía me emociono al recordarlo, quizás el peor momento fue cuando tras la fatídica semana de la rueda de prensa del consejero ante las puertas de la escuela, mi hija le preguntó a mi mujer: '¿Mamá eres feliz?'. La hemos preservado de todo pero sí percibió intranquilidad y angustia. Por eso nos preguntó.
—¿Cuál es el insulto que más le ha dolido de todos los que circularon por las redes sociales?
—Uf, hubo muchos. Nos llamaron hasta yihadistas. Recuerdo descalificaciones duras y la que le he mencionado sobre los niños castellanohablantes me dolió especialmente. Todas las investiga la Fiscalía.
—¿Se han sentido rechazados por los otros padres de la escuela o por la dirección?
—Percibimos claramente que nos hacían el vacío. Gente con la que tenías relación e incluso habías tenido en tu casa cenando, de repente, dejaban de saludarte, te ignoraban.
—¿Alguien le increpó directamente?
—Hubo una situación desagradable. Estaba a punto de irme de una fiesta de aniversario con mi hija de la mano y un padre del centro se acercó y delante de ella me dijo: «¿Cómo se te ocurre hacer esto?». Le dije que no era el lugar ni el momento para debatir sobre ello y le emplacé a hacerlo en otra ocasión. Me pidió disculpas.
«Nos llamaban yihadistas, nos hicieron el vacío. Gente que incluso había cenado en casa dejaron de saludarnos»
—Hay otras muchas escuelas que aplicaban con convivencia desde hace años ese 25 por ciento de castellano. ¿Por qué les tocó a ustedes?
—Nuestra escuela fue la primera en aplicar el 25% después de que el Tribunal Supremo (TS) confirmara la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) que obliga a extender esa proporción en todo el sistema educativo. El consejero [de Educación] lo dijo sin tapujos ante los medios el día que montó la rueda de prensa ante la escuela, dijo que nos tocó 'por calendario'. La Generalitat quiere romper el vínculo de los niños catalanes con los del resto de España.
—¿Recuerda qué estaba haciendo usted mientras el consejero comparecía ante los medios frente al colegio?
—No lo recuerdo, imagino que trabajando, pero lo que sí recuerdo es que mientras se producía la manifestación del día siguiente yo estaba en la comisaría de los Mossos d'Esquadra.
—¿Y eso?
—Me llamaron, curiosamente, cuando iba conduciendo con mi hija en el coche y me ofrecieron la posibilidad de denunciar. También nos brindaron la posibilidad de llevar protección. A la Generalitat no les interesaba que nos pasara nada; no les interesaba que nos convirtiéramos en mártires.
—Tocaba templar los ánimos pero el consejero de Educación, Josep Gonzàlez-Cambray, optó por encenderlos aquel 9 de diciembre de 2021 ante las puertas del centro. ¿Por qué lo hizo?
—Me enseñaron que el poder Ejecutivo debe estar desligado del Legislativo y el Judicial pero no fue así. La Generalitat no puede usar servicios públicos con un fin partidista para construir su propia nación, 'un sol poble'. Fue un abuso de poder. El consejero Gonzàlez-Cambray tomó parte en el proceso a favor de los agitadores y eso es una irresponsabilidad.
—El Juzgado de Instrucción número 12 de Barcelona ha citado a declarar en calidad de imputadas a cuatro personas que publicaron en Twitter expresiones que, según la Fiscalía, son «humillantes e hirientes» contra ustedes. Usted fue llamado también a declarar como afectado y ha decidido comparecer en la causa como acusación particular. ¿Cuál es el siguiente paso?
—Pediré que se incluyan en la causa otros tuits ofensivos. No fueron cuatro tuiteros; fueron muchos más. También estudio pedir que se abra un procedimiento penal contra el consejero por prevaricación. Como parte de este acoso tiene obligaciones que atender.
—¿Ha conseguido lo que pretendía?
—Yo solo quería que lo que pasa en la calle suceda también en el aula. No estamos contra el catalán. Yo lo que pretendo es ser un ejemplo para mi hija, que nunca agache la cabeza, que reclame sus derechos sin doblegarse. Como reza la canción de Bob Marley 'Stand up for your rights', 'defiende tus derechos'.
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